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En la agricultura actual los hongos y las bacterias no son sinónimo de enfermedad. Miles de productos están compuestos por estos microorganismos para enriquecer los suelos y conseguir plantas más resistentes frente a enfermedades y estreses como la sequía.
Es evidente que en Marte no hay murciélagos. Sin embargo, se han encontrado en su superficie minerales similares a algunos que en la Tierra son el fruto de la actividad metabólica de los murciélagos.
La necesidad de crecimiento económico continuo de esta nueva era del Antropoceno lleva a la sobreexplotación de los recursos limitados de la Tierra, acompañada de una enorme agresión y contaminación del medio ambiente por tierra, mar y aire.
El despilfarro alimentario hace inútiles los esfuerzos de descarbonización emprendidos en la producción de alimentos, pues los vierte directamente a un sumidero.
Todas especies acuáticas de las desembocaduras de los ríos al mar Mediterráneo y al océano Atlántico están contaminadas por microplásticos.
Los bosques son un importante sumidero de carbono por su capacidad de fijar dióxido de carbono de la atmósfera al hacer la fotosíntesis. Sin embargo, también ellos sufren las consecuencias del cambio climático.
Han pasado más de 100 años durante los que la sociedad en general, y la ciencia en particular, han evolucionado muchísimo. Pero las tretas empleadas para el desprestigio de las mujeres siguen vigentes en ciencia.
El sector agroindustrial genera una gran cantidad de desechos y subproductos que tienen un potencial significativo como biomasa lignocelulósica, una fuente de materia prima altamente valiosa y renovable para producir energía con un impacto neutro en carbono a nivel global.