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Las plantas que facilitan la supervivencia y reproducción de otras especies también pueden hacerlas evolucionar, algo que ha sido ignorado en la mayoría de estudios sobre el tema. Investigadores del CSIC, junto a científicos de México y Suiza, han establecido un método necesario para medir la evolución de los rasgos de las plantas que se benefician de la facilitación. Esta metodología permite integrar esta interacción entre plantas junto a otras interacciones ecológicas como la polinización o la dispersión de semillas, que son componentes claves de la biodiversidad.
Un estudio con participación del CSIC y liderado por el Centro de Ecología, Evolución y Alteraciones Climáticas, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Lisboa concluye que en colonias mixtas de aves la identidad de estas especies es clave determinando la composición y abundancia de parásitos. Se muestrearon más de 250 nidos artificiales en 30 colonias de especies mixtas, en la zona de Especial Protección para las Aves de Castro Verde, en el Sur de Portugal.
Este estudio internacional, en el que participa la Universidad de Almería, expone que la descomposición de hojarasca es un proceso crítico en los ecosistemas fluviales, y juega un notable papel en los intercambios de carbono entre la biosfera y la atmósfera, todo ello con potenciales retroalimentaciones sobre el clima global. Además, este trabajo apunta a la diversidad vegetal como factor principal que afecta a la descomposición de materia orgánica.
Un equipo internacional, con participación de expertos de la Estación Experimental de Zonas Áridas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (EEZA-CSIC), ha demostrado cómo la respuesta de los matorrales semiáridos a las lluvias depende de las interacciones complejas entre las plantas y animales que viven en él. En el estudio, se analizaron 25 años de observaciones en uno de los experimentos de campo más ambiciosos del mundo y el más longevo del Hemisferio Sur.
Un estudio con participación de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC) identifica dos tipos de interacción que favorecen la estabilidad de las comunidades vegetales y mitiga la desaparición de especies. Lo ha obtenido tras analizar 166 comunidades de plantas de montaña de más de 80 regiones del mundo.
Un equipo de investigación de la Universidad de Almería ha definido cuál es el conjunto de microorganismos que degradan residuos para convertirlos en abono vegetal. Mediante el análisis de ADN, los investigadores estudian el proceso de compostaje, por el cual se genera un producto comercial para el que se requieren características medibles ante el consumidor, de ahí la importancia de conocer cuál es su grado de madurez y de estabilidad.
Investigadores de la Universidad de Almería han analizado más de un centenar de estudios sobre los efectos de esta contaminación en tortugas marinas, cetáceos y peces, que habitan en las zonas superficiales y en el fondo de los ecosistemas acuáticos. Para ello han contado con la colaboración de expertos de la Universidad de Cádiz y de Australia.
Los objetivos principales de este proyecto, denominado ‘Scientific Infrastructures for Global Change Monitoring and Adaptation in Andalusia (INDALO)’, son analizar la evolución de la biodiversidad andaluza con el fin de detectar y comprender las consecuencias del cambio climático, los cambios de uso del suelo y los cambios demográficos y productivos sobre los ecosistemas y las contribuciones al bienestar que recibimos de ellos.