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Un grupo de investigación del IFAPA y de la Universidad de Granada ha demostrado que los trabajos basados en el desbroce o la quema controlada de baja intensidad de la vegetación de los bordes de las acequias, proporciona beneficios en el ecosistema de esta zona del área metropolitana de la ciudad de la Alhambra. Estos procedimientos favorecen la diversidad de la flora y la formación del suelo, y su mantenimiento contribuye a la recarga de acuíferos, incrementa la seguridad alimentaria, sirve de refugio de animales útiles para la agricultura y de lugar de anidamiento de aves y se consideran un patrimonio cultural e histórico singular.
Este descubrimiento, realizado por investigadores de la Universidad de Granada, supone un primer paso hacia un posible futuro desarrollo de tratamientos menos dañinos al medio ambiente y a la salud humana que los pesticidas
Su trabajo ha sido publicado en la revista Scientific Reports
El personal de investigación de la UPO ha llevado a cabo un estudio sistemático para evaluar cuántas especies forman el conocido como “grupo de la Carex pendula”, unas hierbas de gran tamaño –hasta 2 o 3 metros de altura–, comunes en la naturaleza en toda Europa.
Los científicos los llaman organismos gelatinosos, en inglés, jellyfish. Lo que todo el mundo tiene en mente como medusa, la típica con la umbrela y los tentáculos, es sólo un tipo de las miles de especies que existen de este animal marino. Además, no todo lo que se ve en las costas andaluzas y se piensa que son medusas lo son. Uno de los fenómenos que más llama la atención es la formación de grupos o floraciones, como los que se han visto recientemente en aguas del Mediterráneo y del Atlántico.
Científicos y científicas del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC) y de la Universidad de Cádiz, han captado por primera vez con imágenes ópticas de alta resolución las áreas donde se localizan clorofila, fitoplancton y otros microorganismos que sirven de alimento a las especies de la zona. La concentración de estos nutrientes está asociada a las ondas internas que se producen en el estrecho.
Un estudio liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto que los colores de las plumas de las aves se deben más a la forma con que vibran las moléculas de los pigmentos que a la concentración de los mismos. El hallazgo, publicado en la revista Integrative Biology, supone un cambio conceptual sobre el proceso físico que da lugar a la coloración del plumaje de las aves.
Investigadores de la Universidad de Cádiz, coordinados por Darío Bernal-Casasola, catedrático en el departamento de Historia, Geografía y Filosofía de la Universidad de Cádiz, han participado en un importante hallazgo que ha revelado la presencia en el mar Mediterráneo durante el período romano, hace unos 2.000 años, de dos especies de ballena actualmente ausentes de las costas europeas.
Durante el año 2017 se llevó a cabo el segundo censo nacional de aguilucho cenizo y pálido, coordinado…