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Los bosques de la cuenca mediterránea, el sur de Australia, y noroeste de la Amazonía y de los Estados Unidos son aquellos que, según el modelo de predicción publicado, serían los más vulnerables.
Investigadores de la Estación Experimental del Zaidín-CSIC, en colaboración con The University of Western Australia, CSIRO Australia, Ibs.Granada, la Universidad de Granada, y el CIBM, han descubierto las bases moleculares y estructurales por las que un tipo de proteínas presentes en las semillas de altramuz azul (Lupinus angustifolius L.), las denominadas conglutinas beta, confieren protección contra el cáncer de mama.
Un equipo internacional en el que participa el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), ha confirmado que el 91,7% de los nidos analizados de águilas pescadoras, Pandion haliaetus, contienen residuos antropogénicos.
Un estudio de investigadores del CSIC y la Universidad Complutense de Madrid liderado por el científico del RJB-CSIC Sergio Pérez-Ortega y publicado en la revista Global Ecology and Biogeography, aborda por primera vez la diversidad de hongos y algas en simbiosis a gran escala, permitiendo el uso del marco de las redes de interacción ecológica.
Las olas de calor están provocando un rápido aumento de la temperatura en toda la región boreal, el bioma más grande del planeta, y ponen en peligro sus bosques, que constituyen un tercio de la superficie forestal del mundo.
Un equipo internacional con participación del CSIC analiza por primera vez la importancia de las relaciones indirectas de una red natural para la conservación de las especies. La pérdida de biodiversidad y de interacciones, tanto directas como indirectas, tienen consecuencias ecológicas y también evolutivas.
Los pinzones fueron una pieza fundamental que llevó a Charles Darwin a formular su teoría de la evolución por selección natural. El tamaño y forma de sus picos, bien adaptadas a consumir diferentes tipos de entonces, le ayudaron a entender cómo un animal evoluciona adaptándose a las condiciones ecológicas del ecosistema en el que vive.
Un grupo internacional de científicos revela cómo los microorganismos en la zona mesopelágica, incluso bajo la capa de hielo de la Antártida, tienen la capacidad de utilizar compuestos de azufre inorgánico como única fuente de energía para capturar dióxido de carbono. El artículo que se publica en Nature Microbiology aporta nueva información sobre el proceso de fijación de carbono en capas adonde no llega la luz solar.