La supervivencia de los bosques ante el cambio climático
Investigadores del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA), de la Universidad de Granada, y el Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC han confirmado que pinos sometidos a estrés hídrico gestionan mejor sus recursos cuando tienen menos competencia en el entorno. De esta manera, los expertos proponen esta técnica, consistente en reducir la densidad de árboles, como medida para la habituación de los bosques afectados por un clima extremo.
La desertificación, la erosión del suelo, los incendios forestales y la intervención humana en la transformación del paisaje han provocado la pérdida de masa forestal en Andalucía, según los informes de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible . Desde finales de los años 80, organismos públicos e investigadores aunaron sus esfuerzos en actuaciones de regeneración, densificación y reforestación de ecosistemas.
Así, científicos de la Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA), la Universidad de Granada, y el Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC han determinado cómo se desarrolla mejor un árbol según la densidad de las masas forestales con registros de hace más de veinte años sobre las variables climáticas en la finca experimental Cortijos del Conejo, Albarrán y Cortijo Becerra de Guadix en Granada, perteneciente a la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible y recientemente declarada como área de referencia en investigación sobre gestión del medio natural en el sureste ibérico.
Atendiendo a aspectos como la humedad y temperatura del aire, radiación o déficit de presión de vapor, los investigadores proponen en la revista Forest Ecology and Management la técnica del aclareo y comprueban la eficacia de su aplicación como alternativa en la recuperación y mantenimiento de ecosistemas naturales con clima extremo. Este sistema consiste en la disminución de la densidad de árboles por hectárea con el fin de que la competencia por los recursos disponibles se reduzca y mejorar el crecimiento de los restantes para que sean menos vulnerables al estrés hídrico.
Además, en las investigaciones han desarrollado una técnica novedosa mucho más precisa que la utilizada hasta el momento. “Hemos monitorizado las contracciones y dilataciones diarias de los troncos durante tres años comprobando que mediante esta técnica se adelanta el comienzo del progreso en primavera y se alarga la actividad hasta entrado el otoño, prolongando el periodo de desarrollo de los árboles”, indica a la Fundación Descubre el investigador del IFAPA , Francisco Bruno Navarro Reyes, autor del artículo.
Menos árboles para crecer mejor
En dieciséis parcelas de veinte por veinte metros, los investigadores partían de unos 1500 individuos de pino carrasco por hectárea plantados en el año 1995, una de las especies más frecuentes en la zona mediterránea. Diez años después, procedieron al aclareo, reduciendo la densidad original hasta los 800, 400 y 250 pies por hectárea, respectivamente.
Las mediciones se realizaron a través de dendrometría digital, que determina con precisión las variaciones del tronco y ofrece información exacta sobre el crecimiento secundario de los árboles en relación con los cambios climáticos y el estrés hídrico. Con esta tecnología, los expertos lograron determinar los efectos en el crecimiento acumulado diario, mensual, anual y total de manera más precisa que con otros métodos utilizados con anterioridad, como dendrómetros de banda o análisis de anillos.
Además, a través de procesos matemáticos y estadísticos, los investigadores han podido comprobar cómo se producen las relaciones entre los individuos y el entorno como adaptación al cambio de densidad. De esta manera, confirman que con una menor competencia el desarrollo y crecimiento es más largo y efectivo, ya que en los tratamientos con menor concentración crecen más y mejor al existir menos competencia por los recursos.
Después de cinco años del aclareo de las parcelas, los dendrómetros se instalaron para caracterizar el crecimiento secundario del árbol, es decir, la variación diaria del tronco, el crecimiento acumulado y la contracción máxima diaria, pero también el número de días de desarrollo real en un período de tres años.
Esta información, unida a la correlación de las variables climáticas, determinaron que las parcelas aclaradas mostraron menor vulnerabilidad a la sequía, mayor capacidad de recuperación tras la misma así como una mejor sensibilidad climática y eficiencia en el uso de los recursos y, por lo tanto, una mayor adaptación al medio además de una mayor resistencia a las alteraciones.
La alternativa que proponen los expertos es viable en la lucha contra el cambio climático de algunas zonas mediterráneas, demostrando que el crecimiento de los bosques mejora en un espacio donde la rivalidad entre los individuos es menor. La supervivencia de las especies, como ya afirmó Darwin, pasa por un proceso de selección natural en la que sólo aquél que es capaz de lograr los recursos disponibles consigue permanecer. Con esta técnica el ser humano colabora con los pinos en la eliminación de esta competencia y hace que los que queden se hagan más fuertes.
Más información: Validan un tratamiento forestal para aumentar la capacidad de adaptación de los árboles frente al cambio climático.
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