Fotografía ilustrativa del artículo
| 05 Nov 2019

Las prácticas agrícolas que favorecen la biodiversidad mejoran el rendimiento de la cosecha

Un estudio llevado a cabo por investigadores británicos muestra cómo podemos mejorar el rendimiento de las cosechas agrícolas mediante la creación de hábitats para la fauna en las parcelas de cultivo, de manera que puedan mantener poblaciones de animales beneficiosos.

Biodiversidad agrícola

Fuente: Ecomandanga

Mientras la población mundial de seres humanos no para de crecer, el rendimiento de cultivos esenciales para la industria agroalimentaria anda prácticamente estancado. Preocupa mucho, por tanto, que la creciente demanda global de alimentos sea satisfecha mediante la expansión del suelo agrícola, causando la pérdida de hábitats naturales y servicios ecosistémicos fundamentales para el bienestar humano, hecho que sería especialmente notorio en áreas con una importante implantación de la agricultura intensiva. En este contexto, la intensificación ecológica ha sido propuesta como una interesante vía para lograr un incremento sostenible en el rendimiento de las cosechas a través de prácticas que favorezcan la biodiversidad. No obstante, todavía hay escasa evidencia científica directa sobre el papel que puede jugar la biodiversidad en la mejora de las cosechas, especialmente en explotaciones comerciales de alimentos básicos como cereales, legumbres y oleaginosas.

¿Aumenta la intensificación ecológica el rendimiento de las cosechas?

La intensificación ecológica recoge un conjunto de estrategias de gestión práctica que persiguen integrar y mejorar las funciones ecosistémicas relacionadas con la producción de los cultivos, tales como la polinización y el control de plagas. En la mayoría de casos, estas estrategias se basan en la creación de hábitats para la fauna dentro de las parcelas agrícolas, bien en forma de fajas perimetrales en los márgenes o bien en forma de islas entre los cultivos. En el caso que nos ocupa, los investigadores trabajaron sobre una zona agrícola del centro de Inglaterra, de 900 hectáreas de extensión, donde parcelas de 10-20 ha fueron repartidas aleatoriamente en 3 grupos: parcelas control en las cuales se cultivaba toda su superficie, y parcelas con dos tratamientos diferentes. El primer tratamiento consistió en destinar un 3% de la superficie de la parcela a la creación de hábitats para la fauna, mientras que, en el segundo tratamiento, este porcentaje alcanzaba el 8%. En los tres tipos de parcela, el sistema de cultivo consistió en una rotación simple que alterna trigo (cereal) con veza (leguminosa) o colza (oleaginosa). En las fajas e islas destinadas a la creación de hábitats para la fauna se sembraron diversas especies de herbáceas que proporcionaran semillas en invierno para las aves, recursos florales tempranos para los polinizadores, así como refugio a polinizadores y controladores de plagas. Algo a tener muy en cuenta es que todas las parcelas se manejaron de manera similar, independientemente del grupo al que pertenecieran, con los aportes estándar de fertilizantes y pesticidas que se llevan a cabo en la zona para maximizar el rendimiento.

Lo primero que comprobaron los investigadores fue que el rendimiento medio de las cosechas en los márgenes de las parcelas control (franja de 9 metros) se reducía hasta un 38%. Es decir, eran zonas subóptimas para los cultivos, por lo que, de entrada, ya tenían una buena noticia: dedicar estas zonas de bajo rendimiento a la creación de hábitats para la fauna minimizaba la pérdida de cosecha. De hecho, la creación de hábitats para la fauna resultó en un incremento de la cosecha en el área cultivada para los tres tipos de cultivo (trigo, veza y colza). Dicho incremento, que fue mayor en las parcelas donde se reservó un 8% de su superficie a potenciar la biodiversidad, consiguió que el rendimiento relativo a toda la superficie (la cultivada más la dedicada a hábitats para la fauna) se igualara con el de las parcelas control a partir del 5º año desde la puesta en marcha de las prácticas de intensificación ecológica. Esta equiparación en el rendimiento de las cosechas se observó también tanto en términos monetarios como nutricionales.

Aunque, en términos globales, la creación de hábitats para la fauna se tradujo en un incremento de la cosecha por unidad de superficie cultivada, hubo diferencias entre cultivos en cuanto al rendimiento relativo a la superficie total de las parcelas. Así, el incremento del rendimiento fue especialmente notable en los cultivos de veza -hasta un 35%-, mientras que para los de trigo el rendimiento descendió ligeramente. Los investigadores argumentan que estas diferencias se pueden atribuir al tipo de polinización, ya que en el trigo se realiza fundamentalmente a través del viento, y al gran tamaño de las parcelas, que dificulta la entrada de controladores de plagas desde los márgenes. ¿Qué podría estar detrás de dichos efectos beneficiosos? El mismo estudio apunta la causa más plausible, ya que los investigadores constataron un aumento en la abundancia y la riqueza de especies de polinizadores y en la abundancia de escarabajos depredadores identificados como controladores de plagas.

Así pues, este estudio proporciona una clara evidencia de que la gestión orientada a potenciar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos es compatible con el mantenimiento del rendimiento de las cosechas, e incluso puede incrementarlo. Por último, dado que los efectos beneficiosos comenzaron a partir del 4º año y aumentaron hasta el 6º -momento en que finalizó el estudio-, los autores apuntan el gran interés que tendría comprobar si dichos efectos beneficiosos continúan aumentando los siguientes años.

Artículo completo:

Pywell RF, Heard MS, Woodcok BA, Hinsley S, Ridding L, Nowakowski M & Bullock J. 2015. Wildlife-friendly farming increases crop yield: evidence ecological intensification. Proceedings of the Royal Society B, 282: 20151740. doi: 10.1098/rspb.2015.1740

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