pandemia
La relación entre el ritmo de extinción de especies y el incremento de enfermedades infecciosas emergentes ha vuelto a la agenda científica y social.
La subida de las temperaturas conlleva importantes riesgos para sectores clave de nuestra economía que dependen estrechamente del clima, pero también para otros muchos campos esenciales para nuestro bienestar como la salud humana, la biodiversidad o la vivienda.
Elefantes, rinocerontes, pangolines, felinos, reptiles, peces, pájaros y madera de árboles protegidos continúan siendo traficados masivamente alrededor del mundo con un potencial impacto en la salud humana. Además, la crisis del COVID-19 parece estar siendo aprovechada por los delincuentes para promover la caza ilegal y ofrecer curas a la enfermedad hechas con productos animales. Se necesita una fuerte legislación y cooperación entre países para detener estos delitos, revela un nuevo estudio de la ONU.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) está intensificando su trabajo en la identificación de las amenazas zoonóticas y la protección de la naturaleza con el fin de reducir el riesgo de pandemias como la de COVID-19 que actualmente azota el mundo.
El confinamiento que vivimos en muchas regiones del mundo para luchar contra la pandemia de la COVID-19 –uno de los mayores desastres globales desde la II Guerra Mundial– está teniendo algunos efectos sobre el medioambiente que invitan a reflexionar. En la medida de lo posible, podemos extraer algunas lecciones tanto sobre dichos efectos como sobre las acciones a adoptar.
Son nuestros hábitos y comportamientos los que nos ponen en peligro. Porque detrás de esta pandemia está la destrucción de la naturaleza.