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| 15 Jul 2020

Estudiar la evolución de las plantas a través del arte

Las semillas y otras muestras bien conservadas de cultivos antiguos han permitido a los genetistas decodificar los genomas de multitud de plantas que hoy nos sirven de alimento. Sin embargo, estos resultados dejan algunas lagunas sobre cuándo y dónde evolucionaron muchas de las frutas, verduras y cereales que comemos.

Para rellenar esos vacíos, al biólogo belga Ive De Smet y su amigo David Vergauwen, profesor de historia del arte, se les ha ocurrido un enfoque original: fijarse en las pinturas de los artistas. En esto pueden colaborar los visitantes de los museos y otros edificios históricos donde pueda haber representaciones interesantes de productos vegetales.

“Puede que tengamos parte del código genético de algunas plantas antiguas, pero a menudo las muestras no están bien conservadas, por lo que mirar el arte puede ayudar a poner estas especies en un mapa del tiempo y rastrear su evolución”, dice De Smet, investigador en el Centro VIB-UGent de Biología de Sistemas Vegetales.

El biólogo recuerda que esta idea surgió hace un par de años cuando, observando un cuadro del pintor flamenco Frans Snyders, su amigo Vergauwen le preguntó si conocía una fruta rara que aparecía en la obra.

“Le dije que realmente no lo sabía, y que tal vez el artista no era muy bueno, pero mi colega experto en arte me explicó que Snyders era uno de los mejores pintores del siglo XVII, así que si lo pintó así, es que se veía así. Al final resultó ser una sandía inusualmente blanca”, explica a SINC De Smet.

‘Fruit Stall’ de Frans Snyders. / Wiki/Hermitage Museum

Desde entonces, los dos especialistas no han dejado de investigar el uso del arte como una forma de aprender más sobre la evolución de las plantas. Su estudio sobre las ventajas y desventajas de usar los cuadros para seguir la historia de las modernas frutas, verduras, legumbres, granos, frutos secos y semillas lo publican esta semana en la revista Trends in Plant Science.

Los análisis pueden ir tan atrás en el tiempo como el Antiguo Egipto, donde ya aparecen representaciones también de sandías, por ejemplo, con las conocidas franjas verdes claras y oscuras que vemos hoy. Esta información, combinada con el ADN extraído de una hoja de sandía preservada en una tumba de la época, indica que esta fruta fue domesticada hace más de 4.000 años y que no es una invención moderna.

Los autores destacan que las pinturas pueden dar pistas sobre cómo eran las frutas y verduras y dónde se encontraron en el pasado, pero hay que tener cuidado con las interpretaciones. La calidad y el estilo del artista se reflejan en las plantas que representan, e incluso pintores de renombre pueden no ser fuentes fiables.

Conocer la historia del arte

“Si tratamos de descubrir cómo era una pera a principios del siglo XX fijándonos en un cuadro cubista de Picasso nos vamos a decepcionar”, dice De Smet, quien subraya: “Aquí es donde entra la historia del arte. En algunas pinturas puedes confiar y en otras no, como las de Picasso, y en ciertas obras, solo en parte”.

Un ejemplo de este tercer tipo es la fresa que aparece en el Jardín de las delicias de El Bosco: su aspecto es correcto, pero es tan alta como las personas que tiene al lado. “Sería fantástico suponer que efectivamente existen fresas tan grandes –bromea el biólogo–, pero sí podemos sacar conclusiones sobre su morfología”.

Detalle de ‘El jardín de las delicias’ de El Bosco, donde aparece una fresa. / Wiki/Museo del Prado

“Las ilustraciones funcionan como una especie de lente hacia el pasado –añade–. Nos informan sobre el color, el tamaño o la forma general de los alimentos de origen vegetal, pero debemos estar seguros de la precisión de la representación. Es cuestión de verificar lo fiables que son las fuentes y confiar en las evidencias”.

El autor pone otro ejemplo: “Si un pintor representa una arquitectura que podemos comprobar (como el mercado central de Amberes), no tenemos razón para pensar que no vaya a pintar igual de bien productos perecederos como frutas y verduras”.

Los investigadores también reconocen que están limitados por la accesibilidad del arte en sí mismo. Las colecciones privadas o menos conocidas se pueden pasar por alto, lo que puede inducir a errores sobre la presencia de un alimento vegetal en un determinado tiempo y lugar.

Otro problema añadido es que las plantas que se representan en una pintura, muchas veces no se mencionan en su título. Esto significa que los investigadores deben revisar y estudiar cada cuadro de forma individual.

“Por ejemplo, las fresas del bosque que a menudo se representan a los pies de la Virgen María nunca se mencionan en el título de la obra”, señala De Smet. “Tienes que dirigirte hacia todas y cada una de estas pinturas y mirar hacia sus pies para ver si aparecen las fresas del bosque”.

‘De aanbidding van het kind’ de Cosimo Rosselli y ‘Madonna in Rose Garden’ de Martin Schongauer, dos ejemplos de vírgenes con plantas de fresa a sus pies. En la pintura religiosa del siglo XV, la fresa, por su postura típica, es un símbolo de humildad y modestia. Además, la fruta roja doblada también puede simbolizar la crucifixión de Cristo (con el color rojo que se refiere a la sangre de la pasión y los sépalos a las cinco heridas de Cristo en la cruz), y las hojas trifoliadas, la trinidad. / Wiki/ Rijksmuseum/Colección St. Martin

El objetivo de estos expertos es cotejar la información que proporcionan los cuadros sobre los alimentos vegetales con los datos genéticos obtenidos sobre las plantas durante las dos últimas décadas. Estos estudios han permitido descubrir mutaciones responsables de diversos cambios morfológicos, entre otras características.

“Con esto, unido al conocimiento que tenemos sobre los mecanismos de desarrollo, fisiológicos y metabólicos (que regulan aspectos como el crecimiento, el color, el olor, etc.), podemos relacionar el genotipo (la composición genética) de una fruta con su fenotipo (cómo se ve)”, apunta el biólogo.

Este nuevo enfoque ya ha demostrado que muchas variaciones comunes de frutas y verduras son muy anteriores al campo de la genética moderna. “Lo que vemos hoy en nuestras fruterías y supermercados no son necesariamente un producto de la biología molecular”, explica De Smet, “a veces es una variación natural que ya existía hace siglos, o incluso miles de años atrás, que ahora se ha vuelto a poner de moda”.

Solicitud de ayuda al público

Pero en última instancia, las conclusiones que puedan sacar los investigadores van a depender de la calidad de la base de datos que tengan, y en este punto es donde solicitan la ayuda de los asiduos a los museos y los aficionados al arte para buscar cuadros donde aparezcan alimentos de origen vegetal.

“Para nosotros es fácil ir a colecciones europeas como la del Louvre en París, pero también hay museos en Asia o en América Central y del Sur que podrían enseñarnos mucho”, apuntan los autores, quienes recuerda que personas de todo el mundo pueden colaborar en este proyecto. Simplemente les tienen que mandar la información y las fotografías de lo que uno haya observado.

“Es importante mirar cuidadosamente una pintura, ya que todo está en los detalles; al explorarlos para este reto uno comienza a apreciar el arte y las habilidades del pintor de una manera diferente”, indica De Smet, que concluye con un llamamiento: “Sorprendednos con representaciones inusuales [de frutas y plantas] y ayudadnos a ajustar las líneas temporales de algunos cultivos de los alimentos vegetales”.

Cómo colaborar en este proyecto

–        Ir a un museo, castillo, mansión…

–        Detectar una obra de arte útil

–        Tomar diversas fotografías: de la placa descriptiva (con información sobre el pintor, obra, fecha…), de la obra completa y de los detalles relevantes sobre el alimento vegetal (siempre respetando las normas del lugar que se visita)

–        Enviar las fotos y la información al correo ArtGeneticsDavidIve@gmail.com

–        Una vez revisado, el contenido se incorpora a una base de datos de acceso abierto

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