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Un estudio de la Estación Biológica de Doñana ha desarrollado un modelo de dispersión de semillas basado en el movimiento de gaviotas monitorizadas por GPS que se alimentaban de los arrozales situados en Doñana. El modelo muestra que las gaviotas pueden provocar la expansión de malas hierbas a grandes distancias y entre distintos hábitats, provocando el intercambio de estas plantas entre campos agrícolas y entornos naturales protegidos.
El lobo ibérico (Canis lupus signatus), una subespecie endémica de la península ibérica, fue incluido el pasado 3 de febrero en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE). La inclusión, que equipara el estatus del animal con el existente en prácticamente toda la UE, excluye la actividad comercial y deportiva por ser incompatible con su sostenibilidad como especie.
Una actuación sobre los puntos negros identificados en las carreteras insulares contribuiría a su reducción y favorecería una mayor protección de la biodiversidad, según un estudio de la Universidad de Málaga.
El ser humano ha introducido con su actividad especies que han provocado efectos nocivos en los ecosistemas naturales. En la Península, la especie Carpobrotus edulis está alterando las comunidades de invertebrados en las zonas de costa donde se ha generalizado su presencia.
Una nueva forma de cultivar se está expandiendo por la vega del Guadalquivir para compatibilizar la alta producción de cítricos con la conservación de la biodiversidad y otros recursos naturales que también son elementos valiosos en muchas fincas agrícolas. El proyecto ZITRUS ha alcanzado ya las 1.232 hectáreas en 15 fincas de Sevilla, Córdoba y Huelva, con el auspicio de WWF (World Wildlife Fund), la cadena de supermercados alemana EDEKA y agricultores andaluces.
Los investigadores Antonio Gallardo, Luis Villagarcía y Manuel Delgado Baquerizo lideran varios proyectos dirigidos a conocer las consecuencias del cambio global en el medio urbano y ruderal.
Un grupo de investigadores, entre los que se encuentran expertos de la Universidad de Cádiz, ha descubierto que la biomasa de animales en el océano profundo es mucho mayor de la que se estimaba hasta ahora y que pueden desempeñar un importante papel en la mitigación de los efectos del cambio climático.
Según un estudio liderado por el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) y la Universidad Pablo de Olavide (UPO) centrado en los límites de los bosque subalpinos y polares a nivel global, el aumento de temperaturas durante el siglo XX ha favorecido al crecimiento de los árboles, pero si continúa subiendo la temperatura el crecimiento de esos árboles se podría desacoplar de la temperatura durante el siglo XXI.