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En este parque, creado en el año 1850 y referente de la capital andaluza, tradicionalmente se ha localizado la colonia más grande conocida del nóctulo mayor, una especie de murciélago de gran tamaño. En la competencia por estos espacios, las cotorras, con un comportamiento agresivo, han influido en el descenso poblacional y de refugios disponibles del nóctulo mayor, pudiendo causar su extinción en un futuro.
Las cárices migraron desde el norte de Europa hacia la Península Ibérica y el Mediterráneo a medida que el clima se enfriaba.
Científicos de la Universidad de Sevilla han analizado 22 tipos de este cítrico y han confirmado que los que presentan una concentración mayor de sustancias que determinan su coloración, disponen también de una mayor capacidad antioxidante in vitro.
Investigadores de la Estación Biológica de Doñana han estudiado los posibles efectos de la iluminación artificial sobre el comportamiento de esta especie.
Un estudio internacional liderado por investigadores del Centro Andaluz de Biología al Desarrollo (centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Pablo de Olavide) han identificado el origen evolutivo de las extremidades de los vertebrados: la aleta dorsal de los peces. Se cree que este evento evolutivo clave sucedió hace aproximadamente 400 millones de años.
Un equipo de investigadores del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Puerto Real, Cádiz, advierte que la presencia de una especie de cangrejo de origen africano (Afropinnotheres monodi) que actúa como parásito en mejillones (Mytilus galloprovincialis) salvajes produce una pérdida media del 15 por ciento en su índice de condición, que es una relación entre el peso de la carne y el tamaño de la concha del mejillón. La investigación aparece publicada en Aquaculture.
Las larvas de anfibios de los humedales del parque de Doñana no reconocen al cangrejo rojo americano como un depredador potencial a pesar de que llevan 35 años conviviendo, según un estudio realizado por investigadores de la Estación Biológica de Doñana. Los autores apuntan el 'grave riesgo' que esto supone para dichas especies, que pueden tardar entre 80 y 200 años en reconocer las señales químicas de la nueva amenaza.
Un estudio en el que han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha integrado las dos teorías clásicas que los ecólogos han usado para estudiar las interacciones entre las diferentes especies en la naturaleza. La nueva metodología supone un avance para entender el mantenimiento de la biodiversidad y puede dar con herramientas clave para su conservación.