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La frugivoría es un proceso de vital importancia para la dispersión de muchas plantas, pero las interacciones de dispersión entre plantas y animales no frugívoros, como las aves acuáticas, están poco estudiadas.
Las toneladas de suelo que se pierden en los bosques puede aumentar un 150% los años que coincidan grandes incendios y lluvias torrenciales. El equipo de investigadores del CTFC y del CREAF proponen actuar rápido después de los incendios, antes de que lleguen las lluvias, y hacer una gestión post-incendio adecuada.
Los daños que provoca un incendio forestal son profundos y la restauración de los ecosistemas afectados es enormemente compleja. Un equipo en el que participan investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), lleva años estudiando cómo recuperar la materia orgánica del suelo, sustento de la vida, tras el impacto del fuego.
Un equipo de investigación de la Universidad de Huelva y del Instituto Español de Oceanografía aplica una metodología que predice la abundancia del principal pez comercial del Estrecho a partir de la información obtenida de los parámetros climatológicos y oceanográficos. Hasta ahora sólo se utilizaba información relativa a las capturas logradas, de forma que el nuevo indicador permitirá conocer mejor las subidas y bajadas cíclicas en la cantidad de capturas.
Un estudio en el que ha participado Josep Peñuelas del CREAF, y publicado en Science Advances, afirma que en 2100 la biodiversidad de la cuenca del Mediterráneo, Japón o África ecuatorial estará amenazada por el incremento de ozono en la atmósfera.
Un estudio colaborativo entre España y Portugal ha comprobado con modelos matemáticos que, si se cambia el tipo de paisaje, modificando la vegetación y promoviendo actividades agrícolas de alto valor natural, se reducen drásticamente las zonas quemadas.
Recientemente, el Foro Ecnómico Mundial (FEM) ha publicado información sobre la idea de plantar pequeños bosques urbanos “para impulsar la diversidad y luchar contra el cambio climático”.
Un equipo internacional liderado por la Estación Biológica de Doñana (EBD), centro del Consejo Superior de investigaciones Científicas (CSIC) en Sevilla, ha realizado observaciones de campo en Doñana y demostraron que estas hormigas causaban la muerte a los anfibios juveniles que encontraban en su camino empleando su veneno por contacto. Más de 800 especies de anfibios terrestres conviven con esta especie de hormiga, cuyo rango nativo es la cuenca del Paraná (Argentina, Brasil, Uruguay), y ha invadido todo el mundo, principalmente las regiones de clima mediterráneo.