¿Existen ahora más casos de enfermedades transmitidas de animales a humanos?
Desde hace varios años con el aumento de infecciones por Ébola, Covid-19, virus del Nilo Occidental o Viruela del mono los organismos científicos han identificado varios factores que han propiciado este incremento de las zoonosis, patologías que saltan de animales a personas. La Estación Biológica de Doñana del CSIC o el grupo de Biogeografía, Diversidad y Conservación de la Universidad de Málaga trabajan en la prevención de estos patógenos.
La transmisión intercontinental de enfermedades infecciosas no es algo reciente. Desde las épocas clásicas y la medieval se han producido transmisiones de este tipo que han llevado a diferentes países alejados entre sí a sufrir, por ejemplo, periodos de pestes. Las personas y los animales viajan pero muchas veces lo hacen acompañados de bacterias, virus, parásitos y otros agentes que pueden resultar peligrosos desde el punto de vista sanitario porque pueden generar enfermedades altamente contagiosas, como es el caso reciente del Covid-19.
El investigador del departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga Jesús Olivero señala que desde la segunda mitad del siglo XX, se ha podido observar un aumento progresivo en la aparición de enfermedades emergentes de las que no se tenía noticia y que inicialmente estaban localizadas en áreas muy pequeñas. Entre éstas, aproximadamente un 75% de las que se producen, se deben a zoonosis, según la Organización Mundial de la Salud. Las enfermedades zoonóticas son aquellas enfermedades que pueden afectar al ser humano, pero cuyo origen está en otros animales. Sin embargo, muchas de éstas, finalmente, acaban por transmitirse entre los humanos sin que sea necesaria la intervención de otros animales.
Un ejemplo es la viruela del mono o Monkeypox (MPX). Los casos relacionados con esta enfermedad zoonótica, identificada en 1970 en la República Democrática del Congo, han aumentado durante la última década en países de África central y occidental, pero también se han documentado en otros como Estados Unidos, Reino Unido o Singapur. En los últimos días, se han notificado en Europa 507 casos confirmados. En España, según el informe de situación del Ministerio de Sanidad, se han identificado hasta el 2 de junio un total de 156 positivos. En Andalucía, por su parte, se han confirmado hasta el momento 5 y están siendo investigados 17.
Dos factores clave que explican el aumento
La comunidad científica internacional ha demostrado que los patógenos involucrados en estas enfermedades se encuentran con mayor frecuencia en bosques tropicales. Cuando se deforestan estos bosques no solo sufre el ecosistema, sino que implica la entrada del ser humano o el ganado en un dominio hasta entonces habitado sólo por animales silvestres.
Según el investigador de la Universidad de Málaga Jesús Olivero, normalmente hasta que el bosque desaparece hay un largo periodo en el que hay zonas deforestadas que son de uso humano, como por ejemplo, las agrícolas o en las que se establecen plantaciones de palma para la producción de aceite. Sin embargo, en estas zonas deforestadas siguen manteniéndose núcleos de bosques en los que habitan especies animales transmisoras de estas enfermedades a los humanos. Esto ocurrió, por ejemplo, con el virus que desencadena la enfermedad del Ébola.
En esto también influye otro factor, que es la globalización, que implica tanto la movilidad de personas como de animales asociada a los movimientos comerciales y a un turismo cada vez más internacional propiciado por el abaratamiento de los vuelos. Asimismo, según indica el investigador de la Estación Biológica de Doñana del CSIC, Jordi Figuerola, el aumento del envío de mercancías entre países de diferentes continentes ha facilitado la llegada de especies nuevas y con ellas otras enfermedades. Ejemplo de ello es el mosquito tigre, cuya presencia es reciente en Europa lo cual facilita la posible transmisión de enfermedades que antes no se podían transmitir en Europa.
Herramientas para frenar la transmisión
Algunas especies de mosquitos funcionan como vectores de transmisión de ciertas enfermedades infecciosas como, por ejemplo, el virus del Nilo Occidental. Esta infección generó una de las alertas sanitarias más recientes en España en el sur de Andalucía, concretamente en las provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva. Aunque, según la Organización Mundial de la Salud casi el 80% de las personas infectadas no presentan síntomas, esta enfermedad provocó en la comunidad andaluza en 2020 el fallecimiento de ocho personas.
La Estación Biológica de Doñana del CSIC trabaja en la investigación de estos insectos para intentar prevenir la transmisión de esta enfermedad infecciosa. Para ello comprueba cuáles son las especies que lo transmiten a través de la captura de mosquitos, analiza de qué se alimentan estos insectos para observar las redes de transmisión, qué aves están implicadas en la amplificación del virus y qué factores ambientales se relacionan con una mayor abundancia de mosquitos o presencia del virus.
Este centro perteneciente al CSIC desarrolla también junto con el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y con el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) el proyecto Nexthreat. Estas instituciones están acometiendo un estudio de murciélagos, garrapatas, mosquitos y otros insectos que se alimentan de sangre y del agua presente en lagunas naturales. El objetivo es observar qué virus están presentes en estos animales y en las laguna e identificar aquellos que puedan representar un riesgo para la salud humana o para el ganado. Para ello, como indica Jordi Figuerola, están utilizando técnicas de secuenciación masiva con el objetivo de caracterizar el viroma o conjunto de virus presentes en el organismo de estos insectos y analizar su capacidad para transmitirlos a animales vertebrados.
Por otro parte, el grupo Biogeografía, Diversidad y Conservación de la Universidad de Málaga trabaja en la actualidad en la creación de una herramienta que pueda señalar zonas meteorológicamente proclives a la aparición de nuevos riesgos relacionados con el virus del Ébola. Gracias al seguimiento que realiza la OMS, estos investigadores conocen, por ejemplo, que en abril se dio un nuevo brote en una ciudad concreta de la República Democrática del Congo. Teniendo en cuenta esto, analizan la relación entre la aparición de nuevos brotes con las circunstancias ambientales como los patrones de lluvia en distintos lugares y momentos del año. Esto les permite establecer relaciones significativas, que no son debidas al azar y que podrán ser plasmadas en mapas que señalen, en función de las condiciones atmosféricas, el nivel de riesgo.
Todas estas herramientas de prevención están orientadas al establecimiento de protocolos de actuación desde las autoridades y administraciones públicas. Sin embargo, también los ciudadanos deben conocer los posibles riesgos. Ambos investigadores, Figuerola y Olivero, insisten en la importancia de mantener aquellas zonas que almacenan agua en el entorno de nuestras casas, como pueden ser piscinas o, incluso, recipientes que acumulan el agua que expulsa el aire acondicionado, correctamente limpias para evitar posibles focos de mosquitos.
Gracias a la globalización se ha establecido un comercio intercontinental que suple de materias a diferentes países entre sí. También el turismo proporciona experiencias internacionales de ocio. No obstante se sufren riesgos en los que están en juego la transmisión mundial de enfermedades locales que en pocos meses pueden expandirse a zonas de distintos continentes.
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