Fotografía ilustrativa del artículo
| 26 Ago 2019

Espacios y especies de gran valor ecológico han sido afectadas por el último incendio en Gran Canaria

Fuente: SEO BirdLife

Durante las últimas semanas, tres incendios han afectado a la isla de Gran Canaria. El Gobierno de Canarias, que había asumido la gestión del desastre, de acuerdo con los protocolos establecidos para estos casos, dio por estabilizado el último incendio la noche del miércoles 21 de agosto.

Según fuentes oficiales, se han visto involucrados 45 núcleos poblacionales diferentes de la isla y han sido evacuadas unas 10.000 personas. En cuanto a la superficie quemada, de acuerdo con la información proporcionada por el Gobierno de Canarias, la superficie total afectada sería de unas 9.000 hectáreas, es decir, alrededor del 8% del total de la isla.


El fuego alcanza espacios naturales

Los espacios naturales protegidos afectados, en la parte central y noroeste de la isla, son el Paisaje Protegido de Las Cumbres, el Monumento Natural Montañón Negro, los Parques Rurales Doramas y Nublo, así como el Parque Natural Tamadaba. Muchos de estos espacios, además, forman parte de la Red Natura 2000 y están designados como Zonas Especiales de Conservación (ZEC). Del mismo modo, se habría visto afectada la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de Tamadaba, un espacio que pertenece también a esta red europea y que también es una ZEC. Sobre esto último, cabe señalar que, en un principio, se pensó que el fuego afectaría a un área mayor de este espacio, pero finalmente, según indican las fuentes oficiales, tanto por el tipo de fuego como por el área quemada, habría que lamentar menos daños de los esperados. Otros espacios singulares afectados serían las ZEC Barranco de la Virgen y Nublo II, así como el Área Importante para la Conservación de Aves (IBA, por sus siglas en inglés) Pinar de Tamadaba. También se han visto perjudicadas zonas de monteverde donde se ha reintroducido a la paloma rabiche.

Avifauna afectada

En cuanto al impacto en la avifauna de Gran Canaria, cabe destacar que en la zona afectada habitan unas 50 especies diferentes de aves vinculadas a distintos ecosistemas, siendo muchas de ellas especies o subespecies endémicas tanto a nivel insular como canario o macaronésico. Este sería el caso de una rapaz forestal como el gavilán, un pájaro carpintero como el pico picapinos o paseriformes como el herrerillo o los pinzones común y azul de Gran Canaria.

Aparecen también especies de medios agrícolas como el gorrión chillón, el triguero o la codorniz, así como rapaces nocturnas como la lechuza y, muy especialmente, el búho chico. “A este respecto, más que por el impacto directo del fuego, del que las aves suelen escapar, deberíamos preocuparnos más por el impacto indirecto producido por la pérdida de hábitats, lugares de nidificación y recursos tróficos (alimentos) que pueden afectar más a medio plazo, así como un previsible aumento de la depredación por especies exóticas invasoras ante la pérdida de lugares de refugio y descanso”, explica Yarci Acosta, delegado de SEO/BirdLife en Canarias. Aunque la mortalidad directa generalmente no suele ser un problema, la exposición al humo, igual que en los seres humanos, sí que puede afectar a sus vías respiratorias. “En cualquier caso, es necesario hacer un seguimiento de las especies tras el incendio ya que habrá habido un desplazamiento de los ejemplares que pueden volar hacia zonas seguras dentro de su rango de distribución, para determinar el impacto real del incendio en este grupo animal. En el caso de ejemplares volantones o de crías, si el fuego llegó hasta sus nidos, estas habrán perecido bajo las llamas, pero los adultos reproductores se habrán puesto a salvo”, advierte Acosta. Quien matiza también que “si bien está acabando el periodo de nidificación de un número importante de las aves que podrían verse afectadas y, consecuentemente, el impacto es menor que si el incendio hubiera sido semanas antes, sí coincide con, por ejemplo, polladas de búho, pardelas en huras con pollos, vencejos en cavidades, y grupos familiares de muchas especies, además de juveniles emancipados de gavilán y aguilillas, etc. A esto habría que añadir que los vuelos de huida favorecen los choques y atropellos entre las aves. En cualquier caso, es pronto para valorar el grado de afección real a la avifauna puesto que para ello es necesario realizar estudios in situ”.

 

El pinzón azul

Una de las especies bandera que más preocupa es el pinzón azul de Gran Canaria. Esta ave, un endemismo exclusivo de esta isla, tiene unas densidades muy bajas (las más bajas entre los paseriformes de todo el paleártico occidental, una región amplísima que va desde los Urales en Rusia hasta el Sahara, aproximadamente) y cuenta con una población muy pequeña de tan solo unos 280-300 ejemplares. Afortunadamente, su principal núcleo poblacional que se encuentra en la Reserva Integral de Inagua no se ha visto afectado porque el fuego no llegó hasta este espacio. Sí parece que se han visto afectados parte de los hábitats que ocupa esta especie en La Cumbre y, puesto que se está trabajando en la recuperación de sus efectivos poblacionales y en frenar la fragmentación de sus zonas de distribución para mejorar la conectividad de los pinares donde habita, esto podría ser una mala noticia a falta de evaluar los daños reales en el ecosistema. Por su parte, el pinar de Tamadaba constituía un nuevo enclave potencial para su recuperación y este incendio puede suponer un retroceso en la ampliación de su área de distribución en la isla.

Recuperación de los hábitats

En palabras de Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife “agradecemos a todos los efectivos que han trabajado para detener este grave incendio y a quienes han coordinado las labores de extinción, y nos solidarizamos con todas las personas y familias que han sido desplazadas provisionalmente y sufrido pérdidas materiales. Asimismo, pedimos que, una vez superada esta situación de emergencia, comience el proceso de identificar y poner en marcha las medidas necesarias para favorecer la recuperación de los hábitats y las especies afectadas, así como el estudio del origen del fuego para que se determinen responsabilidades si fuera pertinente”

En este sentido, como resultado de los estudios en los lugares afectados se podría determinar, por ejemplo, la necesidad de que las aves dispongan especialmente de agua (bebederos, fuentes, etc.), y en menor medida de alimento, en aquellas áreas donde estos recursos hayan desaparecido de manera que se garantice que pueden obtenerlos durante el resto del verano. Así mismo, se podría también considerar útil, con base en la evaluación indicada previamente, la importancia de proporcionarles refugios y lugares de nidificación, en las zonas donde hayan desaparecido de cara a la siguiente temporada de cría. Estas acciones se deberían enmarcar en un ámbito más amplio que contemplase no solo a las aves sino al resto de elementos que componen los ecosistemas, incluido el suelo y los invertebrados.

Por último, SEO/BirdLife llamar la atención sobre la proliferación de ciertas informaciones erróneas. Por ejemplo, se ha llegado a cuestionar la presencia del pino canario en los ecosistemas que le son propios puesto que, según determinados argumentos, no aportarían ningún beneficio a la sociedad y atraerían a los incendios. Muy Lejos de la realidad, el pinar canario es un ecosistema clave en las islas Canarias, sirve de refugio para un importante número de especies, condensa la humedad de las nubes con lo que juega un rol vital en la ciclo hídrico insular, fija y retiene el suelo, limpia el aire, etc. A este respecto, conviene sensatez y recomendar a los ciudadanos que utilicen las fuentes oficiales para informarse, huyendo de bulos o datos no contrastados. La gestión de los recursos naturales es una disciplina compleja, en la que interactúan profesionales de distintos sectores y en la que, generalmente, no hay una solución sencilla para los problemas complejos. Es importante entender que la actividad humana debe ser compatible con el mantenimiento del buen estado de los ecosistemas y que las soluciones que no están basadas en la ciencia no pueden ser contempladas en ninguna estrategia de gestión de recursos naturales seria. A la Administración y sus técnicos competentes les corresponde dicha labor siempre contando con la mejor información científica disponible y con el apoyo de la sociedad civil y los investigadores.

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