Pedro Jordano: “Más que intentar conservar especies deberíamos orientarnos a conservar sistemas ecológicos”
Desde el Grupo de Ecología Integrativa de la Estación Biológica de Doñana, el principal reto que mueve al…
Autoría: Mariola Norte
Desde el Grupo de Ecología Integrativa de la Estación Biológica de Doñana, el principal reto que mueve al investigador Pedro Jordano es entender la biodiversidad de la naturaleza, cuáles son los procesos ecológicos que le subyacen y los que contribuyen a mantenerla. Más allá de las especies que están incluidas en un ecosistema, para Jordano adquieren vital importancia las interacciones que tienen lugar entre ellas. Con este objetivo, estudia la ecología y evolución de las interacciones mutualistas planta-animal, especialmente la dispersión de semillas y la polinización. Sus proyectos de investigación actuales responden a su interés por contribuir a una mejor conservación de los espacios naturales protegidos y frenar la acelerada destrucción de hábitats que se está produciendo.
Pregunta (P.-) ¿En qué consiste la Ecología Integrativa?
Respuesta (R.-) La idea engloba tres aproximaciones básicas. La primera incorpora los aspectos relacionados con estudios de ecología de campo, es decir, orientaciones muy dirigidas a estudios de historia natural básica de organismos en su medio ambiente, tanto animales como plantas. La segunda se centra en los modelos teóricos para intentar entender cuáles son los patrones comunes que subyacen en estos datos empíricos. Y la tercera proviene del uso de tecnologías de última generación, fundamentalmente del ámbito de la genética molecular, para abordar procesos ecológicos que intervienen en la diferenciación de las especies y la variabilidad, aunque entre estas técnicas también usamos los Sistemas de Información Geográfica (SIG), simulaciones en superordenadores y sistemas de teledetección. De la integración de estas aproximaciones surgen nuevas respuestas a viejas cuestiones y a la vez nacen nuevas preguntas con innovadoras perspectivas.
P: ¿Por qué son tan importantes las interacciones entre las distintas especies de animales y plantas?
R: Necesitamos entender cuáles son las influencias recíprocas que tienen en el proceso evolutivo de una especie las interacciones con otras. Nuestros trabajos demuestran que la denominada ‘red de la vida’ está soportada por interacciones ecológicas. Más allá de la conservación de especies deberíamos orientarnos hacia la conservación de sistemas ecológicos para mantener toda la estructura funcional del ecosistema. Por ejemplo, en algunos bosques tropicales la sobre-caza lleva al borde de la extinción a grandes animales frugívoros de los que dependen muchas especies de árboles para regenerar sus poblaciones. Si se extinguen interacciones se pierden servicios ecológicos fundamentales. Es el “síndrome del bosque vacío”: un ecosistema no funciona si no preserva las interacciones entre sus componentes.
P: Este tipo de interacciones se dan en sistemas complejos, ¿cómo es posible abordar su estudio?
R: Incorporamos técnicas de observación y análisis de estructuras complejas para, en primer lugar, visualizar la complejidad de las interacciones entre especies en sistemas megadiversos como los bosques tropicales. Conocer el funcionamiento de estos ecosistemas, donde una especie influye a otra, esa a otra y así sucesivamente en procesos en cascada, nos permite observar patrones o denominadores comunes a estas redes. Posteriormente, construimos escenarios de simulación e intentamos ver qué cosas pueden acontecer si se modifican pequeñas partes de esta estructura compleja. Por ejemplo, tenemos evidencias de cambio evolutivo muy rápido en características de flores o de frutos o en su fenología como consecuencia de pérdida de hábitats y fragmentación.
P: En los últimos años se ha experimentado un cambio en los cultivos tradicionales en favor de otros más comerciales orientados a la exportación, ¿este cambio puede influir en el mantenimiento de la biodiversidad?
R: Lo cierto es que este hecho ha provocado que desaparezcan cultivos tradicionales, implicando cambios que han afectado a aves, polinizadores y variedades de plantas cultivadas y por consiguiente asociados a una reducción de la biodiversidad. Por ejemplo, aquí en Andalucía hay catalogadas más de 250 variedades de olivo cultivadas. Muchas de estas variedades están desapareciendo porque los cultivadores del olivar favorecen las 4 ó 5 variedades que son de más fácil recolección y mecanización. El resultado es una homogeneización de los tipos de cultivo porque resulta más fácil, por ejemplo, la extracción mecánica, pero no nos damos cuenta de que eso está sacrificando variedades muy adaptadas a florecer o madurar los frutos a distintas altitudes en localidades concretas, dar aceites con distintos tipos de sabor y propiedades organolépticas. El acervo de plantas cultivadas de diferentes especies es un banco de biodiversidad que alberga, por ejemplo, las claves de resistencia a patógenos y plagas. Estamos perdiendo reservas de este banco a pasos agigantados.
P: ¿Es posible retornar al estado inicial una vez han sucedido este tipo de cambios?
R: Tenemos la certeza de que ya hemos hecho cambios muy drásticos. En muchos sistemas hemos alcanzado puntos de no retorno, tal es el grado de modificación que aunque ahora nos esforcemos por restaurarlos no lo vamos a conseguir. En el caso de las áreas desertificadas, por ejemplo por pérdida de bosque, los cambios que se producen conllevan disminuciones de la pluviometría, de la cantidad de lluvia que cae, cambios a gran escala que imposibilitan retornar esas grandes áreas a condiciones iniciales. En otros casos, como en las moratorias de captura de grandes cetáceos como los rocuales azules o las yubartas, las acciones han conseguido recuperar estas especies de la extinción segura.
P: ¿Cómo diríamos a las personas que la pérdida de biodiversidad les afecta directamente?
R: La pérdida de biodiversidad tiene muchas repercusiones pero la más inmediata es su valor como patrimonio biológico. Imagina qué supondría que se incendiara el Museo del Prado y desaparecieran sus fondos. Sería algo parecido, pues el patrimonio de la biodiversidad es lo primero que atañe a nuestra apreciación del mundo natural con todos los valores que eso conlleva, como por ejemplo la admiración de la belleza, ver un paisaje o una puesta de sol. Pero, además, de la naturaleza extraemos los recursos para la sanidad, medicina, alimentación y el bienestar humano. Perderíamos toda la base de muchos tratamientos médicos para afecciones muy graves y repercutiría también sobre la calidad de nuestra alimentación. ¿Has pensado alguna vez cuántas especies distintas de plantas y animales entran en tu casa directamente a tu alacena o a tu frigorífico, para alimentarte? Cada día la biodiversidad nos ayuda.
P: Otro concepto importante es que el ser humano tiende a verse como observador de la biodiversidad y del medio ambiente pero no como parte de este medio ambiente, nosotros formamos una parte muy importante de esa red compleja
R: La relación del hombre con la biodiversidad no es unívoca, es una relación de dos vías. Nos hemos dado cuenta de que revierte sobre nosotros, hay una retroalimentación de los efectos que nosotros tenemos sobre la biodiversidad y, a su vez, esa modificación nos repercute negativa o positivamente. Ahora mismo existe un consenso muy general de que es absolutamente importante tener cuidado con lo que hacemos con el planeta. Otra cuestión bastante más complicada es acordar a escala planetaria las medidas para actuar de manera rápida y eficiente. Por lo menos hemos avanzado mucho en el paso de la concienciación, pero hay que seguir insistiendo. Desde ámbitos científicos ya hemos encendido las alarmas hace tiempo, basándonos en evidencias muy bien contrastadas.
Perfil: En Doñana desde las primeras ‘expediciones’
Pedro Jordano Barbudo nació en 1957 en Córdoba y está afincado en Sevilla. Ya dejaba entrever su pasión por la naturaleza desde adolescente cuando comenzó a realizar sus primeras salidas de campo. Consiguió contagiar su interés por la ecología a sus compañeros iniciando sus primeras ‘expediciones’ por la Sierra de Córdoba y adentrándose en el espacio de Doñana, que posteriormente ocuparía gran parte de sus investigaciones. Tras finalizar sus estudios de biología en la Universidad de Córdoba, se doctoró en la Universidad de Sevilla, centrando su tesis en el estudio de las interacciones de animales frugívoros y plantas, y la dispersión de semillas en el matorral del área de Doñana.
Actualmente es Profesor de Investigación en el Departamento de Ecología Integrativa de la Estación Biológica de Doñana, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y profesor Honorario de la Hispalense. Sus trabajos se desarrollan en bosque Mediterráneo del sur de España y, desde hace diez años, en bosque tropical de Mata Atlántica, en el Sureste de Brasil. Además, es director del Master de Biodiversidad y Biología de la Conservación impartido en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla en colaboración con el CSIC. Hasta la fecha ha publicado 114 artículos científicos sobre ecología y evolución en revistas y libros internacionales y es evaluador habitual de 31 revistas internacionales en los campos de la ecología, biología evolutiva y biología multidisciplinar. Desde hace unos años actúa como coordinador del Programa Nacional de Investigación para el Ministerio de Ciencia e Innovación en el área de Biodiversidad, Ecología y Cambio Global. También participa activamente en campañas de divulgación y enseñanza de la ciencia y la ecología a estudiantes no universitarios.
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