ecosistemas
Plantar un árbol, utilizar alternativas al plástico o apagar los electrodomésticos mientras no los utilizamos son algunas de las pequeñas acciones que podemos realizar de manera individual para contribuir a conservar y proteger el planeta. A ello hay que sumar las iniciativas que se desarrollan de manera coordinada con el fin de crear conciencia ecológica en la ciudadanía. Sus temáticas son variadas e incluyen las energías renovables, la eliminación de hábitos poco sostenibles o los programas de protección de la flora y la fauna. Cada aportación cuenta.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han proclamado siete iniciativas de África, América Latina, Asia sudoriental y el Mediterráneo como iniciativas emblemáticas de restauración mundial de las Naciones Unidas.
En la cumbre de biodiversidad en Montreal, en diciembre de 2022, se acordó proteger el 30% de la superficie del planeta de aquí al año 2030. Los países han alcanzado la mitad del objetivo, con aproximadamente 266.983 áreas protegidas que cubren el 15,95% de la superficie terrestre.
Un equipo del CSIC publica un estudio en la revista Nature Geoscience que demuestra que los musgos del suelo proporcionan múltiples servicios ecosistémicos asociados con un mayor ciclado de nutrientes, descomposición de materia orgánica y control de patógenos vegetales en comparación con los suelos sin vegetación.
Ante las perturbaciones ambientales, como el aumento de la temperatura o la disminución de la humedad, los seres vivos reaccionan cambiando sus hábitos de vida, su alimentación y sus rasgos morfológicos, fisiológicos o reproductivos.
Existen numerosos sistemas que se organizan en redes: un conjunto de nodos interconectados entre sí. Así funciona la red del metro, de internet o de los ecosistemas.
El estudio, liderado por el CSIC, ha demostrado que la diversidad de hongos patógenos puede desestabilizar la productividad de los ecosistemas, por ejemplo, en pastizales de todo el mundo. Para obtener resultados esclarecedores, investigadores de cuatro continentes reunieron tres estudios globales independientes en ecosistemas terrestres contrastados, desde desiertos y zonas polares hasta bosques templados y tropicales.
El hecho de que la biodiversidad esté de moda es, sin embargo, una mala noticia, ya que el origen de esta fama es precisamente la gran velocidad a la cual las especies están desapareciendo.
A simple vista, los incendios forestales podrían parecer catástrofes que destruyen todo a su paso y no dejan más que un paisaje de desolación. Sin embargo, si visitamos una zona recientemente quemada, encontramos multitud de animales. Algunos de ellos son meros visitantes interesados en aprovechar los nuevos recursos del ambiente. Otros nunca se marcharon, sino que fueron capaces de sobrevivir a las llamas.
Incrementar a gran escala la restauración de los ecosistemas degradados y destruidos, como medida para luchar contra el cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria, el suministro de agua y la biodiversidad.
Más que nunca, es imprescindible que entendamos que nuestra salud depende, en gran medida, de la salud de los ecosistemas.
La maravillosa burbuja en la que habitamos se encuentra en un momento crítico. Pero, aunque muchos nos alertan, continuamos con nuestra economía basada en el perpetuo crecimiento. Es como aquella locomotora de los hermanos Marx que continuamente pedía “¡más madera!, ¡más madera!”