La biodiversidad invisible que mantiene a peces y aves carismáticas en los ríos
La naturaleza nos aporta incalculables beneficios. Algunos de ellos se manifiestan a través de vertebrados, como los peces y las aves, que nos sirven de alimento y también como elemento central de actividades culturales y de recreo.
En el caso de los ríos, hay dos especies de peces europeos que han tenido una importancia económica y cultural preponderante: el salmón y la trucha. Su pesca se remonta a tiempos inmemoriales, formando parte de los entornos fluviales, nuestra cultura y nuestra gastronomía.
Las aves, con su belleza, su canto y su vuelo, siempre han fascinado al ser humano. Muestra de ello es la gran participación ciudadana en asociaciones ornitológicas como la SEO (con casi 20.000 socios) o la RSPB británica (con más de 1 millón de socios).
En ambos casos, la pesca recreativa y el avistamiento de aves suponen un enorme atractivo en las zonas rurales, aportando un gran flujo de visitantes y de ingresos que son claves para estas áreas de interior – por supuesto, siempre que se garantice el estricto cumplimiento de la legislación ambiental y la sostenibilidad en la explotación de las poblaciones de estas especies.
Los vertebrados de agua dulce, entre los animales más amenazados del planeta.
Según datos recientes de WWF, las poblaciones de estos organismos se han reducido un 83% a nivel global desde los años 70. Las causas son múltiples y normalmente incluyen factores como la degradación y contaminación del hábitat, la construcción de presas y la sobreexplotación de sus poblaciones, entre otros.
En el caso de algunos salmónidos como la trucha y el salmón, su conservación se enfrenta al reto de su complejo ciclo de vida caracterizado por migraciones entre agua dulce y marina. Los salmones nacen en las cabeceras de los ríos, en zonas de aguas limpias y bien oxigenadas. Allí pasan de 2 a 8 años, hasta alcanzar un tamaño que les permita migrar al mar (Atlántico norte), donde completarán su crecimiento gracias a la abundancia de crustáceos y otros peces que les sirven de alimento. Finalmente, los salmones vuelven al río donde nacieron para desovar y reiniciar el ciclo. Debido a su gran tamaño en la fase adulta, el salmón ya no se puede alimentar en el río, por lo que llega a perder hasta el 90% de su peso durante la remontada río arriba.
El salmón, que antiguamente tenía una distribución relativamente amplia en el norte de Portugal y la cornisa cantábrica, está desapareciendo de muchos de estos ríos y muestra densidades alarmantemente bajas, principalmente como consecuencia de la contaminación y la construcción de presas y embalses que reducen la conectividad fluvial y dificultan su migración y que pueda así completar su ciclo biológico. Esto se ha traducido en un marcado descenso en sus capturas en Galicia y Asturias. La trucha está sufriendo también un fuerte retroceso, aunque su menor dependencia de la migración al mar y su mayor flexibilidad alimentaria la hace menos vulnerable a los impactos humanos.
La situación es similar en algunas aves acuáticas, que si bien no sufren un descenso tan acusado, ya muestran signos de deterioro. El ejemplo más claro es el del mirlo acuático, cuya sensibilidad a la contaminación le ha hecho desaparecer de los tramos de río más alterados. Mientras, otras aves que despiertan interés social, como la lavandera cascadeña, son más resistentes a la alteración de los ecosistemas de agua dulce.
La desaparición de especies de hábito depredador puede ocurrir por varios motivos, ya sea por impactos humanos directos, como la sobreexplotación o la contaminación, o por una escasez de presas (alimento). Por lo tanto, una de las maneras de abordar esta problemática es el estudio de la dieta de estos depredadores para evaluar su sensibilidad a la degradación de los ríos. Por ejemplo, muchos de los vertebrados dulceacuícolas son depredadores de animales más pequeños, como renacuajos de anfibios, alevines de peces e invertebrados – esos bichillos que vemos al levantar una piedra en el río. Mejorar el conocimiento de estos aspectos tróficos resulta fundamental para preservar las poblaciones de estos depredadores y poder implementar medidas de conservación y recuperación efectivas.
El papel de la dieta en el declive de los vertebrados de agua dulce.
Por este motivo, un equipo compuesto por investigadores de la Estación Biológica de Doñana – CSIC y de distintas universidades y organizaciones ambientales británicas, han estudiado la dieta de peces como la trucha y el salmón, y aves acuáticas como el mirlo acuático y la lavandera cascadeña, para determinar si estos depredadores necesitan una gran variedad o abundancia de presas o, por el contrario, dependen de tipos de presa muy concretos.
Para desarrollar este trabajo, los investigadores han recopilado información sobre la alimentación de estos depredadores en ríos europeos, así como sobre las poblaciones de depredadores y presas en 84 ríos en Gales (Reino Unido). Los resultados indican que, en general, los invertebrados acuáticos suponen un gran porcentaje de la dieta de estos depredadores. El caso más extremo es el del mirlo acuático, cuya alimentación depende en más de un 90% de invertebrados acuáticos.
Por tanto, esto muestra que tienen especial predilección por un tipo de presa muy concreto: las larvas de insectos que aparecen en las zonas de corriente, sin capacidad de nadar pero con una alta presencia en la corriente – como estos organismos no pueden nadar, es frecuente que se dejen llevar por la corriente. Estas larvas representan la mayoría de la dieta de salmones (75%), mirlos acuáticos (65%) y truchas (54%). Los datos de este trabajo indican que una mayor abundancia de este tipo de larvas, entre las que encontramos animales como las efímeras o los quironómidos, son fundamentales para mantener poblaciones de estos cuatro depredadores en un mismo río.
Según los investigadores, este trabajo demuestra la importancia de los invertebrados acuáticos, que forman parte de esa “biodiversidad invisible” o poco carismática que a veces desconocemos, pero que sirve para mantener animales más visibles y que despiertan un gran interés social y cultural.
La dieta de peces y aves acuáticas puede explicar su vulnerabilidad a la degradación de los ríos.
El equipo de investigadores sugiere que la pérdida de este tipo de invertebrados podría ser una de las razones que expliquen la desaparición de truchas, salmones y aves acuáticas en nuestros ríos. En la actualidad, casi la mitad de los ríos españoles se encuentran en un estado ecológico deficiente, lo que podría conllevar una reducción en la cantidad de invertebrados que aparecen en los ríos, agravando la situación de especies de peces y aves carismáticas.
Los investigadores sugieren que la conservación y restauración de los ríos y su “biodiversidad invisible” no solo tendría beneficios en relación al aumento de las poblaciones de animales carismáticos y su valor recreativo y cultural, sino también en relación a otros aspectos como una mejor capacidad auto-depurativa de las aguas y una mayor resistencia y resiliencia al cambio climático.
Referencia:
Gutiérrez‐Cánovas, C., Worthington, T. A., Jâms, I. B., Noble, D. G., Perkins, D. M., Vaughan, I. P., Wooward, G, Ormerod, S.J. & Durance, I. (2021). Populations of high‐value predators reflect the traits of their prey. Ecography.
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