Los suelos son unos de los ecosistemas terrestres menos conocidos por el ser humano, y por ello, se consideran junto con otros sistemas hiperdiversos e inaccesibles como las fosas oceánicas o el dosel de los bosques tropicales, las últimas fronteras bióticas. Esta situación supone que el conocimiento de cómo se distribuye la biodiversidad terrestre, y los procesos que la generan y la destruyen, se base principalmente en su componente superficial e ignore en gran medida la biodiversidad de los suelos. El estudio de la biodiversidad de los suelos ha avanzado mucho en las últimas décadas gracias al desarrollo de las técnicas de secuenciación de alto rendimiento, que empezaron a aplicarse para caracterizar las bacterias y hongos de los suelos. Solo en los últimos años, dichas técnicas se han adaptado y aplicado para estudiar otros componentes macroscópicos pero diminutos de los suelos: la fauna edáfica. Un solo metro cuadrado de suelo puede contener en sus primeros centímetros decenas de miles de ácaros, colémbolos y escarabajos. La riqueza, estructura y procesos que generan esta diversidad edáfica son en gran medida desconocidos.
En uno de los últimos artículos publicados por el Grupo de Ecología y Evolución en Islas del IPNA-CSIC, los autores han aplicado novedosas técnicas moleculares y herramientas bioinformáticas, desarrolladas por el grupo, para estudiar la escala a la que las limitaciones de dispersión son un factor importante determinando la distribución y estructura espacial de la fauna de los suelos. Las comunidades de los suelos de tres regiones del sur de la Península Ibérica se caracterizaron a nivel de variación genética intraespecífica, número de especies y número de grandes linajes y se analizaron en un marco de trabajo multi jerárquico. Los resultados demuestran altos niveles de estructura geográfica y endemicidad a escalas geográficas muy reducidas, por debajo del km dentro de todas las regiones estudiadas. Dichos patrones, repetidos a múltiples niveles de organización, son concordantes con que gran parte de la fauna de los suelos apenas dispersa en distancias muy reducidas y ha diversificado localmente durante largos periodos de tiempo. Si dicho proceso es una constante en otras regiones biogeográficas, podría suponer una abrumadora riqueza de especies de fauna de suelo a nivel global, dejando totalmente desfasadas e infraestimadas las actuales estimaciones de especies en nuestro planeta.
Para saber más: «The limited spatial scale of dispersal in soil arthropods revealed with whole-community haplotype-level metabarcoding«.