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| 28 Nov 2022

Sin bosque de ribera no hay paraíso en los paisajes agrícolas

Los bosques de ribera fluviales aportan importantes beneficios al ser humano, como la mejora de la calidad del agua, la provisión de materiales (como por ejemplo, madera y fibras) o la regulación de la velocidad del agua del río durante las crecidas.

agrícola , bosques , servicios ecosistémicos

Autoría: Clara Castellano y Dani Bruno.

Fuente: Ecomandanga

Los bosques de ribera fluviales aportan importantes beneficios al ser humano, como la mejora de la calidad del agua, la provisión de materiales (como por ejemplo, madera y fibras) o la regulación de la velocidad del agua del río durante las crecidas. Estos beneficios se conocen popularmente como servicios de los ecosistemas. Los servicios de los ecosistemas son especialmente importantes en zonas agrícolas con un manejo intensivo donde el paisaje ha sido profundamente transformado por el ser humano. En este post, Clara Castellano y Dani Bruno, del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), nos resumen un estudio que ellos mismos firman junto a otros colaboradores, en el que muestran cómo la restauración del bosque de ribera incrementa los servicios de los ecosistemas en una cuenca eminentemente agrícola como es la del río Flumen (Comarca de los Monegros, Huesca).

Aunque los bosques de ribera ocupan una extensión muy reducida en las zonas agrícolas, constituyen un gran refugio para la biodiversidad. Esta biodiversidad, a su vez, sustenta procesos ecológicos que intervienen de forma crucial en el suministro de servicios ecosistémicos complementarios a los proporcionados por las tierras agrícolas, claramente enfocadas en la provisión de alimentos.

A pesar de su importancia, el bosque ribereño es uno de los ecosistemas más amenazados debido a su gran fertilidad, que lo hace un terreno idóneo para la agricultura, y a la extracción de agua asociada a dicha actividad. La situación es especialmente delicada en las zonas donde la disponibilidad de agua es limitada. Ante esta situación, las revegetaciones y restauraciones del bosque de ribera se antojan estrategias efectivas para conservar la biodiversidad, las funciones ecológicas que sostiene y los beneficios que obtenemos de estas últimas en los paisajes agrícolas.

Ribera del río Flumen en Monegros (Huesca). Autora: Clara Navarro.

El bosque de ribera y la agricultura, una relación difícil pero necesaria.

Hace unos 10.000-15.000 años, la invención de la agricultura permitió un cambio radical en la forma de vida y mejoró el bienestar de las poblaciones humanas del Neolítico, pasando de una vida nómada basada en la caza y la recolección, a otra sedentaria basada en la agricultura y la ganadería. La revolución neolítica constituyó el pistoletazo de salida que permitió crecer enormemente a la población humana hasta alcanzar los miles de millones de personas que habitamos hoy día en el planeta. Para lograr esta proeza, según la FAO casi el 40% de los ecosistemas naturales terrestres de la Tierra se han transformado en tierras agrícolas. Este enorme cambio en el uso del suelo ha modificado el esquema de los beneficios que el ser humano obtiene de la naturaleza, aumentado los servicios ecosistémicos de aprovisionamiento, como la producción de alimentos y fibras, mientras que ha reducido los servicios de soporte (como la provisión de hábitat para la biodiversidad), regulación (como el control de la erosión) y culturales (como las actividades recreativas).

De hecho, la transformación del paisaje debido a la expansión e intensificación de la agricultura es el factor más importante de pérdida de biodiversidad y de disminución de los servicios de los ecosistemas en todo el mundo.

Mapa representando la localización de los cultivos (cropland; naranja y marrón), pastos (grazing land, verde) y paisajes en mosaico (cropland/grazing land mosaic, amarillo) en el planeta. (Fuente: GRID-ARENDAL; https://www.grida.no/resources/5531; CC BY-NC-SA 2.0).

Los bosques de ribera no son una excepción: la agricultura es una de las principales causas de su fragmentación y reducción a nivel mundial. Aunque los bosques de ribera inmersos en paisajes agrícolas representan una pequeña proporción en estas áreas de cultivos intensivos, contribuyen de manera remarcable a su biodiversidad. Esta biodiversidad soporta numerosas funciones y procesos ecológicos cruciales en la provisión de servicios ecosistémicos esenciales para la propia producción agrícola y el bienestar humano.

Por ejemplo, la vegetación de ribera contribuye a la mejora de la calidad del agua, filtrando los sedimentos, nutrientes y pesticidas del agua que transcurre desde los cultivos agrícolas anexos hasta el cauce del río. Los bosques ribereños también desempeñan un importante papel como refugios para la fauna, promoviendo la conservación de la biodiversidad en paisajes eminentemente agrícolas.

Asimismo, contribuyen de manera notable a la mitigación del cambio climático, mediante la acumulación de carbono. Además, proporcionan servicios reguladores clave para la propia agricultura, como el control de plagas, la polinización y la protección contra las inundaciones. Sin embargo, a pesar de su gran importancia ecológica, los bosques de ribera son uno de los ecosistemas más amenazados debido a la intensificación agrícola, la regulación de caudales y la extracción de agua asociada.

La restauración de riberas como herramienta para conciliar agricultura y biodiversidad.

La restauración de zonas de ribera degradadas ha experimentado un impulso en las últimas décadas. Sin embargo, suele faltar una evaluación adecuada del éxito de los proyectos de restauración. Además, hay poca evidencia empírica de los efectos de la restauración de ribera en la provisión de servicios ecosistémicos.

En el estudio referido al inicio de este post tratamos de abordar dos objetivos principales: (i) identificar las variables ambientales clave que modulan el éxito de restauraciones de riberas degradadas en cuencas mediterráneas con un uso de suelo predominantemente agrícola, y (ii) evaluar cómo la restauración de ribera afecta a la provisión de servicios ecosistémicos reguladores y de soporte en comparación con otros usos del suelo naturales y agrícolas tras cinco años transcurridos desde el fin de las restauraciones.

Para cumplir el primer objetivo, investigamos el efecto de diversas variables hidrológicas y del suelo en la supervivencia y el crecimiento de diez especies autóctonas que se plantaron en zonas de ribera degradadas del río Flumen (Monegros, Huesca). Para cumplir el segundo objetivo, medimos siete servicios ecosistémicos de regulación (purificación del agua, regulación del microclima, almacenamiento de carbono en el suelo, almacenamiento de contaminantes orgánicos en el suelo, capacidad de retención de agua, tasa de infiltración del agua y mitigación de la escorrentía superficial) y dos de soporte (provisión de hábitat y formación del suelo) en zonas de ribera con diferentes estados de conservación (bosque maduro de referencia, zonas restauradas y zonas degradadas), y las comparamos con las proporcionadas por otros usos del suelo naturales y agrícolas de la misma cuenca hidrológica.

Fotos del bosque de ribera maduro (izquierda) y restaurado (derecha). Autora: Clara Navarro.

Los resultados muestran que la tasa de supervivencia de las especies plantadas, y por ende, el éxito de la restauración, dependió principalmente de la distancia de las plantas al nivel freático, la salinidad y los nutrientes del suelo. A más cercanía del agua subterránea, mayor contenido en nutrientes y menor salinidad, mayor fue la supervivencia y crecimiento de las especies plantadas.

Los resultados revelan además que las restauraciones de ribera en los paisajes agrícolas pueden ser eficaces para mejorar el suministro de servicios ecosistémicos. Así, las zonas de ribera restauradas aumentaron el suministro de servicios ecosistémicos de regulación y soporte en comparación con las zonas ribereñas degradadas y los cultivos agrícolas. Confirmamos, por ejemplo, que las riberas tienen un papel importante en la mejora de la calidad del agua en cuencas agrícolas, reduciendo los nitratos que alcanzan el río desde las zonas agrícolas adyacentes entre un 41 y un 79% (dependiendo de la estación y la cantidad de nitratos en el flujo de entrada) tras las restauraciones.

Otros servicios ecosistémicos que aumentaron con la restauración fueron la regulación del microclima (aumento de la humedad y descenso de la temperatura del aire en verano) y la provisión de hábitat, lo que es muy importante en una comarca mediterránea semiárida con escasa precipitación y temperaturas extremas como Monegros, llamado popularmente en la zona como Desierto de Monegros. También destacó el aumento del almacenamiento de carbono, crucial para la mitigación del cambio climático.

Finalmente, cabe destacar que, si bien tras 5 años las zonas restauradas todavía no alcanzaron la magnitud y el rango de los servicios ecosistémicos de los bosques ribereños maduros, la restauración parece una herramienta útil para intentar conciliar la producción de alimentos y los servicios de regulación y de soporte en paisajes agrícolas.

Reducción de nitratos desde los cultivos (70 m) al río (0 m) a lo largo de la ribera fluvial en verano y otoño de 2015-2016. Autor: Clara Castellano et al., 2022; Agriculture, Ecosystems & Environment 337, 108048.

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