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Las personas necesitamos encontrar vías alternativas de consumo y de vida. Esta es la lección aprendida después de una pandemia mundial vinculada a la globalización y la destrucción de la naturaleza que se suma a la situación actual de crisis climática.
Incrementar a gran escala la restauración de los ecosistemas degradados y destruidos, como medida para luchar contra el cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria, el suministro de agua y la biodiversidad.
La alimentación 5S (Saludable, Segura, Sostenible, Social y Satisfactoria) es uno de los grandes objetivos del siglo XXI y para lograrlo, sí o sí hay que contar con las legumbres.
El grueso de nuestra alimentación depende en último término de unas pocas especies de plantas agrícolas (el maíz, el trigo, las legumbres). En total, unos pocos centenares de especies. Pero ¿de dónde vienen y cómo han llegado a ser plantas agrícolas?
El trepidante ritmo de vida de las ciudades nos está alejando de la cocina de nuestros ancestros, la dieta mediterránea. La falta de tiempo nos lleva a consumir comida rápida y productos precocinados con mayor frecuencia.
Muchas de las frutas y hortalizas que se cultivan o comercializan en distintas zonas del mundo son conocidas y consumidas por mucha gente. Sin embargo, hay muchas otras que han sido ignoradas e infrautilizadas.
Los alimentos contienen nutrientes que son esenciales para el mantenimiento de la vida y la obtención de energía. Ahora bien, el consumo excesivo de ciertos nutrientes promueve el desarrollo de determinadas patologías.
Para explicar la expansión de los mosquitos invasores se han formulado múltiples hipótesis. Algunas de ellas son pintorescas y todas se basan en la idea de que los mosquitos tienen un alcance limitado.