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La maravillosa burbuja en la que habitamos se encuentra en un momento crítico. Pero, aunque muchos nos alertan, continuamos con nuestra economía basada en el perpetuo crecimiento. Es como aquella locomotora de los hermanos Marx que continuamente pedía “¡más madera!, ¡más madera!”
En los últimos años se ha generado un intenso debate sobre la necesidad de cambiar nuestros hábitos alimentarios por diversos motivos, entre los que se encuentra la preservación de los ecosistemas y los equilibrios planetarios.
El ozono es conocido por filtrar la radiación ultravioleta en las capas altas de la atmósfera. Sin embargo, también es un contaminante importante en la troposfera y uno de los gases de efecto invernadero que más contribuye al calentamiento global.
La fobia a los enjambres se traduce en el rechazo a su presencia por parte de las personas que habitan allí donde se hayan instalado.
La lucha contra el cambio climático, el derecho y la soberanía se están viendo afectados por cambios conceptuales de calado. Las razones son diversas y guardan relación con los cambios en nuestras sociedades y en sus ordenamientos jurídicos, cada vez más globalizados.
En el año 2015, el grueso de los residuos plásticos en España provenía en un 40 % de la protección de cultivos (invernaderos) y en un 32 % del riego.
Los microplásticos pueden tener muchos orígenes. Uno de ellos son los productos de uso cotidiano a los que se añaden intencionadamente. La mayoría de las veces, se agregan para mejorar las propiedades del producto y hacer más efectiva y rápida la función que va a desempeñar.
Se han identificado además algunos péptidos de bajo peso molecular que podrían ser los responsables de éste efecto antihipertensivo.