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Las ciudades copan el protagonismo en la Cumbre del Clima de Glasgow. En ellas se encuentran algunos de los problemas, pero también parte de la solución. En España, los municipios de más de 50.000 habitantes deberán implementar antes de 2023 su propia Zona de Bajas Emisiones.
Adoptar nuevos hábitos para combatir el cambio climático supone modificar cómo nos desplazamos, consumimos y nos alimentamos. Además, las acciones individuales deben ir acompañadas de políticas climáticas para limitar el aumento de la temperatura media global a 1,5 ºC.
Seguir una dieta variada y equilibrada nos permite estar bien nutridos y que nuestro cuerpo funcione correctamente. Sin embargo, con el ritmo de vida actual y la falta de tiempo, es difícil comer sano y pueden aparecer carencias de algunos nutrientes.
En un momento en que la cumbre del clima de Naciones Unidas en Escocia (COP26) está poniendo el foco en las políticas sobre el cambio climático y el impacto del calentamiento global, resulta especialmente útil entender lo que la ciencia ha demostrado hasta ahora.
Al igual que el aceite de oliva o la dieta mediterránea, el pastoralismo es emblemático en el Mediterráneo. Al mismo tiempo, aquí la velocidad del cambio climático es mayor que la que señalan las tendencias globales.
Ante la urgente necesidad de limitar el calentamiento global debido al aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera (en particular el dióxido de carbono o CO₂), surgen las voces a favor de potenciar los monocultivos forestales comerciales.
Del 31 de octubre al 4 de noviembre de 2021 tendrá lugar en Glasgow la Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidas (COP26) que entre sus metas destaca el lema de “trabajar juntos para conseguir afrontar los retos de la crisis climática”.
El cambio climático está alterando el ciclo natural, en el proceso de maduración de la uva, por ejemplo, la hace más vulnerable a las plagas, incluso dificulta el cultivo de algunas variedades en zonas concretas.