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Fotografía ilustrativa del artículo
| 27 Abr 2021

Huertos urbanos para mejorar la calidad de vida en las ciudades

Hay un contraste evidente entre el centro y la periferia en las ciudades ocasionado por la mayor concentración demográfica y las fuentes de calor. Esto provoca un incremento de la morbilidad urbana, especialmente en las enfermedades crónicas en niños y personas mayores.

Huertos urbanos , salud

Autoría: Julián Briz Escribano, Isabel de Felipe Boente, Teresa Briz

Fuente: The Conversation

La creciente tendencia a la urbanización (el 70 % de la población de la UE ya vive en las ciudades) está provocando una fuerte presión demográfica, zonas marginales, contaminación aérea y acústica, desequilibrio en el abastecimiento de alimentos y utilización de recursos naturales, el cambio climático, pérdida de salud y bienestar, aislamiento social y un largo etcétera.

Hay un contraste evidente entre el centro y la periferia en las ciudades ocasionado por la mayor concentración demográfica y las fuentes de calor. Esto provoca un incremento de la morbilidad urbana, especialmente en las enfermedades crónicas en niños y personas mayores. Se estima que se producen 7 millones de muertes prematuras al año por contaminación aérea. De ellas, un 88 % corresponden a países de ingresos medios y bajos.

El problema de la contaminación del aire.

El 90 % de la población urbana habita en ciudades que superan los límites de contaminación del aire, lo que provoca más de 3 millones de muertes anuales. Entre los contaminantes más agresivos tenemos el NO₂, el ozono y las partículas microscópicas. El CO₂ incide en el calor, provocando la típica boina que retiene la contaminación.

Es necesario adoptar medidas para mejorar la situación, disminuyendo las emisiones y aumentando las inmisiones en un proceso de crecimiento urbano y aumento de temperatura. La naturación se ofrece como solución basada en la naturaleza, a través de la creación de pasillos, paredes y tejados verdes, láminas de agua y otros.

El cambio climático es otra de las amenazas a nivel mundial con una repercusión urbana y que requiere el apoyo de la naturaleza.

Las infraestructuras verdes tienen un impacto positivo en la salud, tanto desde el punto de vista de la calidad medioambiental como en una dimensión psicológica.

Soluciones en un marco urbano sostenible.

En un plano muy general, podemos clasificar las soluciones en dos grandes áreas: las soluciones basadas en la naturaleza (SBN) y las que no lo son.

Ahora nos vamos a referir básicamente a las SBN. Dentro de ellas figuran la naturación urbana y otras, entre las que destaca la biocinética, que toma la naturaleza como inspiración para técnicas innovadoras que, de forma natural, se han ido resolviendo a lo largo de los siglos.

La naturación urbana, que también se identifica con las infraestructuras verdes urbanas, especialmente en terminología inglesa, tiene varios enfoques. Existe una naturación espontánea y otra domesticada. La espontánea incluye la invasión de los espacios de la ciudad por las especies vegetales, especialmente autóctonas, y se habla inadecuadamente de malas hierbas o invasiones no deseadas.

La segunda modalidad podríamos identificarla como agroecología funcional urbana, ya que la flora y la fauna se orientan hacia un amplio abanico de actividades, como pueden ser la alimentación, la ornamentación, el paisajismo o el recreo.

Es frecuente encontrar en las grandes ciudades huertos multifuncionales. Pueden estar en colegios como apoyo a la docencia de niños y jóvenes, o con una funcionalidad terapéutica (personas mayores, discapacitados, o en riesgo de exclusión social, entre otros).

Multifuncionalidad agroecológica urbana.

Un aspecto esencial de la agroecología urbana es la puesta en escena de una serie de funciones que suelen permanecer ocultas o poco apreciadas por el ciudadano. Tanto en la urbe como en el mundo rural apenas se mencionan, aunque algunas, como el patrimonio paisajístico, están empezando a hacerlo.

A grandes rasgos, podemos identificar varios grupos de funciones:

  • Alimentación y nutrición. Son las tradicionalmente apreciadas al tener un valor de mercado con un impacto socioeconómico en la población.
  • Ornamentación, paisaje y recreo. Son funciones relevantes para la ciudad, convertida en jungla de cemento y cristal. Las infraestructuras grises causantes de estrés emocional deben transformarse en verde-azules, con entornos amigables y relajantes.
  • Socioeconomía y educación medioambiental. La agroecología irrumpe en la ciudad con posibilidades de nuevos negocios, inversiones y puestos de trabajo.
  • Mejora medioambiental. Hay numerosos trabajos que muestran el impacto positivo de la vegetación, a través de la función clorofílica, la absorción del CO₂ y liberación del O₂, el aumento del grado de humedad, la regulación de la temperatura, depositando el polvo atmosférico y amortiguando las ondas sonoras.

¿Cómo recuperar la naturaleza en la ciudad?

En este escenario, subyace el interés creciente por la naturación urbana, es decir, la incorporación de la naturaleza perdida por el ciudadano a lo largo del proceso constructivo y especulador del suelo disponible. La agroecología renace como herramienta necesaria para lograr un horizonte sostenible.

La publicación de Eduardo Moyano sobre agroecología y agricultura ecológica nos anima a una serie de reflexiones sobre el tema.

La multiplicidad y heterogeneidad de los problemas señalados requiere el concurso de equipos multidisciplinares. El intercambio de experiencias en campos hasta ahora encorsetados en distintos modelos académicos y profesionales choca con reticencias y barreras de distintos tipos.

Retos y perspectivas.

La multifuncionalidad agroecológica tiene un futuro optimista. No obstante, la preponderancia de unos modelos agroecológicos y su vertiente rural y urbana dependen de una serie de elementos a considerar. Entre ellos se incluyen los cambios en la cadena de valor alimentaria y ornamental que varían según los sistemas productivos (cultivos de precisión, lucha biológica…), la industria transformadora con nuevos alimentos de laboratorio, las innovaciones en logística y distribución y hasta el comercio electrónico y el teletrabajo.

A lo anterior se une la figura de productor-consumidor-ciudadano que, practicando la agroecología o siendo testigo directo de ella, consume sus productos y tiene capacidad de influir en la toma de decisiones sociopolíticas. Esto no implica un menoscabo de los otros modelos agroecológicos que irán adaptando su funcionamiento a las nuevas exigencias del horizonte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Finalmente, hemos de anotar la responsabilidad compartida de todos los actores de la ciudad en esta tarea de impulso a la agroecología urbana como instrumento basado en la naturaleza, que nos permita un horizonte sostenible, asequible y con una mayor justicia social.

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