Huertos urbanos, la “navaja suiza” de las ciudades
Las personas necesitamos encontrar vías alternativas de consumo y de vida. Esta es la lección aprendida después de una pandemia mundial vinculada a la globalización y la destrucción de la naturaleza que se suma a la situación actual de crisis climática.
Autoría: Verónica Couto Antelo
Fuente: CREAF
Las personas necesitamos encontrar vías alternativas de consumo y de vida, y tener más y mejor acceso al verde. Esta es la lección aprendida después de una pandemia mundial vinculada a la globalización y la destrucción de la naturaleza que se suma a la situación actual de crisis climática. Una opción interesante para darle respuesta desde las ciudades son los huertos urbanos, espacios multifuncionales que proporcionan un abastecimiento más sostenible a la vez que abren todo un abanico de vínculos con el medio ambiente, la comunidad y el aprendizaje.
Hoy día, nuestro consumo se basa en los productos que importamos de otros países que producen o fabrican a un coste más bajo. Y eso en ocasiones puede hacer tambalear el propio sistema de abastecimiento, como hemos visto ante la pandemia causada por el coronavirus y el cierre de las fronteras del estado Español con otros estados europeos. De hecho, no sólo es ineficiente ante estas situaciones de crisis, sino que también tiene implicaciones ambientales, sociales y económicas relacionadas con el gasto energético y las emisiones que conlleva su transporte, por ejemplo, o con el control de los mercados por parte de unos pocos oligopolios, que pone en riesgo la continuidad de la agricultura o la ganadería local y su papel protector del territorio. Sin olvidar que, en realidad, el abastecimiento sigue sin estar asegurado en todo el planeta, ya que existen fuertes desigualdades.
Para combatir este escenario, coge fuerza el concepto de soberanía alimentaria, según el cual cada pueblo tiene el derecho a decidir sobre lo que consume y en el que se valora mucho la creación de huertos locales. Unos huertos que toman el nombre de urbanos cuando se desarrollan en las urbes o sus periferias, sea en fincas municipales, en la escuela o dentro de un pequeño piso de 40 m2. Desgraciadamente, y siendo realistas, en las ciudades grandes el suministro de fruta y verdura sólo con huertos urbanos no sería suficiente para toda la población, pero estos espacios proporcionan muchos otros servicios. Según las expertas son espacios verdes multifuncionales o, lo que sería lo mismo, que sirven para muchas cosas; las navajas suizas de las ciudades sostenibles.
“Los huertos urbanos favorecen la biodiversidad de las ciudades porque conectan los diferentes parques y jardines, se incluyen también en proyectos de cohesión social y mejoran el bienestar de las personas que los cultivan y de las que los disfrutan cuando pasean por la ciudad” explica Corina Basnou, investigadora del CREAF. Y añade que “debemos considerar que esta práctica también está relacionada con la salud pública, porque produciendo los alimentos en casa podemos saber qué comemos, su calidad y la forma en que se han obtenido”.
Aunque es probable que los huertos urbanos no mejoren directamente la calidad del aire de la ciudad —como sí ocurre con los parques y jardines, que son más grandes y tienen mayor superficie de hojas que hacen la fotosíntesis y “limpian” el aire—, sí tienen el potencial de mejorarla de manera indirecta. Ana Àvila, también investigadora del CREAF, lo menciona: “las personas necesitamos el verde muchas veces y tenemos que ir a buscarlo fuera de las ciudad. Si lo tuviéramos más cerca evitarían muchos desplazamientos en coche innecesarios y contaminantes”.
Educar en verde.
Otra de las implicaciones de los huertos urbanos es el aprendizaje: qué plantas dan cada fruto, qué gusto tienen las verduras y hortalizas de proximidad, qué podemos comer en función de la temporada. ¡Los tomates no vienen del supermercado ni están todo el año! Las escuelas y universidades cada vez se atreven más a hacer huertos en sus patios y transmitir este conocimiento al alumnado.
“En la Facultad de Educación de la UAB nos hemos lanzado a la piscina y hemos decidido seguir la permacultura para diseñar nuestro huerto, que consiste en copiar las dinámicas y la estética de los ecosistemas naturales” dice Sandra Saura, investigadora del CREAF y profesora de esta universidad. “Los usos que estamos haciendo son muchos, desde la docencia al aire libre para el profesorado en formación, hasta la investigación de los alumnos en trabajos de máster o de fin de grado. También para tejer una comunidad entre las personas que participamos“. De hecho, estos proyectos ya son una realidad y la bióloga del CREAF nos presenta ‘Mirem el món’, una asignatura que se imparte al alumnado del grado de Educación y que incluye el proyecto ‘Somos lo que comemos’ sobre la alimentación en los centros educativos, la biodiversidad urbana de los huertos y otros conceptos relacionados.
Así pues, los huertos urbanos son una de las diversas maneras que existen para adentrarnos en la naturaleza, en la agricultura más sostenible y en cómo afrontar la crisis climática que nos cae encima. Está claro que el reciente confinamiento nos ha abierto los ojos y ha hecho muy explícito que hace falta un cambio de cultura, que necesitamos más espacios verdes en nuestras ciudades y que ¡ahora es la hora de plantar la primera semilla!
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