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Con la llegada del otoño, el suelo de muchos bosques se cubre de setas, dando pie a que los amantes de estos hongos salgan a la caza de boletus, níscalos y rebozuelos, entre otros, para disfrutarlos después en la cocina.
El planeta está sufriendo una crisis provocada por unos niveles de pérdida de biodiversidad nunca antes vistos.
Una revisión bibliográfica publicada en New Phytologist concluye que los árboles más altos son capaces de superar las sequías (al menos las de corta duración) gracias a una serie de adaptaciones que desarrollan a medida que ganan altura.
Un equipo de la estación experimental del Zaidín-CSIC han estudiado la evolución de las comunidades microbianas existentes en bosques mediterráneos afectados por incendios.
Existe una necesidad urgente de encontrar nuevos remedios con mecanismos de acción capaces de frenar la resistencia de las bacterias. Y las plantas se postulan actualmente como una solución prometedora.
La madera muerta de los árboles dentro de un bosque es un refugio de vida, un escondite y alimento para hongos, insectos y otros animales claves.
Desde los delicados tonos rosados del almendro hasta los brillantes naranjas del albaricoque, los árboles frutales se engalanan en primavera para celebrar el cambio de estación.
Algunos agricultores introducen en sus invernaderos a estos pequeños animales invertebrados que devoran las plagas, porque son la única alternativa para acabar con ellas. Para que sea eficaz, es importante que permanezcan en el cultivo incluso cuando no haya plagas dañinas.