Javier Ruiz: “Cuando actuamos sobre los ecosistemas, solemos hacerlo con un alto grado de torpeza”
Javier Ruiz, investigador del Instituto de ciencias Marinas de Andalucía, trabaja junto al grupo de Oceanografía de Ecosistemas…
Fuente: Aida Bayo
Javier Ruiz, investigador del Instituto de ciencias Marinas de Andalucía, trabaja junto al grupo de Oceanografía de Ecosistemas aspectos relacionados con el funcionamiento de los ecosistemas marinos, la biodiversidad del mar y su conexión con la sociedad.
Pregunta (P): ¿Qué es la biodiversidad?
Respuesta (R) : Hay diferentes definiciones para esta palabra pero todas pretenden incorporar el grado de variación que presenta la vida en una determinada región, incorporando los diferentes niveles en que ésta se organiza en la tierra.
P: ¿Por qué es tan importante?
R: La psicología humana da por hecho que esa complejidad, de la que depende su propia existencia, está y estará siempre ahí, a su servicio. La realidad es bien diferente y cuando actuamos sobre nuestro entorno solemos hacerlo con un alto nivel de torpeza, a menudo por falta de conocimiento pero casi siempre por falta de voluntad de hacerlo de otra forma. Al eliminar la diversidad se dificulta el funcionamiento normal de los ecosistemas. Éstos, una vez degradados, ya no nos prestan los mismos servicios que antes y entonces caemos en la cuenta de que quizás hay algo que no estamos haciendo bien en nuestra relación con la naturaleza.
P: ¿Por qué decidió convertirse en investigador?
R: Según cuenta mi madre en las reuniones de familia, es algo que viene desde que era muy niño. Parece que andaba siempre haciendo muchas preguntas a los mayores e intentando encontrar lógica en el mundo que me rodeaba. Ser investigador significa entregarte por completo a la curiosidad sobre el objeto que estudias, convertirte mentalmente en ese objeto para entender su funcionamiento. Mi carácter es un poco así y tiendo a quedar absorto en el análisis de problemas que despiertan mi curiosidad.
P: ¿Por qué eligió su área de conocimiento?
R: Mi objeto de estudio científico son los ecosistemas marinos, porque el mar me apasiona no sólo en el ámbito de la investigación sino también en el personal y en cuanto tengo algo de tiempo libre me dedico a navegar con la familia. Estudié Biología en la Universidad de Granada, cuando aúno no había allí ninguna especialidad relacionada con el mar. Entonces supe que en la Universidad de Málaga había profesores que investigaban en ecosistemas marinos y allí me fui a hablar con ellos. Debieron pensar que estaba algo chiflado, un muchacho que sin acabar aún sus estudios ya tenía claro que quería trabajar en ecosistemas marinos, pero como la vocación es muy decidida terminaron aceptándome para hacer con ellos mi doctorado. Como yo decidí escoger la que más me gustaba, el mar, mi trabajo desde la tesis doctoral ha sido un proceso constante de satisfacción de mi curiosidad sobre lo que más me interesa y apasiona en la vida.
P: ¿Qué es lo más curioso o interesante que ha encontrado en su labor?
R: No deja de sorprenderme cada día lo estúpido de la relación que el ser humano mantiene con los ecosistemas de los que depende. Degrada y contamina la costa para luego quejarse de que no hay pesca, que las playas tienen demasiadas medusas, que la calidad del agua no es la adecuada…
P: ¿En qué proyecto está trabajando en estos momentos?
R: Estamos muy involucrados en elementos que tiene que ver con el proceso de cambio global y como éste afecta a los ecosistemas marinos y los servicios que nos prestan a los andaluces. Trabajamos sobre elementos que afectan a la pesca, la gestión de zonas de estuarios, es decir, desembocaduras de río con forma de embudo, las medusas o el CO2 antropogénico, que es el que está generado por el ser humano.
P: ¿Qué resultados están teniendo?
R: Saltan señales de alarma sobre la relación que el hombre mantiene con los océanos. Por ejemplo, la degradación de la costa impide que muchas especies cierren adecuadamente su ciclo vital. A pesar de representar una parte muy pequeña de su superficie la costa es como la piel del mar, si la deterioramos el océano en su conjunto se ve deteriorado. Igualmente, el incremento de CO2 en la atmosfera se traduce en un descenso del pH en el mar, entre otros muchos resultados.
P: ¿Cuáles son sus principales proyectos de investigación y qué están aportando a la biodiversidad?
R: Hemos coordinado el estudio que analizó la situación del estuario del Guadalquivir, en qué estado está y cuál es la forma más inteligente en la que el hombre debería interactuar con este ecosistema. Estamos también trabajando en la evolución del conjunto del Mediterráneo, cómo pueden cambiar sus corrientes y la vida en él, como resultado del proceso de cambio global que afecta al planeta. Prestando especial atención al diagnóstico de estas modificaciones globales, monitorizamos el estrecho de Gibraltar a través del Observatorio de Cambio Global que ha puesto en funcionamiento la Junta de Andalucía.
P: ¿Cuáles son los últimos descubrimientos que han hecho?
Me he quedado especialmente impresionado al comprobar el estado tan dramático de degradación ambiental en el que se encuentra el estuario del Guadalquivir. También fue sorprendente la evidencia de que el calentamiento del mar dispara las poblaciones de medusas en algunas regiones costeras del Mediterráneo. Otro tema interesante fue cuantificar como el Mediterráneo, a través del estrecho de Gibraltar, no es una fuente sino un sumidero de CO2 antropogénico.
P: ¿Qué es lo más importante que toda persona debería saber sobre la biodiversidad?
R: La tecnología hace que el ser humano tenga una percepción arrogante de su función en este planeta. Cuando una persona observa la biodiversidad que le rodea no debería pensar en dominarla y poseerla sino en verse como una pieza más de 4000 millones de años de evolución, y funcionar de acuerdo con el respeto hacia la vida que surge de esa concepción. El hombre es fruto de esa evolución y depende de la complejidad que la vida ha creado. Si eliminamos la biodiversidad más allá de ciertos umbrales, nuestra propia existencia como especie está en cuestión.
PERFIL: El mar como trabajo y afición
Javier Ruiz Segura nació en Cádiz en septiembre de 1965. Estudió biología en la Universidad de Granada y se doctoró en la Universidad de Málaga. Ha visitado y trabajado en algunos de los mejores institutos de investigación marina de Canadá, Inglaterra o Alemania. Fue durante diez años profesor de Ecología Marina en la Universidad de Cádiz y en la actualidad trabaja como Investigador Científico en el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN). Ha dirigido numerosos proyectos de investigación regionales, nacionales y europeos en temas relacionados con los ecosistemas marinos. Tiene publicaciones en las mejores revistas científicas del mundo como Nature, PNAS o PLoSONE. Ha participado en la gestión del Programa Nacional de Recursos Marinos del Ministerio de Ciencia e Innovación y es en la actualidad experto oceanógrafo en la Comisión de Recursos naturales del CSIC.
Javier está casado y tiene un hijo de doce años y una niña de siete. En su tiempo libre, le encanta navegar con ellos y en cuanto puede se escapa del mundo en el mar. Suele sacar tiempo para hacer natación y waterpolo, deportes que practica desde niño. Asimismo, los libros que más le gustan tienen un punto de introspección del ser humano como “El arte de amar” de Erick Fromm o “Siddhartha” de Herman Hess. No siente ninguna afición ni por la televisión ni por el cine, cuando acompaña a sus hijos a ver alguna película, suele aprovechar para echar una cabezadita.
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