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¿Qué relación hay entre la salud de las plantas y la soberanía alimentaria?

Somos animales omnívoros, pero independientemente del tipo de dieta que podamos seguir, las plantas suponen un elemento de gran valor en nuestra alimentación, representando más del 80% de la dieta humana. Asimismo, también forman parte de la dieta de multitud de seres vivos (insectos, hongos, nematodos, etc.) que compiten con el ser humano por su consumo, y pueden llegar a suponer grandes perjuicios para los cultivos. Actualmente, se estima que las plagas y enfermedades de las plantas son responsables de la pérdida de entre el 20 y el 40 % de la producción mundial de alimentos: al dañar los cultivos, se reducen la disponibilidad y el acceso a los productos vegetales, aumentando su coste y amenazando la seguridad alimentaria. Este término hace referencia al acceso físico y económico de todas las personas y en todo momento a suficientes alimentos, inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana. En este sentido, la soberanía alimentaria amplia este concepto y establece los siguiente pilares:

1. Se centra en alimentos para los pueblos: pone la necesidad de alimentación de las personas en el centro de las políticas e insiste en que la comida es algo más que una mercancía.
2. Valoriza a los proveedores de alimentos: apoya modos de vida sostenibles y respeta el trabajo de todos los proveedores de alimentos.
3. Localiza los sistemas alimentarios: reduce la distancia entre proveedores y consumidores de alimentos, rechaza el dumping y la asistencia alimentaria inapropiada y resiste la dependencia de corporaciones remotas e irresponsables.
4. Sitúa el control a nivel local: los lugares de control están en manos de proveedores locales de alimentos, reconoce la necesidad de habitar y compartir territorios y rechaza la privatización de los recursos naturales.
5. Promueve el conocimiento y las habilidades: se basa en los conocimientos tradicionales, utiliza la investigación para apoyar y transmitir este conocimiento a generaciones futuras y rechaza las tecnologías que atentan contra los sistemas alimentarios locales.
6. Es compatible con la naturaleza: maximiza las contribuciones de los ecosistemas, mejora la capacidad de recuperación y rechaza el uso intensivo de energías de monocultivo industrializado y demás métodos destructivos.

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado y conectado, que supone grandes ventajas, pero en materia de seguridad y soberanía alimentarias, también grandes inconvenientes. El comercio internacional y los medios de transporte se convierten en vectores de las plagas y enfermedades entre países. Por ejemplo, el escarabajo de la patata (Leptinotarsa decemlineata) es una plaga originaria de Norteamérica que penetró en Europa en el primer cuarto del pasado siglo y en España en 1935. En la actualidad afecta a un gran número de países y la producción de patata está cada vez más amenazada, generando una pérdida económica anual estimada de 3,2 millones de dólares. El cambio climático amenaza con reducir no solo la cantidad de cultivos, disminuyendo los rendimientos, sino su valor nutritivo. El aumento de las temperaturas también influye en que están apareciendo un número mayor de plagas de plantas y en lugares donde nunca se habían visto con anterioridad.

Además, tal y como explica la FAO, la destrucción de los hábitats naturales y ecosistemas deja expuestos tanto la vida vegetal como la humana. La propagación de enfermedades transfronterizas altamente contagiosas como la COVID-19 está íntimamente ligada a la sanidad vegetal. Durante la pandemia del COVID-19, los agricultores, las autoridades fitosanitarias, los agentes de extensión, los oficiales sobre el terreno y los expertos en supervisión y previsión siguen protegiendo la sanidad vegetal y adoptando medidas para evitar y controlar las enfermedades y plagas de los vegetales como las langostas del desierto, el gusano cogollero del maíz y el picudo rojo. Otros están apoyando el transporte y la comercialización de productos vegetales sanos para que los consumidores tengan suficientes alimentos y los productores y vendedores sigan teniendo ingresos.

Escarabajo de la patata

Para  proteger los recursos vegetales de las plagas y enfermedades sin anteponer barreras innecesarias al comercio y el transporte, en la actualidad existe un tratado de protección fitosanitaria (CIPF) suscrito actualmente por más de 180 países. La Secretaría de la CIPF promueve el intercambio mundial de información para asegurar que las autoridades de sanidad vegetal sean consciente de los últimos brotes de plagas y enfermedades vegetales, y de los requisitos de importación para ayudar a garantizar la seguridad y comercio internacional eficiente. En definitiva, la aplicación de las normativas de la CIPF contribuye a proteger la biodiversidad y el medio ambiente.

En el marco del Año Internacional de la Sanidad Ambiental, la soberanía alimentaria cobra un protagonismo central. La FAO ha lanzado una serie de recomendaciones destinadas a distintos grupos de población para proteger la agricultura, la silvicultura y el medio ambiente y garantizar la soberanía alimentaria, directamente relacionados con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2: Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible.

Para saber más:

Seguridad y soberanía alimentaria
Año Internacional de la Sanidad Vegetal