Un ‘bosque’ de naranjos
Una nueva forma de cultivar se está expandiendo por la vega del Guadalquivir para compatibilizar la alta producción de cítricos con la conservación de la biodiversidad y otros recursos naturales que también son elementos valiosos en muchas fincas agrícolas. El proyecto ZITRUS ha alcanzado ya las 1.232 hectáreas en 15 fincas de Sevilla, Córdoba y Huelva, con el auspicio de WWF (World Wildlife Fund), la cadena de supermercados alemana EDEKA y agricultores andaluces.
La presencia de una pareja de nutrias con su cría la pasada primavera fue el momento de mayor emoción en el naranjal de Carmona (Sevilla), una de las fincas donde se desarrolla esta nueva forma de cultivar. Las filas de naranjos no conforman en exclusiva el paisaje. Son un elemento más del ecosistema que de forma natural cubre este suelo. No se arrancan hierbas, no se fumigan setos, lindes o zonas no agrícolas, y se fomenta la presencia de la fauna, desde insectos a rapaces.
El proyecto ZITRUS suma ya 15 fincas. Su alma mater e impulsor es Luis Bolaños, propietario de dos fincas a través de Naturgreen. Él inició la idea de integración de la biodiversidad en la agricultura de cítricos en 2016 en la vega del Guadalquivir, y lo propuso a la cadena comercial y la organización conservacionista.
“La agricultura es más culpable de la destrucción del medio natural de lo que creemos; parece que las responsables son las grandes infraestructuras, pero allí donde se ha podido meter un arado, se ha hecho”, afirma Bolaños, ingeniero agrónomo sevillano que mediante Naturgreen cumple 30 años exportando con éxito naranjas a Europa.
Cuando presenta a EDEKA su idea inicial –P.R.O.O.F. (Protection and Recovery of Original Fauna)-, en tres semanas tenía de visita a los socios de la cadena de supermercados, la organización conservacionista WWF. Y el proyecto se denominó ZITRUS, porque la experiencia tanto de EDEKA como de WWF en muchos otros proyectos, y la colaboración de expertos designados, fue el diseñar no solo un proyecto de biodiversidad tal y como previamente se había propuesto, sino un proyecto global que integrase agua, biodiversidad, fertilidad de suelo y reducción de fitosanitarios.
“Quería recuperar en las plantaciones la vida, es decir, la biodiversidad: insectos, anfibios, pájaros, mamíferos, plantas y árboles autóctonos”, dice Bolaños. Felipe Fuentelsaz, ingeniero técnico agrícola y coordinador de Agricultura y Agua para WWF España y Doñana Project, explica que “no hay ningún proyecto igual que aglutine el trabajo con todos los recursos naturales y con el seguimiento de expertos cualificados en la materia; los hay muy buenos en agua, en biodiversidad… pero no en todo a la vez y dentro de un ámbito comercial», un mercado que, además, es muy competitivo. Y ese quizás es el éxito de ZITRUS: el trabajo multidisciplinar coordinado por EDEKA y WWF junto a expertos.
Entre los naranjos aparecen bandas de ‘prohibido el paso’. Se debe a que han aparecido nidos de chotacabras, un ave muy rara, casi invisible, que cría en el suelo. Diez especialistas recorren la finca en busca de detalles de valor como este, vida silvestre, compatibles con las cifras de producción de Naturgreen, en torno a 40 millones de kilos de cítricos.
Es el bosque de naranjos. La hierba a veces le llega al pecho a Bolaños y sus técnicos. Los animales que se ‘mudan’ al naranjal se multiplican. Zorros, culebras bastardas, el impresionante lagarto ocelado, cernícalos, lirón careto… vivaquean bajo el azahar. Y, sobre él, algunas joyas aladas como, por ejemplo, el aguilucho lagunero y el águila pescadora, esta última objeto de un potente programa de recuperación en Cádiz y Huelva, que busca sus presas en los humedales de la finca.
Eso es posible porque la balsa de riego artificial se encuentra tan naturalizada que no hay quien reconozca su uso. Gracias a esto, las nutrias se reproducen y se lanzan a por peces las pescadoras.
“Es posible integrar la biodiversidad en las fincas agrarias”, añade Fuentelsaz, “porque no se pierde, sino que se gana, también en buena imagen hacia el mercado”. Las naranjas de Naturgreen llevan el logo del oso panda en las bolsas, y eso en el mercado alemán ha resultado un impacto favorable, porque el consumidor sabe qué hay detrás de las mismas.
Marina Beermann, directora de Cooperación en WWF Alemania e investigadora en Economía ecológica y Socioeconomía, explica los detalles de esta alianza en un aspecto fundamental: el agua: “Todos los productores se comprometen a documentar diariamente el consumo de agua para el riego de sus plantaciones y cumplir con las concesiones de agua asignadas por las autoridades; además, se establecen las bases para mejoras específicas, por ejemplo, instalando sondas de humedad del suelo que ayudan a los agricultores a evitar pérdidas de agua y fertilizantes en el riego”.
Gracias a las medidas de sostenibilidad, la granja piloto Iberesparragal, situada en Gerena (Sevilla), ahorró más de 211 millones de litros de agua en un año. La granja también se convirtió en la primera empresa agrícola en Europa en lograr la certificación AWS con el estatus Gold, que se otorgó por tercera vez en todo el mundo, indica Beermann. La certificación de auditores independientes confirma que la granja utiliza el agua de manera económica, evita la contaminación y por lo tanto protege el ecosistema.
En base a los datos de la granja piloto, una consultoría externa calculó si las acciones del proyecto reducen los costos ambientales o no. El resultado: 36% menos costos ambientales por tonelada producida de naranjas, considerando las categorías uso del suelo, consumo de agua, contaminantes y gases de efecto invernadero.
“Esto es una revolución necesaria”, añade el agrónomo sevillano. «El futuro lleva a hacia una producción más respetuosa con el entorno, los productos ecológicos subrayan las garantías hacia el consumidor, pero no te aseguran el componente de la biodiversidad”. El responsable de WWF cree que la agricultura ecológica “debe hacer un hincapié en mejorar sus criterios de control de agua y biodiversidad pero, en todo caso, ambas son líneas que se unirán en el futuro, sin descartar que existen ciertas fincas ecológicas que sí contemplen perfectamente la biodiversidad en ellas”.
En la finca de naranjos vuela el plancton del aire, como lo llama Bolaños: los insectos. Forman la base de la pirámide trófica que, de momento, cuenta en la cúspide con nutrias y águilas. El proyecto ZITRUS espera alcanzar 2.000 hectáreas para septiembre, y ya da cabida a más de 20 especies animales en situación de peligro o vulnerabilidad.
“Convirtamos nuestras plantaciones en los bosques del futuro plenos de biodiversidad”, afirma con ímpetu Luis Bolaños.
El proyecto ZITRUS además cuenta con un programa de formación y capacitación para los agricultores, donde se imparten formaciones anuales en agua, suelo, biosiversidad, pesticidas, suelo… siendo una de las claves para el éxito. Fruto de eso, Iberhanse también ha trasladado parte de esa formación a otros agricultores en la zona. El ingeniero admite el coste extra del equipo técnico que se encarga de este refugio de vida solapado a un naranjal. Pero evitar química, ayudar a la presencia de fauna, y mejorar la eficiencia del agua, justifica más elevados precios en los mercados y sobre todo, garantiza la venta del producto.
La competitividad que alcanza el marchamo de calidad ZITRUS supone, añade Bolaños, una gran oportunidad para el sector agrario, muy potente en el valle del Guadalquivir.
Durante el recorrido por el naranjal un operario coge una culebra bastarda; al lagarto ocelado se le oye corretear protegido por los más de 14 kilómetros de linderos restaurados; y en cajas nido crían mochuelos y búhos. Luis Bolaños y su equipo han plantado rosales. Sus espinas resultan esenciales para el alcaudón, un ave que engancha en ellas a los insectos que captura.
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