Tomates y sol, la base de un nuevo biofertilizante sostenible
Un equipo de la Universidad de Almería ha desarrollado una nueva técnica basada en la reutilización de restos orgánicos, procedentes de invernaderos, a los que han aplicado radiación solar para crear una enmienda biológica aplicada a la planta del tomate. Con este método es posible aminorar el impacto ambiental, así como disminuir el uso de abonos convencionales.
La horticultura intensiva propia de invernaderos en la zona de la provincia de Almería se enfrenta a varios retos ambientales. Uno de ellos es la gestión, el almacenamiento y el procesamiento de los residuos vegetales que se generan, cuyo procesado suele provocar la contaminación de los acuíferos, la proliferación de plagas, los malos olores o el abuso de tratamientos químicos.
Para ofrecer soluciones a este reto ambiental, científicos del Departamento de Agronomía de la Universidad de Almería y del Centro IFAPA de La Mojonera, han desarrollado una técnica que reutiliza los restos de cosecha como biofertilizante, que a la vez, elimina casi al completo los fertilizantes químicos utilizados habitualmente en el cultivo de tomates de invernadero sin alterar el resultado del producto.
La técnica, llamada biosolarización, consiste en aplicar un tratamiento térmico basado en la radiación solar a los restos vegetales procedentes del cultivo anterior. La descomposición de esta materia orgánica, la convierte en un biofertilizante idóneo para los cultivos de invernadero. La nueva enmienda obtiene los mismos resultados de producción y calidad que los abonos industriales, y a la vez resulta más respetuosa con el medio ambiente. Además, esta práctica ha demostrado ser eficaz frente a una serie de patógenos como hongos, bacterias y virus.
El estudio se ha realizado en un invernadero semicomercial que simula características propias de la horticultura almeriense en la finca experimental de la Fundación de la Universidad de Almería y a ANECOOP. “Durante dos temporadas continuadas, hemos estado evaluando el efecto de aportar los restos de plantas de tomate utilizando la biosolarización en varios parámetros como la producción, calidad del fruto y morfología de la planta”, indica Pablo García Raya, uno de los investigadores de la Universidad de Almería responsable del estudio a la Fundación Descubre.
El trabajo supone un método alternativo que propone una solución para los restos de cosecha, pudiendo aminorar así su impacto ambiental. Además, es posible reducir los fertilizantes químicos, lo cual supone un ahorro económico y una mayor sostenibilidad para los cultivos, un reto más para el “mar de plástico” almeriense.
Más información en #CienciaDirecta: Desarrollan un biofertilizante que combina desechos de cultivos de tomate y energía solar.
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