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Fotografía ilustrativa del artículo
| 13 Jun 2022

Revisan documentación científica para reconstruir los factores que propiciaron la introducción del lucio, la carpa y el cangrejo de río en la Península Ibérica

Un nuevo estudio liderado por la Estación Biológica de Doñana revisa documentación histórica original y trabajos previos de historiadores para reconstruir las motivaciones y acciones que llevaron a la introducción de estos peces en la Península Ibérica. La información que ofrecen los documentos históricos permite introducir una perspectiva a largo plazo en el estudio de las invasiones biológicas, necesaria para entender el progreso de las diferentes fases del fenómeno.

Un nuevo estudio liderado por la Estación Biológica de Doñana revisa documentación histórica original y trabajos previos de historiadores para reconstruir las motivaciones y acciones que llevaron a la introducción del lucio, la carpa y el cangrejo de río en la Península Ibérica. La información que ofrecen los documentos históricos permite introducir una perspectiva a largo plazo en el estudio de las invasiones biológicas, necesaria para entender el progreso de las diferentes fases del fenómeno.

Las invasiones biológicas son un importante motor del cambio global y tienen su inicio en la introducción de organismos en lugares en los que estos no existían. Con el aumento y la aceleración del transporte por todo el mundo, la introducción de especies no ha dejado de crecer. «Pero eso no debe hacernos creer que las introducciones sean un fenómeno moderno. En realidad, se han producido desde hace milenios», afirma Miguel Clavero, investigador de la Estación Biológica de Doñana – CSIC y autor del estudio. Por ejemplo, los polinesios llevaron ratas por las islas del Pacífico, los aztecas importaron distintas especies de aves de regiones lejanas y el puercoespín africano fue introducido en Italia hace unos 1500 años. «Las introducciones antiguas son difíciles de conocer, pero en ocasiones contamos con un buen registro documental para describirlas», explica el investigador. Este es el caso de las que se realizaron en el siglo XVI hacia la corte de Felipe II, objeto de este nuevo estudio.

Desde sus viajes como príncipe heredero, Felipe II quedó prendado de la jardinería centroeuropea e incorporó muchos de sus usos en los exteriores de los Sitios Reales. Entre estos, se construyeron estanques «a la manera de Flandes» que se poblaron con las especies acuáticas más populares en Centroeuropa, ausentes en la fauna ibérica. La abundante documentación generada por la administración de Felipe II y conservada en archivos españoles y extranjeros permite reconstruir estas introducciones de fauna acuática con una notable precisión espacial y temporal, como demuestra el estudio recién publicado en la revista Fish and Fisheries.

El inicio de las gestiones

Diversos documentos fechados entre 1562 y 1563 muestran el inicio de las gestiones cortesanas para importar carpas, lucios y cangrejos de río, ya fuese desde Flandes (opción que se descartó por la difícil logística) o desde Francia. En 1564 se enviaron dos expediciones independientes para conseguir en Bayona peces para los estanques reales, lideradas por sendos maestros neerlandeses «de hazer estanques y criar pescados». El primer intento de transportar los peces se topó con fuertes tormentas de nieve, que forzaron a depositar en los últimos días de 1564, ocho carpas y 28 lucios en el estanque del Monasterio de San Juan, en Burgos, en lo que constituye la primera introducción de ambas especies en España. Un segundo intento consiguió hacer llegar 39 lucios vivos a la Casa de Campo en febrero de 1565, pero las carpas habían muerto durante el trayecto, por lo que la expedición fue enviada de nuevo a la frontera francesa. Dos meses después volvían los expedicionarios a la Casa de Campo con seis carpas y dos tencas.

Estas expediciones no fueron capaces de obtener cangrejos de río en Bayona, y varios documentos mencionan la intención de conseguirlos en Burdeos. Sin embargo, esa importación no se produjo. En 1565, Felipe II había conseguido adquirir carpas y lucios, pero no los cangrejos. El interés cortesano por los cangrejos se reactivó dos décadas más tarde, al menos desde 1583, poniendo ahora el foco en la Toscana de los Medici. Las cartas conservadas describen el «gran contento» con el que recibiría Felipe II la llegada de esos cangrejos. El envío se produjo finalmente en 1588, cuando «algunos vasos» (toneles) de cangrejos vivos se embarcaron en Livorno rumbo a Alicante, y de allí a los Sitios Reales, a cargo de un hombre que, según los documentos, había hecho «espirienzia de tenerlos tres meses vivos». «Este origen Toscano de los cangrejos de río ibéricos, a los que curiosamente llamamos «autóctonos» casa a la perfección con la identidad genética de las poblaciones de ambos territorios, que forman un único grupo», explica Miguel Clavero.

El establecimiento de las especies

El artículo muestra que, aunque la introducción del lucio fue inicialmente exitosa, la especie no fue capaz de establecerse a largo plazo. Así, a principios del siglo XVIII, Felipe V volvió a importar lucios desde Bayona hasta los Sitios Reales, de nuevo sin generar poblaciones sostenidas. La actual presencia del lucio en España se origina en la introducción realizada en 1949 por la administración franquista que, curiosamente, volvió a producirse en los Sitios Reales (Aranjuez). La carpa sí pareció establecerse desde la introducción real, y a finales del siglo XVI la especie estaba presente en otros estanques de palacio de la nobleza, relacionados con la corte. La expansión de la carpa fue lenta en España, probablemente porque nunca se incorporó a las tradiciones culinarias y solo se convirtió en una especie frecuente durante el siglo XX. El trabajo recién publicado señala que se conoce aún poco de cómo el cangrejo de río pasó de ser una exclusividad cortesana a un popular bocado, aunque existe interés en seguir trabajando en esta línea.

«Los documentos analizados en este trabajo habían sido estudiados previamente, pero probablemente por personas que no daban importancia a la identidad de las especies. Por el lado contrario, quienes estudian la biodiversidad acuática desconocían o no valoraban la información que atesoran los archivos históricos», explica el investigador Miguel Clavero. Por este motivo, el artículo señala la necesidad de desarrollar estudios interdisciplinares, en los que la información generada por diferentes ramas de la ciencia permita conocer y describir procesos y eventos complejos. Entre estos se incluyen las invasiones biológicas, pero también, de forma más general, la variación de los sistemas naturales y la biodiversidad que contienen un conocimiento crucial a largo plazo para evaluar la magnitud del cambio global en el que está inmerso el planeta.

Referencia bibliográfica:

Miguel Clavero. The King’s aquatic desires: 16th-century fish and cryfish introductions into Spain. Fish and Fisheries. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/faf.12680

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