Relacionan las diferencias químicas en la ‘barriga negra’ de los ciervos con el nivel de competitividad de la población
Según este estudio de la Universidad de Córdoba, cuando hay menos hembras que machos y la rivalidad es más alta existen más compuestos destinados a potencial la señal, que revelan su edad, rango de dominancia y condición física. Sin embargo, cuando el contexto competitivo es menos intenso, los perfiles químicos que se detectan en la mancha son similares a los de los individuos jóvenes.
Cuando llega la berrea, que es el periodo de celo del ciervo rojo (Cervus elaphus hispanicus), los machos de ciervo sacan a relucir sus mejores armas para mantener su harén, es decir, para conquistar al mayor número de hembras posibles.
De entre las señales más conocidas están la berrea en sí, el tamaño de sus cuernas o el porte del ciervo en sí. Sin embargo, el ciervo lo intenta también por otras vías como son las señales químicas, que las hembras de ciervo pueden detectar en condiciones de mala luz o a largas distancias. La ‘barriga negra’ es una de estas señales químicas, descrita por la Unidad de Investigación en Recursos Cinegéticos y Piscícolas (UIRCP) de la Universidad de Córdoba y en la que los investigadores Eva de la Peña y Juan Carranza han conseguido profundizar.
La ‘barriga negra’ es un rasgo sexual que aparece en el vientre de los machos de ciervo durante la berrea. Esta mancha negra se va incrementando durante la época de apareamiento llegando a medir hasta 70 centímetros en ciervos maduros y se debe, principalmente, a que estos individuos se orinan sobre la zona repetidamente.
Carranza y de la Peña han conseguido relacionar la diferencia de compuestos que impregnan la zona de la ‘barriga negra’ con el diferente contexto competitivo de la población. De esta manera, se ve cómo cuando el ciervo está en una situación de competencia intensa (en la que hay menos hembras que machos y la rivalidad es más alta) hay más compuestos destinados a potencial la señal, que revelan su edad, rango de dominancia y condición física. Sin embargo, cuando el contexto competitivo es menos intenso (hay muchas hembras y menos machos) los perfiles químicos que se detecta en la mancha son similares a los de los individuos jóvenes. El macho de ciervo, en esta última situación, tendría que hacer menos esfuerzo por demostrar su valía.
Los compuestos encontrados, que son mayoritariamente m-cresol, ácidos benzoicos, compuestos aromáticos y alcoholes, servirían para conocer más sobre el individuo en cuestión, pero también comunicarían un rasgo social como es el contexto competitivo de la población en cuestión.
Desde el punto de vista de la biología evolutiva, este estudio profundiza en la línea de la selección natural descrita por Darwin y contempla un elemento novedoso: el animal es capaz de modular sus señales químicas ya no sólo dependiendo de su condición física, sino en función de lo que ve en su entorno social.
A partir de este punto, el grupo de investigación busca conocer qué significa realmente una mayor o menor proporción de cada compuesto, cuáles son sus rutas, sus diferentes perfiles protéicos o qué coste tiene para el ciervo depositar ahí esos compuestos; para así tener una visión de conjunto de la ‘barriga negra’ de los ciervos.
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