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| 03 Jun 2014

La lucha contra las especies invasoras amenaza a otras en peligro de extinción

Fuente: SINC

Un rascón de manglar de California entre plantas de Spartina invasiva en una marisma de la bahía de San Francisco (EE UU). El ave, que está en peligro de extinción, se ve amenazada tanto por la extracción como por la existencia de la planta invasora. / Robert Clark.

Un rascón de manglar de California entre plantas de Spartina invasiva en una marisma de la bahía de San Francisco (EE UU). El ave, que está en peligro de extinción, se ve amenazada tanto por la extracción como por la existencia de la planta invasora. / Robert Clark.

El rascón de manglar de California (Rallus longirostris), también conocido como tingua, es una ave que solo vive en un pantano de sal de la bahía de San Francisco (EE UU) y está en peligro de extinción. Su hábitat natural desapareció –en parte por la expansión urbana– y pasó a depender de la planta invasora Spartina alterniflora para construir sus nidos y buscar alimento.

“La Spartina invasiva causa gran variedad de daños en la bahía. Desde la modificación de las líneas de costa –que afecta a los terrenos de las propiedades costeras–, a la obstrucción de los canales de control de inundaciones –que aumenta el riesgo de desbordamiento–. Además degrada los ecosistemas, provoca una pérdida del hábitat de la marisma e induce a la reducción de la biodiversidad”, explica a Sinc Adam Lampert, de la Universidad de California en Davis y coautor de un estudio que publica la revista Science sobre cómo enfocar de forma equilibrada la recuperación y la erradicación de especies.

Que la tingua dependa de esta planta para subsistir planteaba un dilema a los programas científicos que centran sus esfuerzos en erradicar a las especies invasoras para recuperar a las autóctonas.

La alternativa que plantearon en este caso fue erradicar más lentamente a Spartina alterniflora, y combinarlo con la restauración de la Spartinafoliosa autóctona, que solía ser hábitat del rascón de manglar. Para ello usaron datos de campo y económicos, y desarrollaron una estrategia de manejo óptima que hizo posible la eliminación de la invasora, con costes más bajos.

“Pensar desde el punto de vista de una sola especie no funciona. Los sistemas de gestión conjunta ocupan escalas de tiempo más largos, y hay que tener mucha más flexibilidad presupuestaria», declara Alan Hastings, de la misma universidad y coautor también del estudio.

Los resultados del trabajo demostraron que, en vez de eliminar de la  forma más rápida como sea posible las plantas invasoras, el mejor enfoque es reducir la velocidad y combinarlo con la recuperación del ecosistema natural.

Un conflicto puntual que irá en aumento

No existen muchos ejemplos de un tipo de conflicto como este, solo es conocido otro en el suroeste de EE UU donde el programa de erradicación de la especie de árbol invasor Tamrisk se canceló en aquellas zonas donde proveía un hábitat de anidación para la especie de ave en peligro: el mosquerito de sauce (Empidonax traillii).

“En este otro caso simplemente se detuvo la eliminación del árbol invasor en aquellos lugares donde estaba la especie en extinción. Por el contrario, en nuestro estudio, la restauración activa con especies nativas cumple un doble objetivo, eliminar la invasora y recuperar la amenazada”, añade Davis Ted Grosholz, coautor del trabajo.

Los científicos creen que este escenario se repetirá en el futuro a medida que crece el número de especies invasoras. “Los programas de erradicación van en aumento y tenemos la certeza de que este será un conflicto común en el futuro”, concluye el experto.

Según Alan Tessier, director del programa en la división de biología ambiental de la Fundación Nacional para la Ciencia: «Este trabajo es importante porque analiza las soluciones de gestión más rentables en el conflicto común entre la eliminación de especies invasoras y la conservación de la biodiversidad».

Una planta introducida en la bahía en 1970

La especie Spartina alterniflora fue introducida en la bahía de San Francisco a mediados de la década de 1970 por el cuerpo de ingenieros del ejército como un método para recuperar las marismas.

Se hibridó con la planta Spartina foliosa nativa e invadió aproximadamente 323 hectáreas. Su erradicación comenzó en 2005 y se ha eliminado alrededor del 92%.

Esta planta también ha invadido áreas de la bahía de Willapa, en el estado de Washington, donde los esfuerzos para erradicarla han acabado también casi con la totalidad, y se ha eliminado por completo de la bahía de Tomales, de Punta Reyes y de la Laguna Bolinas en California.

Referencia bibliográfica:

A. Lampert, A. Hastings, E. Grosholz, S. Jardine, J.N. Sanchirico. «Optimal approaches for balancing invasive species eradication and endangered species management”, Science 344 (6187): 975 – 976.

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