
Evalúan la contaminación ambiental de Doñana a través de ratones morunos
Para evaluar la contaminación ambiental de este Parque Nacional, un equipo de la Universidad de Córdoba ha analizado sus efectos en estos habitantes naturales no protegidos, que se convierten en bioindicadores terrestres de los tóxicos presentes en la zona. Al estudiar los daños oxidativos en las proteínas de los animales, los científicos mostraron que los contaminantes afectan a procesos biológicos clave.
El corazón de una zona protegida como el Parque Nacional de Doñana se supone limpio y libre de contaminación si se compara con otro tipo de zonas como pueden ser el núcleo urbano de una gran ciudad. Sin embargo, esto no siempre es así, ya que los ambientes naturales están recibiendo un número creciente de contaminantes que en el caso concreto de Doñana se intuyen debido a su situación geográfica, por ser un lugar próximo al polo químico de Huelva y cercado por zonas de alta actividad agrícola.

De izquierda a derecha: el investigador del SCAI Carlos Fuentes, Carmen Michán y José Alhama, ambos del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Córdoba.
Medir los efectos de compuestos tóxicos sobre los organismos que habitan la zona para encontrar soluciones de manera temprana es la tarea que ha enfrentado un equipo del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Córdoba, liderado por José Alhama y Carmen Michán.
Para detectar el nivel de contaminación ambiental del Parque evaluaron los efectos biológicos de estos contaminantes en ratones morunos, habitantes naturales no protegidos, que se convierten en bioindicadores terrestres de los tóxicos presentes en la zona. Concretamente se estudiaron los daños oxidativos en proteínas, principales dianas del estrés oxidativo. Este tipo de estrés constituye uno de los efectos más importantes de los contaminantes, que además se relaciona con distintas patologías.
A través de técnicas de análisis masivo de proteómica redox (el conjunto de proteínas dañadas por el estrés oxidativo) puestas en marcha por los técnicos Carlos Fuentes y Eduardo Chicano del Servicio Central de Apoyo a la Investigación (SCAI) y del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica (IMIBIC), respectivamente.
Haciendo un estudio global de cuáles son las proteínas que se oxidan, se revela que los contaminantes afectan a procesos biológicos clave, como el recambio de proteínas para reparar los daños oxidativos o los relacionados con la eliminación de tóxicos, que tienen lugar en el hígado, llegando incluso a provocar daños importantes en este órgano, influyendo en la acumulación y permanencia del efecto tóxico en el organismo.
Mientras que el estudio de otros bioindicadores centinelas para ecosistemas acuáticos, como el cangrejo rojo, revelaba un alto nivel de oxidación en los arrozales próximos al Parque, este alerta también de la presencia de contaminantes en el corazón de Doñana.
Este tipo de análisis permite detectar si hay contaminación y cómo afecta esta al organismo en cuestión, para hacerle frente antes de alcanzar niveles superiores de organización, situación que puede provocar un mayor efecto negativo o incluso irreversible.
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