Estrategias para proteger la tierra, clave para alimentar a la creciente población mundial y luchar contra el cambio climático
El Ministerio para la Transición Ecológica, en nombre del Gobierno de España, ha formado parte de la representación internacional que ha aprobado el informe, encargado por los países al máximo órgano internacional en la ciencia del cambio climático en 2016, dada la preocupación creciente por el estado de los suelos, que han pasado de ser un gran sumidero de carbono a convertirse en la fuente de casi un cuarto de las emisiones mundiales.
El informe científico, elaborado por 103 científicos de 52 países, entre ellos tres investigadores españoles, urge a un cambio transformador de los usos de la tierra ya que, de lo contrario, habrá afecciones muy significativas en la seguridad alimentaria, la salud de la población o el agravamiento del cambio climático. Los autores recuerdan que la adecuada gestión de este recurso, cuya explotación se ha visto acelerada en las últimas décadas, es clave para frenar la pérdida de biodiversidad, evitar la degradación de los suelos y la inseguridad alimentaria, y detener la desertificación, a la que España es especialmente vulnerable. Y añaden que todos estos fenómenos se están viendo agravados por los impactos ya observados del cambio climático.
Los científicos también evidencian que las estrategias para hacer un mejor uso de la tierra contribuirán a la adaptación y a la mitigación de los efectos más perniciosos del cambio climático. Por ello, el informe del IPCC reclama un diseño apropiado de políticas y sistemas de gobernanza, a todas las escalas, para transformar los usos de suelo y el actual sistema alimentario, incluyendo medidas para poner freno al desperdicio de alimentos y propiciar cambios hacia dietas y patrones de consumo más sostenibles. Sólo así será viable garantizar el acceso a los alimentos y alcanzar el objetivo de cero emisiones netas a mediados de este siglo.
Medidas urgentes y a largo plazo
Los investigadores consideran que es posible tomar medidas a corto plazo, con base en el conocimiento científico existente, para abordar estos desafíos, al tiempo que se desarrollan respuestas a largo plazo que permitan la adaptación al cambio climático y la mitigación del calentamiento global. Sostienen que las políticas que integren conjuntamente cambio climático y usos del suelo de forma coherente ahorrarán recursos y contribuirán a una mayor resiliencia social.
Por el contrario, retrasar la implementación de medidas supondrá mayores impactos sociales y económicos, en especial en lo que se refiere a seguridad alimentaria y degradación de ecosistemas, según explica el informe.
Los autores citan, entre otras posibles respuestas para abordar estos desafíos, la gestión forestal sostenible, la conservación de la biodiversidad y la restauración de ecosistemas degradados, la producción sostenible de alimentos o la gestión del riesgo de desastres. Puntualizan que las opciones disponibles para hacer frente a estos desafíos dependen del contexto y área geográfica y, en numerosas ocasiones, son polivalentes al tratar varios de los desafíos simultáneamente.
Además, el informe explica que los modelos integrados de gestión de la demanda y oferta en la cadena alimentaria, acompañados de cambios hacia una dieta alimentaria más saludable y rica en verduras, el consumo de productos de cercanía y de temporada, así como la reducción de las pérdidas y desperdicio alimentarios, contribuyen igualmente de forma efectiva a la adaptación y mitigación del cambio climático, a la vez que reducen las presiones sobre el suelo.
“El IPCC ofrece, una vez más, la última y mejor información científica disponible para que las administraciones y sectores económicos adopten medidas y políticas informadas para frenar el cambio climático. Y una vez más la comunidad científica internacional lanza un claro mensaje de urgencia: es necesario garantizar, en el corto plazo, un uso sostenible de la tierra. Nuestro país no puede ser ajeno a este ineludible proceso de transformación, dado que somos un país vulnerable al cambio climático y a sus fenómenos asociados”, explica la ministra para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera.
“El mensaje de la Ciencia ha de traducirse en medidas en todos los ámbitos de la administración pública y en todos los sectores vinculados al uso del suelo. Apostar por una gestión realmente sostenible de la tierra es fundamental para afrontar desafíos que afectan particularmente a España, como puede ser el riesgo de desertificación, la erosión o la pérdida de biodiversidad. Además, este tipo de acciones reportan beneficios sociales y económicos en el corto plazo, favoreciendo el desarrollo sostenible y fijando población en los medios rurales”, añade.
Segundo informe especial del IPCC
Este es el segundo informe especial que el IPCC elabora en su actual ciclo de evaluación, que es el sexto desde que se constituyó. El primero de ellos, presentado en Corea del Sur el pasado mes de octubre, analizó los impactos del calentamiento global de 1,5ºC con respecto a los niveles preindustriales y las trayectorias correspondientes que deberían seguir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
En este estudio, los autores concluyeron que es necesaria una transformación sin precedentes para limitar el aumento de la temperatura global por encima de ese umbral y que los actuales compromisos de reducción de emisiones son insuficientes. En las próximas semanas, se espera que el IPCC publique un tercer informe, dedicado a los océanos y la criosfera en un clima cambiante.
Las conclusiones de estos tres estudios son vitales para España, por varias razones. Entre ellas, somos un país con unos recursos hídricos limitados y vulnerables al cambio climático; más de dos tercios de nuestra superficie están en riesgo de desertización; poseemos aproximadamente 8.000 kilómetros de costa, con el consiguiente impacto que puede tener el aumento del nivel del mar y los eventos extremos.
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El catálogo de estrategias reproductivas que han desarrollado los anfibios a lo largo de la evolución es quizás el más diverso del reino animal. Un equipo liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) añade hoy un nuevo modo de reproducción a este catálogo al descubrir cómo se reproduce Barbourula busuangensis, una primitiva rana que vive en el archipiélago de Palawan, Filipinas.