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La actual crisis climática no solo nos deja un invierno históricamente cálido y una década de temperaturas récord, sino que se solapa con una crisis energética casi sin precedentes.
Con algo de retraso sobre el horario previsto debido a la pandemia, el IPCC ha aprobado el informe Cambio climático 2022: impactos, adaptación y vulnerabilidad.
Los estreses ambientales (descenso en la precipitación, incremento en la temperatura, etc.) son factores clave en la producción y calidad de los cultivos. Por eso será necesario un mayor esfuerzo en el desarrollo de variedades mejor adaptadas a condiciones adversas.
Salvador Calvet es el presidente de la red de científicos que trabajan en España para mitigar las consecuencias de la crisis ambiental desde el sector agrícola y ganadero. “La ganadería intensiva, en la medida que gana tamaño y se desvincula del territorio, tiene más difícil lleg
Frenar y revertir el calentamiento global, producido por las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero, es una prioridad urgente. El dióxido de carbono (CO₂) es el gas de efecto invernadero más importante, y el que se utiliza como referencia.
El consumo ciudadano es el principal responsable de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI): entre el 60 y el 75 % de los GEI están ligados a nuestro transporte, comida, vestido o climatización.
En los Pirineos cada vez hay menor disponibilidad de agua, se constatan cambios en la biodiversidad vegetal y animal, y es evidente que la línea del bosque asciende hacia zonas ocupadas antes solo por praderas. Se vive una nueva realidad social en los pequeños núcleos y pueblos.
Adoptar nuevos hábitos para combatir el cambio climático supone modificar cómo nos desplazamos, consumimos y nos alimentamos. Además, las acciones individuales deben ir acompañadas de políticas climáticas para limitar el aumento de la temperatura media global a 1,5 ºC.