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Un equipo de científicos del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD) ha concluido que las branquias de ciertos insectos acuáticos son el órgano que comparte un mayor número de genes con las alas de los insectos. El hallazgo, realizado en una especie de efímera, que junto a las libélulas, pertenece al grupo de insectos alados más antiguo, resulta clave para descifrar cómo aparecieron las alas en insectos.
Es la primera vez que una investigación de este tipo, realizada por la Universidad Pablo de Olavide, demuestra con tanto detalle que la variación entre individuos afecta a la elección del ambiente.
La Universidad de Córdoba ha estudiado el mecanismo de transporte de glucosa de las cianobacterias marinas, demostrando que cuando encuentran compuestos de este tipo que son interesantes para su alimentación, como glucosa, aminoácidos o compuestos que contienen hierro, azufre o fósforo, estos organismos los toman y consiguen ser más competitivos.
Investigadores almerienses han logrado que las larvas de la mosca soldado negra aumenten sus niveles de algunos ácidos grasos al alimentarlos con desechos de pescado. Este trabajo convierte un residuo pesquero en materia prima con la que elaborar un alimento de mayor calidad para la acuicultura.
Se trata de un híbrido entre delfín mular (delfín de los delfinarios) y delfín común (éste en peligro crítico de extinción en las costas andaluzas) avistado en la Bahía de Algeciras. En cautividad sí se conocía este tipo de hibridación.
El proyecto, denominado ‘AlgaRed+’, y en el que participa el grupo de ‘Biología molecular de la asimilación de nitrato en algas’ de la Universidad de Córdoba, ha realizado importantes avances desde que comenzó su andadura, especialmente en el conocimiento de ciertas rutas metabólicas clave que aportan información valiosa sobre cómo funcionan determinadas reacciones químicas.
El estudio de la composición química anual de los anillos de crecimiento de los árboles, que cuenta con participación andaluza, puede alertar décadas antes de que aparezcan los síntomas.
Investigadores de la Universidad de Córdoba están trabajando en un proyecto en el que también participan cinco socios de España, Francia y Marruecos y que se basa en la biorremediación, un proceso que utiliza el uso de microorganismos para depurar. En concreto, están analizando cómo funciona la aplicación de la biomasa resultante del proceso de descontaminación como fertilizante natural.