El Sol es la fuente de energía más grande para la Tierra y los seres vivos, es fundamental para el desarrollo de los factores climáticos o los ciclos biogeoquímicos. En definitiva, el Sol es vida y sin él, la Tierra no sería habitable.

Nos proporciona energía de dos formas diferentes:

  • Proporciona calor. Aprovechado mediante espejos de manera que los rayos del sol se concentran en un receptor que alcanza temperaturas de hasta 1.000 ºC. El calor se utiliza para calentar un fluido que genera vapor. El vapor finalmente mueve una turbina y produce electricidad. También se emplea para aprovechar el calor directamente en agua que circula a través de placas justo en el punto de consumo.
  • Proporciona luz. que se convierte en electricidad a través de paneles solares fotovoltaicos. Los paneles fotovoltaicos están formados por grupos de células o celdas solares que aprovechan la luz (fotones) para generar energía eléctrica (electrones), por el efecto fotoeléctrico.

La energía solar fotovoltaica o térmica no está libre en carbono, contrario a lo que algunos piensan, la vida media de un panel fotovoltaico (30 años), su producción y los materiales empleados, en muchas ocasiones metaloides como silicio, traen consecuencias para el medio ambiente y conllevan emisiones.

No obstante, en el sistema energético mundial actual, las emisiones asociadas a la producción de energía fotovoltaica son de 46 g CO2 / kWh producido, un dato muy alentador teniendo en cuenta que la media energética española es de aproximadamente 357 g CO2 / kWh energía final (Fuente IDAE). Siendo además la energía solar fotovoltaica una de las fuentes en las que más se está innovando y avanzando en estos años, lográndose día a día batir los récords de eficiencia haciéndola cada vez más limpia y rentable.

Respecto al tema de la rentabilidad, la paridad de red, que se refiere al momento en que una tecnología es lo suficientemente barata como para generar energía a un precio igual o inferior al precio medio del mercado, se alcanzó en 2013 en nuestro país. Una época en la que como consecuencia de la crisis económica y otros factores el aumento y avance de esta tecnología en nuestro país se estancó.

Por todo esto y más, la energía solar, especialmente fotovoltaica es vital, al ser prácticamente la única que posibilita su instalación en cualquier punto, sin conllevar emisiones en las ciudades, contaminadas ya por el modelo de transporte. Esta energía es generadora no solo de electricidad, sino también de riqueza local, disminuyendo la dependencia energética de otros países y generando empleo y desarrollos sostenible allí donde se implanta.

Si bien es cierto que la energía solar –como la eólica- es intermitente, esto es, directamente dependiente de la meteorología o de los ciclos día-noche o las estaciones del año. Ejemplo de esto es la producción actual, suponiendo el 4,7% entre fotovoltaica y térmica solares del total de energía en nuestro país, variando del 3% en meses de invierno a más del 6% en los de verano. Pero este problema está solventándose gracias al rápido avance experimentado por las tecnologías de almacenamiento eléctrico que va a permitir la participación masiva de este tipo de energías en el sistema energético.

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