Medidas para adaptar los cultivos y los bosques al cambio climático, el proyecto ECOFARMERS
El proyecto ECOFARMERS evalúa varias técnicas y productos punteros para adaptar la gestión de las actividades agrícolas y forestales a la nueva situación climática.
Autoría: Ángela Justamante
Fuente: CREAF
El clima mediterráneo está cambiando a un ritmo acelerado, las sequías son más largas y severas, hay menos disponibilidad de agua y aumenta la frecuencia de eventos extremos, como los incendios. A esto se le suma el abandono rural, que ha eliminado las pequeñas áreas de cultivos y pastos, ahora pobladas por bosques. En este contexto, el proyecto ECOFARMERS, coordinado por Xavier Domene, investigador del CREAF y profesor en la Universitat Autònoma de Barcelona y Jordi Sierra, investigador de la Universitat de Barcelona, evalúa varias técnicas y productos punteros para adaptar la gestión de las actividades agrícolas y forestales a esta nueva situación.
En concreto, el proyecto compara parcelas agroforestales que gestionan el terreno de manera convencional, frente a zonas que aplican fórmulas más innovadoras y que tienen en común la regeneración del suelo. El motivo es que “un suelo fértil y sano es capaz de almacenar más carbono, retener más agua, acoger más biodiversidad y aumentar la productividad agrícola o forestal. Todo esto contribuye a aumentar la resiliencia climática”, explica Domene. Entre las parcelas seleccionadas como innovadoras las hay que utilizan fertilizantes elaborados a partir de residuos orgánicos, otras que han reducido el labrado o que llevan a cabo aclareo de vegetación en los bosques. Para implementar los experimentos se han establecido siete escenarios localizados en varios lugares de Cataluña: cuatro agrícolas, dos forestales y uno en un terreno de una mina abandonada. Los beneficios y riesgos de cada ‘receta’ se miden en base a cinco servicios ecosistémicos. Así, se calcula si las prácticas están ayudando a secuestrar carbono en el suelo, a producir más alimentos, a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, a mantener los nutrientes en la tierra y aumentar la biodiversidad.
ECOFARMERS comenzó en 2021, lo coordinan el CREAF y la Universitat de Barcelona, lo financia el Ministerio de Ciencia e innovación de España y cuenta con la participación de varios centros de investigación como la Universitat de Girona, la Universidad de Antwerp y el museo Senckenberg Gesellschaft für Naturforschung. El IRTA, la Universitat de Lleida y el CTFC, también colaboran y han cedido al proyecto algunas de sus parcelas de experimentación.
Recetas para mejorar la gestión agrícola y forestal
En el caso de los campos agrícolas, el equipo evalúa los efectos beneficiosos de utilizar fertilizantes basados en biochar, un carbón vegetal que retrasa la liberación de los nutrientes, y aquellos basados estruvita, un subproducto de las plantas de tratamiento de aguas residuales o purines. Otro de los puntos que se estudian son los efectos de reducir el labrado y las rotaciones de cultivos, acciones que, según Domene, “contribuyen fuertemente a aumentar el secuestro de carbono, preservar la estructura del terreno, reducir la erosión y aprovechar mejor el agua en épocas de sequía”.
Los investigadores también valoran el impacto del abandono rural. En concreto, observan cómo han cambiado las comunidades de microorganismos y fauna del suelo, la vegetación o los stocks de carbono. Además, también prueban algunas medidas para mejorar la gestión forestal. Un ejemplo es el aclareo forestal en aquellas áreas donde hay gran cantidad de arbustos y árboles. De acuerdo con Domene, disminuir la densidad de pies o el sotobosque reduce la competencia de la vegetación por el agua y, por lo tanto, contribuye a mantener la producción en épocas de sequía”. Sin embargo, el equipo alerta que también podría tener efectos negativos en otros servicios, como la biodiversidad edáfica, “precisamente estamos investigando este balance beneficio-riesgo”.
Restauración de minas
Otro de los escenarios que han puesto en marcha es la rehabilitación de suelos degradados por minería a cielo abierto, con el objetivo de que vuelvan a funcionar como bosques. Allí investigan el uso de los tecnosuelos o suelos construidos «a la carta». Para crear estos tecnosuelos, se aplican diferentes materiales orgánicos que mejoran la salud del terreno y que se conocen como enmiendas orgánicas. Por ejemplo, como enmienda pueden utilizarse lodos de depuradora, “se ha demostrado que los lodos favorecen el secuestro de carbono y la cantidad de nutrientes en la capa superficial del suelo”, apunta Domene. Pero también pueden tener efectos negativos, puesto que contienen metales pesados y microplásticos que se acumulan en el terreno y lo contaminan.
“Con los resultados queremos contribuir a mejorar la toma de decisiones de las políticas agrícolas, forestales y de restauración de suelos en varios contextos”, finaliza Domene.
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