España sufre sequías cada vez más intensas, frecuentes y largas
España afronta un verano con sequía hídrica y embalses a un 45,32 % de su capacidad, pese a las lluvias de primavera. Nuestro país debe prepararse para una mayor frecuencia de estos episodios con una mejor gestión de la demanda de agua, que optimice su uso y consiga ahorro hídrico, según los científicos.
Lejos de lo que pudiera parecer, las sequías son un fenómeno muy complejo, ya que se propagan y manifiestan en distintas escalas temporales y afectan a distintos sistemas. Cuando se produce un episodio de sequía climática en poco tiempo descenderá la humedad del terreno, algo más tarde ese déficit de precipitación se manifestará en un descenso del caudal de los ríos. Y, después, en un periodo de meses o incluso años, afectará al nivel de los acuíferos.
“La sequía hidrológica es un episodio de sequía climática, pero no se producen a la vez, si no que existe un retardo entre el déficit de precipitación y el descenso de los caudales, dice a SINC Jorge Lorenzo Lacruz, del grupo de investigación de Erosión, Usos del Suelo y Ordenación del Territorio de la Universidad de la Rioja.
El experto explica que “los factores que determinan la ocurrencia de la sequía climática son complejos, van desde los patrones de circulación atmosférica –en la Península especialmente la Oscilación del Atlántico Norte–, a la disposición del relieve o la altitud a la que se encuentran las distintas cuencas hidrográficas”.
En Europa, varios países del sur han ordenado restricciones de agua para la agricultura por sequía este verano y la situación preocupa también en nuestro país. En España, la capacidad de los embalses es la más baja observada en los últimos 18 años.
“Principalmente, estamos viendo un estado de sequía en buena parte de la España peninsular y Baleares, con excepción de la Comunidad Valenciana, Murcia y la provincia de Almería. Esta situación se debe las intensas precipitaciones en primavera. Sin esta casuística estaríamos prácticamente hablando de una sequía ibérica”, argumenta a SINC Roye Dominic, climatólogo y profesor en la Universidad de Santiago de Compostela.
Las sequías en España están provocadas además por complejos patrones de circulación atmosférica y por el efecto de las distintas fases, particularmente la Oscilación del Mediterráneo Occidental (WeMO) y la Atlántico Este/Rusia Occidental (EATL/WRUS), que parecen tener interconexiones importantes en ellas. Estas situaciones bloquean durante un largo periodo el flujo habitual de mases de aire, de tal manera que no lleguen suficientes precipitaciones o sean muy inferiores a las normales.
“El sistema climático tiene un comportamiento caótico, con una alta variabilidad interanual. De todos modos, la tendencia es inequívoca: las sequías comienzan a ser más intensas, más frecuentes y más largas”, asevera Dominic.
Sur y centro de Europa cada vez más seco
Para conocer las tendencias de sequía en las últimas seis décadas, Lorenzo Lacruz y un equipo internacional de investigadores trabajó con el conjunto de datos mensuales de los caudales de Europa desde 1962 hasta 2017 y determinaron que las sequías más frecuentes y graves han aumentado en el sur y el centro de Europa y, por el contrario, la tendencia en el norte es negativa.
Gracias al Monitor Global de Sequía SPEI elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) también podemos observar la situación en todo el mundo desde 1955 hasta la actualidad.
Si nos fijamos en sus mapas, el mes de mayo de 2022 ha sido un mes especialmente seco en toda España, salvo en el Levante. En una escala temporal de tres meses, es decir, que tiene en cuenta la precipitación de mayo, abril y marzo de 2022, la primavera ha sido relativamente húmeda, salvo en el norte y oeste de España. Por otra parte, los dos últimos años han sido años secos en prácticamente toda España.
“Aunque la primavera 2022 haya sido relativamente húmeda, no ha sido suficiente para paliar los déficits de precipitación que llevamos acumulando durante varios años”, asevera Royé.
Crisis climática, éxodo rural y cambios del uso del suelo
Un estudio liderado por Javier Martín-Vide, coordinador del grupo de expertos en cambio climático de Cataluña y catedrático en Geografía Física de la Universidad de Barcelona —en el que también participa Royé—, apunta que los eventos de sequía extensiva se han producido con mayor frecuencia desde finales de la década de 1990.
“El aumento de la frecuencia nos indica que el cambio climático está teniendo efectos sobre los patrones espacio-temporales de la precipitación, aunque en períodos seculares de tiempo todavía no haya una tendencia estadísticamente significativa a la reducción en buena parte de España”, indica a SINC Martín-Vide.
El trabajo se centró en la región mediterránea, que se está calentando un 20 % más rápido que el promedio mundial, un punto crítico del cambio climático donde confluyen muchas vulnerabilidades. “Si la temperatura anual a escala global ha aumentado entre 1,1 ºC a 1,2 ºC, con respecto al promedio de la segunda mitad del siglo XIX, la de la cuenca mediterránea lo ha hecho entre 1,4 ºC y 1,5 ºC”, puntualiza el experto.
En otro estudio reciente, Lorenzo Lacruz examinó los cambios en la frecuencia, magnitud y duración de las sequías climáticas e hidrológicas en las cuencas de cabecera de España desde 1961 hasta 2013. “La vegetación es un gran consumidor de agua, especialmente durante episodios secos”, apunta. Otro factor más a tener en cuenca en un país con grandes cambios en los usos del suelo y con abandono del entorno rural.
“En España hay casi 4 millones de hectáreas de regadío, que consumen aproximadamente el 80 % de los recursos hídricos. Por otro lado, los procesos de abandono de cultivos, especialmente en zonas de montaña —donde están las cabeceras de las cuencas y se genera el caudal—, como consecuencia del éxodo rural de mediados del siglo pasado ha supuesto que la vegetación natural haya colonizado estas zonas antes cultivadas, suponiendo un consumo de agua mucho mayor. Un agua que ya no irá a parar a los ríos”, recalca el científico.
Soluciones: eficiencia, sostenibilidad y consumo realista del agua
Lo fundamental en estas situaciones de escasez de agua es adaptar el uso que hacemos a la disponibilidad del recurso, tanto actual como futura. La creación de sistemas de monitorización y seguimiento, la gestión forestal de las cabeceras de montaña o la puesta en marcha de protocolos de actuación ante este tipo de situaciones es fundamental.
“España debe adaptarse de forma urgente a la realidad del cambio climático y a la posibilidad, más que probable, según nos dicen los modelos climáticos, de que estas secuencias secas sean más frecuentes en las próximas décadas. No tenemos bien calculadas las dimensiones de los depósitos de abastecimiento urbano de agua para estas condiciones”, advierte Javier Martín Vide.
A escala regional, debemos tratar de adaptarnos y prepararnos antes en este tipo de situaciones, con políticas orientadas a aumentar la resiliencia de estos territorios y de las personas que en ellos habitan.
“Por ejemplo, los planes especiales de sequía elaborados para las diferentes demarcaciones hidrográfica, son buenos estrategias para adoptar en este sentido. Por otro lado, a escala global, se debe de tratar de alcanzar grandes acuerdos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero con el fin de minimizar la crisis climática, declara a SINC Iván Noguera Corral, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE).
El científico opina que “el aumento generalizado de las temperaturas, ocasionado por el forzamiento antropogénico, pueden tener importantes implicaciones en la ocurrencia e intensificación de este tipo de eventos, especialmente en regiones con limitaciones de agua como la nuestra”.
Según los expertos, la planificación del agua en nuestro país debe dejar de basarse en la oferta continua, porque las lluvias van a escasear, y debe realizarse desde la correcta gestión de la demanda, con ahorro y con un uso racional.
“Hay que evitar implantar actividades en el territorio que supongan incrementos continuados de consumo de recursos hídricos —nuevos regadíos, promoción inmobiliaria por encima de las necesidades reales de vivienda, etc. Concretando: ahorro hídrico, gestión de la demanda de agua —no de la oferta—, optimización del uso del agua, aprovechamiento de las aguas pluviales, de las aguas grises, disminución de las pérdidas en las redes de distribución, contención y optimización del regadío, producción y uso del agua regenerada”, resume Roye Dominic.
Por su parte Lorenzo Lacruz, sentencia: “Desde la comunidad científica llevamos tiempo advirtiendo de que los fenómenos extremos como las sequías van a acentuarse en las próximas décadas. Hace falta un proceso de reflexión para utilizar el agua de forma eficiente, realista y sostenible. Debemos ser conscientes de que, por poner un ejemplo, no es sostenible cultivar arroz en un desierto”.
¿QUÉ SON LAS SEQUÍAS REPENTINAS?
Se caracterizan por su rápido desarrollo e intensificación (unas pocas semanas), contraponiéndose al del concepto ‘clásico’ de sequía, normalmente entendido como un fenómeno con un desarrollo lento a lo largo del tiempo y del espacio, que puede alcanzar su máxima intensidad tras varios meses e incluso años.
Iván Noguera Corral es autor de un estudio sobre las sequías repentinas en España, un análisis importante y necesario, puesto que este tipo de sucesos tienen un alto impacto medioambiental y económico en sectores como la agricultura.
“Sus impactos pueden ser diversos, aunque como en este caso nos estamos enfocando en los impactos a corto plazo, podríamos decir que estas tienen dimensión principalmente agrícola. Uno de los ejemplos más conocidos de los grandes daños que pueden ocasionar lo encontramos en el año 2012, cuando una sequía repentina muy severa afecto a gran parte de los EE UU, generando pérdidas económicas multimillonarias”, señala el científico del IPE.
Pero existen otros muchos precedentes, tanto en EE UU como en otras regiones del mundo, de sequía repentinas que ocasionaron grandes pérdidas. En España es un fenómeno frecuente. De hecho, en torno al 40% de las sequías identificadas a corto plazo se desarrollan como flash droughts. “A escala global, existen muy pocos estudios que las hayan analizado, además, el uso de diferentes métricas, así como las propias incertidumbres en relación con el propio concepto, hacen difícil realizar un análisis comparativo”.
Noguera Corral y su equipo se centraron en el periodo comprendido entre 1961 y 2018 con el fin de disponer de lapso temporal de referencia en el que desarrollar diversos. “Esto no significa que, el año 2020 en España, fuese mejor o peor. De hecho, también se registraron condiciones de este tipo”, asegura.
La frecuencia de este tipo de eventos está principalmente relacionada con la propia variabilidad natural del clima, por lo que no es de extrañar que en un contexto climático tan complejo como el de la Península existan importantes variaciones interanuales. “A esto se suma el actual contexto de cambio climático, que se superpone con importantes implicaciones en lo que a la ocurrencia y severidad de las sequías se refiere”, recalca el investigador.
Para determinar si una sequía es repentina o no, son las propias anomalías registradas en las variables meteorológicas las que ayudan a determinarlo. “Nosotros, por ejemplo, utilizamos el Índice Estandarizado de Precipitación y Evapotranspiración como indicador para identificar la ocurrencia de este tipo de eventos, ya que nos permite examinar y comparar las anomalías registradas en el balance climático (diferencia entre la precipitación y la demanda de agua por parte de la atmósfera) a lo largo del tiempo y el espacio”, continúa.
En otro estudio reciente, realizaron un análisis de la sensibilidad media del balance climático a los déficits de precipitación y la demanda de agua por parte de la atmósfera a corto plazo. Los resultados evidencian que la relevancia del rol de la demanda de agua por parte de la atmósfera, principalmente determinado por la influencia de la temperatura, se ha incrementado de manera muy notable durante los últimos años (especialmente en las dos últimas décadas).
“Este es un factor clave para explicar la ocurrencia de este tipo de eventos en algunas regiones de España. De hecho, el incremento significativo del número de eventos de sequía repentina en verano no puede ser explicado sin el incremento del rol de demanda de agua por parte de la atmósfera, evidenciando algunas de las posibles implicaciones del cambio climático en lo que al fenómeno de la sequía repentina refiere”, concluye.
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