Determinan un método para predecir la variación del número de especies de vertebrados terrestres ante cambios el clima
Expertos de la Universidad de Almería y la Complutense de Madrid han creado un modelo de adecuación al hábitat para cada grupo de animales que relaciona la riqueza de especies con los distintos componentes del ecosistema: clima, uso y cobertura del suelo, topografía, etc. La medición emplea diversas variables cuantificables, como temperatura, porcentaje de bosque del género Quercus o pendiente del terreno, entre otras.
Con el objetivo de examinar la efectividad de las áreas protegidas de Andalucía respecto a la conservación de mamíferos, aves, reptiles y anfibios bajo distintos escenarios de cambio climático, se ha completado un interesante trabajo que va más allá, al dar claves de futuro, en el que la Universidad de Almería ha añadido el punto de vista de las Matemáticas con Ana D. Maldonado, perteneciente al Grupo de Investigación ‘Análisis de datos’, del que es responsable Carmelo Rodríguez, al de tres especialistas en conservación medioambiental. Ellos son Pedro Aguilera, del Departamento de Biología y Geología de la UAL, Alejandro Rescia, del Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la Universidad Complutense de Madrid, y, a caballo entre ambas instituciones, Alberto Valdivielso, perteneciente a este último departamento y reciente egresado de Máster en el campus complutense. De hecho, su TFM, que ha sido tutorizado por los tres anteriores, es la base de ‘Probabilistic graphical models for species richness prediction: are current protected areas effective to face climate emergency?’. Este es el título del artículo, del que son autores los cuatro investigadores, publicado en la revista Global Ecology and Convervation a mediados de este 2020.
Medir la viabilidad de los espacios naturales protegidos de Andalucía frente al cambio climático utilizando modelos bayesianos ha sido el germen, y después se ha acotado más la pretensión del trabajo a, tal y como se ha apuntado, fijar la efectividad de dichas áreas en la conservación de cada uno de los cuatro grupos de vertebrados terrestres en distintos supuestos de variación climática. Para ello, se ha creado un modelo de adecuación al hábitat para cada grupo, que relaciona la riqueza de especies con los distintos componentes del ecosistema, como son el clima, el uso y cobertura del suelo, la topografía… Se miden usando diversas variables cuantificables, como temperatura, porcentaje de bosque del género Quercus o pendiente del terreno, entre muchas otras. A partir de sus resultados se puede afirmar que esta metodología “puede ser de gran utilidad a la hora diseñar, planificar y ubicar áreas protegidas, ya que permite estimar dónde y cuánto variará el número de especies cuando las condiciones climáticas cambian”.
El equipo de trabajo ha utilizado estos modelos de adecuación al hábitat para predecir la riqueza esperada de especies de cada grupo bajo tres escenarios de cambio climático distintos, es decir, responden a la pregunta de ‘¿qué pasaría con la riqueza de, por ejemplo, mamíferos si se dieran unas condiciones climáticas específicas?’. Esos tres escenarios utilizados fueron planteados por el Panel Intergubernamental por el Cambio Climático (IPCC) en base a variables climáticas y contemplan tres posibles futuros que se diferencian, a grandes rasgos, en el crecimiento de las emisiones de CO2, de modo que contemplan desde un escenario más sostenible a otro más intensivo. Cabe decir que los resultados obtenidos no fueron demasiado esperanzadores, ya que predicen una pérdida importante de especies, tanto dentro como fuera de los espacios protegidos, siendo las áreas protegidas situadas en áreas montañosas las que mantienen las mejores condiciones para la supervivencia en la mayoría de los grupos.
Esta última aseveración queda reflejada en el estudio con valoraciones precisas sobre cada espacio. Así, en los casos de anfibios y reptiles, las zonas colindantes y correspondientes a Sierra de Aracena y Picos de Aroche, junto con Grazalema y Los Alcornocales, mantienen la riqueza de sus especies en los distintos escenarios estudiados. También respecto a los reptiles se ha observado que se presentan zonas óptimas al este de la cordillera Penibética. En cuanto a los mamíferos, no parece destacar ninguna zona, es decir, “se aprecia una pérdida general de riqueza de especies, perdiendo valor los espacios protegidos”. Por último, en referencia a las aves se muestran niveles óptimos de riqueza en la cordillera Penibética, así como en parte de la cordillera Subbética.
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