Entre las innovaciones descritas, podemos encontrar la capacidad de incluir nuevas presas en la dieta, como evidencia la garza blanca (Egretta alba), que ha sido vista comiendo gorriones en Brasil; el aprovechamiento de nuevos recursos, como demuestran los cuervos (Corvus corone) que rebuscan comida en los vertederos de España; la substitución de alimentos para soportar tiempos difíciles, observada en el buitre del Himalaya (Gyps himalayensis), que come hojas de pino cuando no encuentra carroña, y en la reineta coronada (Setophaga coronata), descubierta un invierno especialmente duro alimentándose de moscas inactivas al calor de una sala de ordeño en un granja de Canadá; o la mejora en las técnicas de alimentación, como muestra el cormorán grande (Phalacrocorax carbo), que aprovecha la confusión que generan las hélices de los transbordadores comerciales en Nueva Zelanda para pescar con mayor facilidad.
Sin embargo, la innovación que permite afrontar cambios drásticos en el hábitat parece no funcionar frente a otros tipos de amenazas, como la caza intensiva. Esto explicaría por qué algunos de los animales más innovadores del planeta —como loros, ballenas y primates— están en riesgo de extinción. “Hay que tener en cuenta que las especies con mayor capacidad de innovación son más lentas renovando la población, lo que las hace más vulnerables a la caza”, explica Daniel Sol, investigador del CREAF y el CSIC. “Eso implica que, a diferencia de lo que se asume habitualmente, la innovación no protege a los animales de todos los cambios rápidos del entorno”, concluye Sol.
En el estudio, además del CREAF, el CSIC y la Universidad McGill de Montreal, ha participado también el Gothenburg Global Biodiversity Centre, de la Universidad de Gothenburg.
Artículo de referencia:
Ducatez S., Sol D., Sayol F., Lefebver L. (2020) Behavioural plasticity is associated with reduced extinction risk in birds. Nature Ecology & Evolution, 1168: 1. https://doi.org/10.1038/s41559-020-1168-8