
Claves del acuerdo de París
El texto de 31 páginas reúne el compromiso mundial por mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los 2 grados con respecto a los niveles preindustriales y perseguir los esfuerzos para limitar el aumento a 1,5 grados. El mecanismo de revisión de los compromisos de cada país sí es jurídicamente vinculante para tratar así de garantizar el cumplimiento. Además, 187 países de los 195 que forman parte de la Convención de cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han entregado compromisos nacionales que entrarán en vigor en 2020 y se revisarán al alza cada cinco años. “No habrá sanciones, pero sí un mecanismo transparente de seguimiento del cumplimiento para tratar de garantizar que todo el mundo hace lo prometido”, advierte Soria. Las naciones se proponen que las emisiones toquen techo “tan pronto como sea posible”, reconociendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se efectúen reducciones rápidas a partir de ese momento.
El acuerdo dice que los países desarrollados “deben” contribuir a financiar la mitigación y la adaptación en los Estados en desarrollo, y anima a otros países que estén en condiciones económicas de hacerlo a que también aporten voluntariamente. Además, las naciones ricas deberán movilizar un mínimo de 100.000 millones de euros anualmente desde 2020 para apoyar la mitigación y adaptación al cambio climático en los países en desarrollo. Por último, el texto reconoce la necesidad de poner en marcha el ‘Mecanismo de Pérdidas y Daños’ asociados a los efectos más adversos del cambio climático.
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Advierte del peligro de bañarse en el río Agrio, que ha sufrido una alta mortandad de peces y ha visto cómo sus aguas se han teñido de turquesa por la elevada concentración de metales tóxicos. El trabajo reclama la actuación de las Consejerías de Sostenibilidad y Medio Ambiente, y de Salud y Consumo ante el peligro que suponen las actividades recreativas, como el baño, en zonas contaminadas, por su posible impacto en la salud pública.
La iniciativa, liderada el IAS-CSIC, aportará datos que permitirán actuar antes de que los daños sean irreversibles. Los científicos pondrán en marcha una base de datos abierta con observaciones de campo e imágenes aéreas y de satélite.