Un cuerno de concha emite su primer sonido después de 17.000 años de silencio
Hallada en 1931 en la cueva de Marsoulas, (Pirineos franceses) a 250 km del mar, esta antigua caracola que lejos de servir de copa para beber durante el Paleolítico superior, como se creía, una nueva investigación indica que pudo ser en realidad un instrumento único de música.
Autoría: Adeline Marcos
Fuente: Agencia SINC
Un sonido armonioso ha salido al tocar un peculiar instrumento de viento: un cuerno de concha de unos 17.000 años de antigüedad. Pero cuando fue descubierta hace 90 años en la entrada de la cueva de Marsoulas, en los Pirineos franceses, la caracola sorprendió en un primer momento por su tamaño de 31 centímetros y por encontrarse a 250 km del mar.
Sus descubridores dedujeron por aquel entonces que la concha pudo haber servido de copa para beber a los ocupantes de la cultura Magdaleniense que habitaron la cavidad durante el Paleolítico superior, pero no observaron modificaciones humanas que les hicieran sospechar de otro uso.
“En 1931, cuando fue descubierta, este objeto fue considerado como una caracola de tamaño excepcional, traída desde el océano, pero sin un uso preciso, a lo mejor como copa para beber. No se vieron entonces modificaciones o estas se interpretaron como rupturas naturales”, explica Gilles Tosello, investigador en el Centro de Investigación y Estudio para el Arte Prehistórico de la Casa de las Ciencias del Hombre y la Sociedad en Toulouse, Francia.
Sin embargo, Tosello, junto a Carole Fritz, directora del equipo científico de la cueva de Chauvet en el mismo centro francés, y otros científicos encontraron, gracias a las avanzadas técnicas de imagen, numerosos indicios que no se ven a simple vista que confirmaban que los humanos sí intervinieron para darle a esta caracola una utilidad concreta.
“El ápice –la parte más dura de la concha, imposible de romperse de manera natural– se quebró intencionadamente y se perforó un agujero de un cm de diámetro desde su interior, una operación que debió de ser muy delicada con las herramientas de la época”, detalla Fritz.
Además de utilizar esta perforación como boquilla, los científicos también hallaron rastros de una sustancia orgánica marrón, probablemente una resina o cera, cerca de la abertura del ápice, que pudo haber sido usada como adhesivo para fijar una boquilla.
Por otra parte, los bordes exteriores de la caracola sufrieron una serie de impactos para ser igualados y se adornó el exterior con puntos a base de pigmentos rojos, que coinciden con el estilo del arte mural del interior de la cueva. Los científicos dedujeron, según publican en la revista Science Advances, que este objeto era en realidad un instrumento de música sin igual.
Una pieza única en el mundo.
Los investigadores destacan que ningún otro objeto de la Europa paleolítica –de hace entre 40.000 y 10.000 años– se puede comparar con este instrumento. El espécimen sería el cuerno de concha de caracol más antiguo conocido hasta ahora. “Es excepcional”, insiste Tosello.
Hasta ahora, se había documento flautas a base de huesos en otros yacimientos arqueológicos del Paleolítico superior, pero instrumentos fabricados con otros materiales como esta caracola, que perteneció al gran caracol marino de la especie Charonia lampas, son especialmente inusuales.
El equipo de investigación contó con la ayuda de un musicólogo especializado en instrumentos de viento para reproducir el sonido del cuerno en tres notas distintas que coincidían con los tonos de do y re en la nomenclatura musical moderna.
“Pudo servir para producir sonidos, de los cuales podemos identificar algunos en la actualidad y medir acústicamente notas musicales como el do y el re. Pero esto no significa que estas notas fueron producidas hace más de 18.000 años. Es solo un ejemplo”, subraya Tosello.
Aunque en todo el mundo, las caracolas han servido como instrumentos musicales o dispositivos de llamada o señalización, el de Marsoulas es el único en el contexto paleolítico. Sin embargo, el científico recuerda que la música es un campo “altamente cultural”. “Lo que a nosotros nos parece armonioso puede no serlo para otra cultura. Solo podremos tener ejemplos sonoros de lo que los humanos pudieron tocar con este instrumento en la Prehistoria”, concluye el investigador francés.
Referencia:
C. Fritz; et al. “First record of the sound produced by the oldest Upper Paleolithic seashell horn” Science Advances
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