Sobre insectos y lo (poco) que conocemos de sus distribuciones
Cada vez existen más evidencias científicas que muestran que nuestra supervivencia depende de nuestra capacidad para conservar la biodiversidad. Los insectos constituyen la mayor parte de la diversidad animal terrestre conocida.
Autoría: David Sánchez Fernández
Fuente: Ecomandanga
Cada vez existen más evidencias científicas que muestran que nuestra supervivencia depende de nuestra capacidad para conservar la biodiversidad. Los insectos constituyen la mayor parte de la diversidad animal terrestre conocida. Su protección es crucial para mantener el funcionamiento y la salud de los ecosistemas y para garantizar la seguridad alimentaria. Es difícil, por tanto, abordar un estudio sobre biodiversidad, o su conservación, sin tener en cuenta a los insectos.
Ante la falta de recursos destinados a la conservación, se deberían establecer prioridades de conservación de manera eficiente, identificando aquellos lugares en los que se concentra mayor cantidad de biodiversidad. Sin embargo, cuando nos enfrentamos al reto de describir los patrones de biodiversidad, nos encontramos con una limitación insalvable hasta ahora: la escasez de datos disponibles sobre la distribución de la mayoría de especies de artrópodos en general y de insectos en particular. Este fenómeno se conoce como la “limitación de Wallace” en honor al naturalista y explorador británico del siglo XIX Alfred Russel Wallace.
Estudiando la distribución de los insectos.
Los datos sobre la distribución de los insectos se reúnen gracias al esfuerzo colectivo de naturalistas, biólogos y aficionados, entre otros, que muestrean y recogen datos de las especies que detectan en sus salidas de campo. Esa información se vuelca en plataformas digitales (como GBIF) que nutren enormes bases de datos donde se almacenan los registros de especies recopilados a lo largo del tiempo. Estos datos nos indican dónde se ha detectado cada especie en diferentes momentos y son básicos para estudios de ecología, biogeografía y conservación. Sin embargo, no proceden de muestreos sistemáticos y estandarizados, sino que tienen un carácter oportunista, habiendo mucha información para algunos grupos y algunas zonas, y poca para otros territorios y grupos de especies.
El caso es que, después de compilar grandes bases de datos sobre distribución de insectos y localizar estos lugares con alta biodiversidad, en la mayoría de los casos se puede observar una extraña coincidencia: los lugares con más biodiversidad se corresponden con aquellos lugares que han sido prospectados con mayor intensidad, y es en este momento cuando aparecen dudas razonables sobre si las áreas que se están identificando como prioritarias son realmente las más interesantes o simplemente son las que están más muestreadas. Por lo tanto, la evaluación de la calidad de los inventarios biológicos y de hasta qué punto esas bases de datos se pueden considerar completas, debe ser un paso preliminar en cualquier investigación sobre biodiversidad, particularmente en el caso de insectos.
¿Existe alguna base de datos sobre insectos que se pueda considerar completa?
Un grupo de científicos ha analizado recientemente la que, en principio, es la base de datos más completa para cualquier grupo de insectos en el mundo: la de las mariposas diurnas de Gran Bretaña. Esta base de datos, gestionada por Butterfly Conservation, contiene la friolera de más de diez millones de registros desde el año 1800 para 58 especies. Los resultados del estudio muestran que, incluso en esta base de datos tan exhaustiva, el conocimiento sobre la distribución de las especies de insectos no es completo, ya que a escalas espaciales relativamente finas (con una resolución aproximada de 10×10 km) se detectan ciertas regiones del norte de Gran Bretaña para las que el conocimiento sobre estas mariposas sigue siendo escaso.
¿Cómo está la situación en la Península Ibérica?
¿En qué lugares se ha desarrollado mayor esfuerzo por estudiar los insectos? ¿Coinciden esos sitios para los diferentes grupos de insectos? Recientemente hemos realizado otro estudio que trata de abordar estas cuestiones utilizando para ello bases de datos sobre cinco grupos de insectos en la Península Ibérica (mariposas, polillas, escarabajos peloteros, tricópteros y escarabajos acuáticos; en total casi 750.000 registros para unas 2.250 especies). Hemos identificado las áreas mejor estudiadas para cada grupo taxonómico y en qué medida estos patrones de esfuerzo de muestreo están relacionados con las condiciones ambientales y la accesibilidad. Los resultados no por esperados dejan de ser frustrantes, ya que muestran una falta generalizada de inventarios fiables, y además una baja congruencia espacial en el esfuerzo de muestreo desarrollado para los diferentes grupos de organismos. Esto sugiere que no existe un patrón geográfico común en el esfuerzo de muestreo desarrollado y que factores como la proximidad a los lugares de trabajo de los entomólogos están afectando de manera diferente a cada grupo. Tras muchas décadas de trabajo taxonómico y faunístico, las bases de datos de distribución de insectos ibéricos aún se encuentran en una fase muy preliminar, lo que limita nuestra capacidad de utilizarlas para obtener respuestas fiables a cuestiones básicas y aplicadas.
Urge poner en valor la entomología.
Por lo tanto, estos resultados permiten realizar ciertas recomendaciones dirigidas a realizar muestreos entomológicos a largo plazo, estandarizados y bien diseñados, capaces de proporcionar una visión fiable de la distribución de los diferentes grupos de insectos. Para ello, es imprescindible volver a poner en valor disciplinas como la entomología, taxonomía y faunística, fomentando escuelas de jóvenes entomólogos que puedan generar el conocimiento necesario para poder desarrollar multitud de estudios posteriores en campos como la ecología aplicada, biotecnología o la biología de la conservación. Mientras tanto, debemos recurrir a la elaboración de modelos predictivos sólidos que puedan ser validados con datos de campo, como un atajo para estimar los patrones reales de distribución de la biodiversidad. Solo de esta manera podremos conocer mejor las áreas de distribución de las especies, estimar sus tendencias y comprender mejor el alcance total de la pérdida de biodiversidad como consecuencia del cambio global.
No olvidemos que, sin este trabajo de base, muchas veces infravalorado en el contexto científico, no podremos responder con seguridad a preguntas tan importantes como saber hasta qué punto están en declive los insectos, cómo les está afectando el cambio global y qué implicaciones tendrá esto para la conservación de la biodiversidad, la salud de los ecosistemas a escala global y su repercusión sobre el bienestar humano.
Referencias.
Sánchez Fernández D, Fox R, Dennis RHL & Lobo JM. 2021. How complete are insect inventories? An assessment of the British butterfly database highlighting the influence of distribution shifts due to climatic changes. Biodiversity and Conservation, 30: 889–902. link
Sánchez-Fernández D, Yela JL, Acosta R, Bonada N, García-Barros E, Guisande E, Heine J, Millán A, Munguira ML, Romo H, Zamora-Muñoz C & Lobo JM. 2022. Are congruent the patterns of sampling effort and completeness of insects’ inventories? A test using databases for five insect groups in the Iberian Peninsula. Insect Conservation and Diversity, in press (10.1111/icad.12566). link
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