Puede que alguna vez, en algún viaje, hayamos pasado cerca de algún curso de agua con la denominación de Río Salado o Arroyo Salado, incluso puede que vivamos cerca de alguno de ellos. Este tipo de nombres efectivamente describen el carácter salado de la masa de agua evidenciando un elevado nivel de conductividad lo que se traduce en una alta concentración de sales. Por lo tanto, de manera natural este tipo de ambientes salinos terrestres existen, influyendo directamente en los ecosistemas asociados al curso de agua.

Esto no significa que el aporte de sales de manera artificial a suelos y masas de agua no deban de tenerse en cuenta y estudiarse. Así y según los estudios científicos el aumento de la salinidad en los hábitats de agua dulce (ríos, lagos, humedales, etc.) suponen una amenaza global para la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas naturales de todo el mundo.

A esta situación se le conoce como salinización de las masas de agua continentales causado por el ser humano a través de actividades como la minería y la agricultura intensiva junto con los efectos del cambio climático (aumento del nivel del mar). La presencia de altas concentraciones de sal en las aguas continentales a niveles más elevados que nunca están generando consecuencias. ¿Cuáles? Además de alterar el medio natural, provocando la pérdida de especies, la dispersión de organismos invasores, o la alteración del ciclo de nutrientes, la contaminación salina también perjudica a los servicios ecosistémicos que aportan lagos, ríos y embalses a la sociedad.

También son los suelos ecosistemas afectados por este fenómeno. Según un estudio a nivel internacional más del 3 % de la capa superior del suelo global y más del 6 % del subsuelo global se ven afectados por la salinidad o la sodicidad.

Para saber más:
https://www.mncn.csic.es/es/Comunicaci%C3%B3n/la-salinizacion-de-los-ecosistemas-de-rios-y-lagos-una-agenda-de-investigacion-para