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Cambio climático y cultivo de arroz: 4 consecuencias directas

«La producción de arroz disminuirá por el aumento de las temperaturas que el cambio climático provoca en las regiones donde se cultiva ese cereal». Esta es una predicción realizada por la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en el año 2010. Por desgracia es el escenario actual de los arrozales.

Con una producción de arroz aproximadamente 213 millones de toneladas, China continental se convirtió en el principal productor de este cereal a nivel mundial en 2021. India y Bangladés, otros dos países asiáticos, se situaron en segunda y tercera posición respectivamente. De hecho, la clasificación estuvo prácticamente monopolizada por dicho continente, lo que no sorprende si se tiene en cuenta la importancia de este grano en su dieta.

Si bien es cierto que Rusia se ha afianzado como el segundo mayor productor europeo de este cereal, el cultivo de este grano en el Viejo Continente se encuentra extendido principalmente en los países del sur.

Italia es el primer productor, con un 50% de la producción total, seguido de España con un 28% de la misma y con el 25% de la superficie. La siguen Grecia, Portugal, Francia, Rumanía, Bulgaria y Hungría (datos para la cosecha 2015). Sin ir más lejos, el consumo por persona de arroz en España es de aproximadamente cuatro kilos por persona.

Granos de arroz. foto: Pixabay.

En lo que respecta a la zona mediterránea, el incremento de las temperaturas y períodos de sequía más frecuentes y severos perjudican la calidad del agua y el caudal de los ríos. Estos efectos aumentan la salinidad del suelo mermando la productividad de los cultivos. Todas estas consecuencias amenazan al sector arrocero mediterráneo y lo pone en peligro de desaparición.

Isla Mayor, uno de los principales enclaves arroceros de Sevilla junto con La Puebla del Río e Isla Mínima vienen marcadas en las últimas campañas por estas consecuencias. De generar al año el 43% de la producción nacional (datos referidos a 2016-2017) se ha pasado a producciones muy inferiores debido al descenso de la superfície de siembra siendo esta en 2021 de un 53%, pasando a un 69% en 2022 y finalmente en 2023 hablamos de un 93 % de superfície sin sembrar. Esto significa que generaban al año. 

Esta reducción del cultivo del arroz debido a los efectos del cambio climático genera una cascada de consecuencias en poblaciones como Isla mayor cuyo sistema económico está basado en el cultivo de este cereal:

1.- Sin la actividad agrícola del arroz se paraliza la economía de esta localidad donde parte de su población de unos 5.900 habitantes se ve obligada a salir del pueblo en busca de otros recursos económicos que permitan sostener a las familias.

2.- Se acaba el comercio del cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii ) asociado a este cultivo, que a pesar de su carácter invasor, su ausencia  repercute de manera negativa en las empresas y negocios que lo utilizan como recurso gastronómico.

3.- Al mismo tiempo la ausencia de estos crustáceos conlleva la desaparición de la avifauna asociada al carecer de este preciado alimento.

4.- Igualmente, el turismo ornitológico se ve mermado al desplazarse las aves a otros lugares donde aún se conserve alguna lámina de agua.

Ciencia andaluza sobre el arroz

Desde el ámbito científico se están llevando a cabo investigaciones con el objeto de obtener variedades de arroz europeas adaptadas a las nuevas condiciones que permitan seguir cultivando sin perder productividad y mantener el impacto positivo medioambiental, paisajístico y socioeconómico de esta actividad.

En beneficio también de este cultivo se están llevando a cabo estudios con cianobacterias capaces de hacer simbiosis con arroz. Estos microorganismos realizan un proceso de transformación del nitrógeno atmosférico en otras formas de nitrógeno que pueden ser utilizadas por los seres vivos. Gracias a este gran hallazgo biotecnológico, sería posible evitar el elevado coste energético que conlleva la producción actual, disminuyendo así el calentamiento global del planeta mediante el uso de fertilizantes nitrogenados naturales.

Desde la Universidad de Sevilla y en concreto desde el departamento de Geografía Física y Análisis Geográfico Regional se lidera el proyecto SAMA que desarrolla una plataforma de ‘agromonitorización’ para hacer más sostenible el cultivo de arroz en Andalucía optimizando los recursos, reduciendo costes y modernizando el cultivo.

Otra universidad andaluza como la de Córdoba también cuenta con estudios aunque enfocados a los residuos que genera el cultivo del arroz. Han desarrollado una metodología para preparar materiales que descontaminan los Óxidos de Nitrógeno (principales gases responsables de la elevada contaminación de las ciudades) y en la que se emplean residuos de cáscara de arroz.

Ser consciente del nuevo escenario climatológico al que está expuesto nuestro planeta nos permitirá tomar las medidas adecuadas para seguir manteniendo cultivos tan importantes como el del arroz. Para ello, la ciencia y la tecnología ya buscan las respuestas.