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Agricultura y biodiversidad. ¿Un tándem necesario?

A lo largo de la historia, la agricultura de manera tradicional ha contribuido a la generación de hábitats y al aumento de la diversidad de especies. Solo nos basta con pasear por nuestros paisajes rurales y hablar con los mayores del lugar. Todos coinciden en lo mismo: “Aquellas huertas tradicionales estaban llenas de vida… diferentes aves, topillos e insectos saltaban y se cruzaban por delante al andar por el campo”. Esta diversidad repercutía de manera positiva en los hábitats agrícolas aportando una serie de servicios ecológicos como: la polinización, el control de plagas y el mantenimiento de la fertilidad del suelo. Es por eso que el mantenimiento de una biodiversidad bien desarrollada tanto a los niveles de diversidad genética, como de especies y de ecosistemas, podrían fortalecer los modelos agrícolas intensivos actualmente más extendidos, repercutiendo finalmente en un mejor desempeño agrícola.

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