Volver

Fotografía del artículo no disponible
| 15 Abr 2014

Proteger a los más raros para conservar la biodiversidad

Fuente: SINC

El guácharo sudamericano, en la foto en la Cueva de Humboldt (Venezuela), es de los primeros clasificados en especies de aves más evolutivamente distintas del planeta. / Walter Jetz.

El guácharo sudamericano, en la foto en la Cueva de Humboldt (Venezuela), es de los primeros clasificados en especies de aves más evolutivamente distintas del planeta. / Walter Jetz.

En la actualidad, cerca de 600 especies de aves se encuentran en peligro de extinción debido a las presiones del desarrollo humano y a los cambios ambientales.

Un estudio dirigido por la Universidad de Yale (EE UU) propone priorizar la conservación de especies en peligro de extinción según sus rarezas genéticas. Para ello, han tomado como ejemplo en su trabajo las 9.993 especies de aves que se conocen.

“Priorizar la conservación de las especies en peligro de extinción por su diferenciación evolutiva y, más aún, si se incluyen las especies con rarezas geográficas, es una manera muy eficaz y económica de conservar la máxima cantidad de información genética del conjunto de las aves”, declara a Sinc Walter Jetz, autor principal del estudio que se publica en la revista Current Biology.

La diferenciación evolutiva es una medida de la cantidad de información que se pierde si se extingue una especie. «Nos ayuda a identificar aquellas especies que no podemos permitirnos perder», añade David Redding, del University College de Londres y coautor del trabajo.

En el caso de las aves, la más distinta evolutivamente es el guácharo sudamericano (Steatornis caripensis), según los científicos. Ha evolucionado durante casi 80 millones de años de forma separada a cualquier otra ave del planeta.

Otras especies que se sitúan en la parte superior de esta lista son el águila pescadora y el avestruz, algunas más raras como el hoacín y el picozapato, y especies menos conocidas, de rango restringido, como las chotacabras de Nueva Caledonia y los podargos de Islas Salomón.

“Una especie evolutivamente distinta es la que se encuentra aislada en el árbol de la vida. Por ejemplo, hay muchas especies de ratones estrechamente relacionados y ningún ratón en particular es distinto. Sin embargo, solo hay un cerdo hormiguero, y son evolutivamente únicos. Si una especie de ratón particular se extinguiese, la información genética para ‘ratón’ permanecería en otras especies. Si el cerdo hormiguero llegara a extinguirse, toda la información sobre esta especie se perdería para siempre”, subraya el experto.

La diferenciación evolutiva se mide como los millones de años de historia evolutiva durante los que una especie contribuiría al árbol de la vida en el futuro. Asegurarse de que se preservan las especies más distintivas evolutivamente es una forma eficiente, según estos científicos, de garantizar la biodiversidad.

“Sabemos que las especies más alejadas evolutivamente producen ecosistemas más productivos, por lo que este parece un enfoque prudente. También es posible que se necesite esta información evolutiva en el futuro”, concluye Jetz.

Referencia bibliográfica:

Jetz et al. «Global Distribution and Conservationof Evolutionary Distinctness in Birds» Current Biology.

Últimas noticias

Un proyecto define un mapa de la expansión de una avispa invasora en Andalucía

Científicos-ciudadanos de la Asociación de Educación Ambiental ‘El Bosque Animado’ (Málaga) lideran esta iniciativa que ha monitorizado con una aplicación móvil la colonización del avispón oriental, un insecto que depreda especies autóctonas. Los resultados muestran que Cádiz, Málaga y Sevilla son las provincias más afectadas, con un aumento del 30% en el último año. Esta iniciativa está apoyada por la Oficina de Ciencia Ciudadana de Andalucía, que coordina la Fundación Descubre-Consejería de Universidad, Investigación e Innovación y la Universidad Pablo de Olavide.

Sigue leyendo

Los suelos agrícolas pueden convertirse en aliados contra el cambio climático

Un equipo científico de la Universidad de Granada ha analizado cómo distintas prácticas de manejo del suelo —el tipo de labranza, la incorporación de materia orgánica, el riego, el uso de acolchados o la rotación de cultivos— influyen en una propiedad poco conocida, pero fundamental: la capacidad del suelo para regular la temperatura y conducir el calor.

Sigue leyendo

Ir al contenido