Por qué la taxonomía es importante para la ciencia que estudia la biodiversidad
La taxonomía generalmente se refiere a la teoría y práctica de describir, denominar y clasificar cosas vivientes. Dicho trabajo es esencial para el entendimiento fundamental de la biodiversidad y su conservación. Sin embargo, la ciencia detrás de la delimitación del mundo natural en “especies” con frecuencia es descuidada, incomprendida o hasta ridiculizada en algunos sectores. Por ejemplo, refiérase a Goodreads y Todayinsci.
Ya sea que nos demos cuenta o no, todos somos taxonomistas inherentes. Clasificamos las cosas a nuestro alrededor de la misma manera que los taxonomistas distinguen entre las especies; al asignar objetos similares en grupos reconocibles. En la cocina separamos nuestros cubiertos por cuchillo, tenedor y cuchara, y no se nos ocurriría poner una cebolla o una papa en el frutero. De hecho, en nuestras vidas es constante la necesidad de separar y clasificar los diferentes objetos que nos rodean.
Lo mismo pasa con la biodiversidad. La mayoría de las personas preocupadas con la conservación de la biodiversidad comúnmente usan el término “especie” sin tener un entendimiento claro de lo que separa una especie de otra y porqué. Aquí es donde la ciencia de la taxonomía desempeña un rol integral. Las especies se distinguen unas de otras en varias formas. A pesar de que la definición de especies ha sido la causa de un debate histórico importante, dicho en palabras simples, las especies son organismos generalmente reconocidos como morfológicamente distintos de otros grupos.
A pesar de la crisis actual de la biodiversidad, el número de nuevas especies descritas por los científicos no ha aumentado en los últimos 60 a 70 años. Esto está teniendo un tremendo impacto en la ciencia de la conservación. Muchas especies quedarán extintas antes de que sean descritas, ya que permanecemos inconscientes del número total de especies que forman la biodiversidad mundial. Esto es reconocido porla Convenciónde Biodiversidad y sus signatarios como un “impedimento taxonómico”.
Aun para los grupos de organismos que tienen un valor utilitario considerable, todavía existen marcos de trabajo inciertos para su clasificación. Por ejemplo, los ratanes de África, al igual que sus parientes asiáticos, forman una parte integral de las estrategias de subsistencia de muchas poblaciones rurales, y proporcionan la base de una industria próspera en poblaciones urbanas, empleando a miles de personas. Sin embargo, hasta hace poco, se ha impedido el desarrollo del ratán por una falta de conocimiento básico de las especies exactas usadas, sus requerimientos ecológicos y el contexto socio-económico de su utilización.
Un estudio de largo plazo sobre los ratanes de África ha dado lugar a la publicación de una monografía taxonómica de estas palmas trepadoras. El trabajo taxonómico de este tipo no es puramente un ejercicio académico. En el caso de los ratanes africanos, es una base esencial para la conservación, desarrollo y gestión del recurso en sí. Es importante que las diferencias entre las especies sean claramente entendidas para que sepamos que especies son de importancia comercial y cómo pueden distinguirse de otras especies que no son utilizadas y porqué. Este conocimiento es esencial para llevar a cabo inventarios significativos de especies comercialmente importantes y para ser capaces de evaluar el potencial de cada especie para su cultivo y gestión sostenible. Un marco de trabajo taxonómico estructurado también asegura que cualquier trabajo experimental o de desarrollo realizado se pueda replicar.
En pocas palabras, la taxonomía ofrece los cimientos básicos para la conservación y gestión sostenible de los recursos que quedan en el mundo. Tal vez es tiempo de integrar mejor la ciencia de la taxonomía en el mundo de la conservación para superar los restos que la biodiversidad mundial enfrenta actualmente.
Últimas noticias
Los ejemplares descubiertos muestran una combinación de características que no se encuentran en ninguna rosa salvaje ni de Europa ni del resto de las poblaciones del archipiélago. En el estudio, publicado en Flora Montiberica, ha participado el investigador Modesto Luceño de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
Investigadores de la Universidad de Sevilla, en colaboración con la Universidad Tecnológica de Perú, han publicado un estudio que concluye que estos humedales podrían desaparecer en un tiempo que oscila entre los 42 y 189 años.