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| 29 Nov 2013

Lugares irreemplazables: la riqueza del Patrimonio Mundial

Islas Galápagos

Islas Galápagos

Proteger la naturaleza es un trabajo de todos, pero cuando se trata de cuidar ecosistemas especialmente sensibles o únicos a veces este trabajo debe duplicarse o triplicase. En en este sentido, cualquier esfuerzo es poco, y es por eso que el 16 de noviembre de 1971 la UNESCO aprobó de forma oficial los principios pactados en la Conferencia sobre la Protección del Patrimonio Mundial, celebrada aquel mismo año. Este acuerdo, al que España se adhirió en 1984 y que hasta la fecha ha sido respaldado por 188 países, tiene como objetivo proteger el patrimonio mundial frente a la amenazas de destrucción pues considera que “el deterioro o la desaparición de un bien del patrimonio cultural y natural constituye un empobrecimiento nefasto del patrimonio de todos los pueblos del mundo”. A día de hoy, este acuerdo es el principal instrumento legal a nivel internacional y también en el más visible y eficaz en lo que ha rescate, conservación y salvaguarda del patrimonio de la humanidad se refiere.

 Hablar de Patrimonio Mundial implica hablar de monumentos, conjuntos o lugares de valor universal desde el punto de vista histórico, científico o artístico, pero es curioso que en los últimos años instituciones y países se han centrado en promocionar de forma especial la protección del patrimonio natural, representado por monumentos naturales constituidos por formaciones biológicas con valor estético y científico amplio. También por aquellas formaciones geológicas y fisiográficas, los lugares naturales y las zonas estrictamente delimitadas que constituyen el hábitat de especies de flora y fauna amenazadas.

El reconocimiento de un espacio como Bien de Patrimonio Mundial, entre otras cosas, ayuda a fortalecer la conciencia conservacionista sobre él para que autoridades y gobiernos tomen en cuenta a grupos locales y asociaciones en defensa del medio; incrementa la atracción turística hacia el bien, lo que normalmente implica una fuente adicional de recursos para el desarrollo local y para la propia conservación del patrimonio; aumenta la capacidad de negociación para obtener subvenciones y créditos blandos de las instituciones nacionales, públicas o privadas; y, por último, ayuda a crear una mayor autoestima tanto del bien patrimonial como de la identidad de la comunidad. La prestigiosa revista científica Science ha publicado recientemente un estudio en el que analiza la efectividad de las áreas protegidas en el mundo y sobre el estado de conservación de la biodiversidad a nivel global.

De acuerdo con las Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial, todos los bienes incluidos en la Lista de Patrimonio Mundial deben contar con mecanismos de protección y gestión legislativos, reglamentarios o contractuales adecuados que garanticen su salvaguarda a largo plazo. También es cierto que existen lugares en los que, debido a su exclusividad, esta protección debe ser mayor, y eso es algo que todos entendemos. Paradójicamente, en demasiados casos esto no ocurre.

¿Problema de gestión, problema de denominación o problema de números?

Según el estudio publicado por Science, las áreas protegidas individuales e imprescindibles ocupan alrededor de 173.000 hectáreas distribuidas en 137 espacios protegidos localizados en un total de 34 países en los que viven gran parte de las 21.500 especies en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Según los científicos, de entre todos estos lugares hay 78 excepcionalmente insustituibles que albergan la mayoría de las poblaciones de más de 600 aves, anfibios y mamíferos amenazadas a nivel mundial. En muchos casos, estas zonas protegen especies que no se encuentran en ningún otro lugar, como el pato Anas laysanensis, un ave endémica de las islas de Hawai o las 13 especies de anfibios restringidas al Parque Nacional Canaima, en Venezuela.

Entre los lugares destacados en esta lista se encuentran las famosas Islas Galápagos de Ecuador, un vetusto y añejo conjunto de islotes con más de 5 millones de años y conocido por sus numerosas especies endémicas y por los estudios realizados in situ por Charles Darwin, que le llevaron a establecer las bases de la selección natural y su famosa teoría de la evolución. Otro de los lugares estrella de la lista de Patrimonio Mundial es el Parque Nacional de Manú, en Perú, Reserva Mundial de la Biosfera y una de las selvas vírgenes más grandes y densas del mundo entre cuya vegetación se encuentra, según las hipótesis de algunos arqueólogos, Paititi, también conocida como ciudad perdida de los Incas y una de las ciudades de la antigüedad más grandes.

El tercer lugar destacado de la Lista de Patrimonio es la cadena montañosa de los Ghats occidentales, en la India. La cordillera de los Ghats es la más antigua del Himalaya y su principal particularidad es que presenta rasgos geomórficos de capital importancia, con procesos biofísicos y ecológicos únicos en el mundo. Esta cordillera tiene también un grado excepcionalmente alto de diversidad biológica y endemismo e incluye algunos de los bosques tropicales perennes no ecuatoriales más representativos del mundo, siendo hábitat de al menos 325 especies de flora, fauna, aves, anfibios, reptiles y peces amenazados de extinción.

El nuevo análisis de las áreas de Patrimonio Mundial de Science es completamente diferente a los anteriores, que se centraban en el aumento de los espacios naturales. Este nuevo trabajo centra su atención en el estudio de la eficacia de la gestión de estos lugares, y es aquí donde surge la voz de alarma porque se pone de manifiesto la necesidad inmediata de mejorar la esta gestión, a menudo insuficiente. El mejor ejemplo de esta afirmación es que la mitad de la superficie cubierta por estos espacios irreemplazables todavía no tiene el reconocimiento de Patrimonio Mundial, como ocurre por ejemplo con el Parque Nacional de las Montañas Udzungwa, en Tanzania. Un situación parecida se vive en el humedal de la Ciénaga de Zapata, en Cuba, o con el sitio reconocido como más insustituible en el mundo para las especies amenazadas: el Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia. Todos estos lugares excepcionales serían fuertes candidatos a Patrimonio de la Humanidad, un reconocimiento que garantizaría la protección efectiva de la biodiversidad única en estas zonas, teniendo en cuenta los rigurosos estándares requeridos para ser Patrimonio de la Humanidad.

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