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Un equipo científico de la Universidad de Granada ha analizado cómo distintas prácticas de manejo del suelo —el tipo de labranza, la incorporación de materia orgánica, el riego, el uso de acolchados o la rotación de cultivos— influyen en una propiedad poco conocida, pero fundamental: la capacidad del suelo para regular la temperatura y conducir el calor.
Cientos de abejas momificadas dentro de sus capullos– de hace casi tres mil años- han sido encontradas en la costa suroeste de Portugal, en un nuevo yacimiento paleontológico en Odemira. El descubrimiento, en el que participa el profesor del departamento de Cristalografía, Mineralogía y Química Agrícola de la Universidad de Sevilla, Fernando Muñiz, supone una oportunidad única para luchar contra el cambio climático.